Cesc también se estrena marcando en el derbi

De Cesc se sabe que está en el campo. De lo qué juega, es otra cosa. Ni siquiera él mismo lo sabe. Aún no ha aprendido los complejos mecanismos del Barcelona, pero no se conoce a nadie tan certero. Y, sobre todo, tan eficaz. No se le espera en ningún sitio en concreto. Pero llega a todos. Y antes que cualquiera de sus compañeros. No pierdan el tiempo en preguntarle a Cesc de qué juega. Se mueve por intuición dentro del caos que parece el fútbol del Barcelona. Caos organizado, por supuesto. No es casual que Alves aparezca por la banda derecha convertido en extremo, olvidados ya sus días de lateral. Llega Alves, centra con precisión, aguardando unas décimas de segundo, a que aparezca Cesc. El de siempre, el de los últimos seis meses.

Allí donde se aguarda a un delantero centro de otros tiempos emerge para cabecear un chico de Arenys de Mar que ha llegado a su casa para darle múltiplos registros nuevos al Barça de Guardiola. Con Cesc, todo es mas fácil. Centró Alves, cabeceó Cesc, con la ayuda inestimable de Cristian Álvarez, un portero que tampoco detectó al jugador invisible. Al que marcó en la Supercopa de Europa pese a que apenas jugó 10 minutos, el mismo que anotó en el Bernabéu, en la final del Mundial de clubs en Yokohama y el que ayer se estrenó en un derbi con un gol fabreguiano.

Que lejos quedan aquellos días veraniegos donde se debatía sobre la necesidad de fichar al capitán del Arsenal y esos estériles debates sobre donde ubicarlo, como si el talento fuera un problema. Bendito problema tener a Cesc en un campo, aunque acabe desapareciendo como ayer en la segunda parte.