Ellas siempre estuvieron (VIII)
Carla Ubasart, judoka: "Me costó asumir que la vida continuaba cuando no podía moverme"
A través de una serie de entrevistas, EL PERIÓDICO quiere poner el foco en las mujeres que forman parte del deporte. Aquellas que siempre han estado, pero a las que no siempre se ha querido mirar.
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Laia Bonals
Redactora de deportes
Laia Bonals es redactora de deporte de El Periódico desde abril de 2023. Antes, formó parte de la sección de deporte del ARA, donde empezó su especialización en deporte femenino la temporada en la que el Barça ganó su primera Champions en Goteborg. Desde entonces, ha sido la especialista en el creciente mundo del deporte femenino, siempre preocupada contar las historias de las atletas que están cambiando el mundo y rompiendo techos de cristal.
Colabora con las emisoras de radio Catalunya Ràdio y RAC1, además de las cadenas televisivas de Gol TV y Teledeporte.
La soledad. Los deportistas la viven en el día a día. Son diferentes al resto de la sociedad, con objetivos, horarios y situaciones radicalmente opuestas. Siempre viven en otro estrato pero, si además se lesionan, esa soledad se multiplica. A Carla Ubasart (Moià, 1994) la vida se le paró en seco. El judo quedó en un segundo plano por una doble lesión que hizo caer todo lo que tenía planeado.
¿Cómo está ahora mismo?
Ahora hace un año y tres meses y medio que me operé por última vez y me encuentro súper bien. Pero en este proceso he pasado por muchísimas etapas. La primera, la de recuperación, han sido nueve meses, y después la de volver a la forma, que ha sido desde agosto-septiembre que volví hasta ahora. Los primeros meses parecía que estaba muy bien, competí y me fue muy bien, pero a nivel mental y a nivel físico yo no estaba cómo tenía que estar. Ha sido un proceso muy largo. Pero ahora me vuelvo a encontrar en el mejor estado de forma posible. Las piernas me responden, que es lo que más he tardado a recuperar. Y ahora la cabeza ya funciona. Podríamos decir que, más o menos, estoy en un buen punto.
Volvamos atrás. Ha enlazado dos lesiones de larga duración. ¿Cómo vivió la primera?
Como que hubo dos operaciones, es decir dos lesiones, la primera la viví de una forma y la segunda de otra. La primera era una operación fácil. La rótula se salía, por tanto, había fijarla. Se me salía compitiendo y mi cabeza estaba más pendiente de eso que no de la competición. Era una recuperación relativamente fácil y corta, de cuatro o cinco meses. Fue dolorosa, pero fue rápida. Estaba optimista. Pero claro, después del regreso, me volví a romper.
El cruzado de la otra pierna.
Vuelvo y la otra pierna me empieza a dar problemas. Cuando acepté que tenía el cruzado roto, que iba a estar nueve o más meses parada y contabilicé que todo lo que había trabajado y todas las posibilidades se iban a la mierda, fue muy duro. Fue un luto. Tú puedes asimilar no llegar a un objetivo, pero si tú lo has luchado. Si no puedes, has de quedarte en casa, y además estás anímicamente y físicamente mal, pues se hace un poco complicado.
¿La peor parte son los primeros meses?
Estuve un poco... No era depresión, por qué yo no creo que haya tenido, pero... ¿Sabes aquello que te cuesta levantarte? Estás triste, todo te hace llorar... Recuerdo mi fisioterapeuta que me dijo: "Llora todo lo que quieras hoy, un día, pero ya no vengas más llorando. Cada día vienes, te desmontas y no te hace beneficio porque los meses estos te los comerás igual". Yo era bastante consciente de lo que tenía que hacer: trabajo de terapia y trabajo de aceptación de lo que estaba pasando. Cuando pasaron unos meses ya estuve más optimista, me centré más en lo que yo podía hacer, que era recuperarme. Después, esto también me ha pasado factura, porque yo, en mi cabeza, hice mis expectativas de volver y partir la pana y tampoco ha sido así muy bien. Pero, cuando pude superar el luto, estuve más tranquila.
La recuperación de cruzados es una de las más duras.
Depende mucho de uno mismo. Tienes que meter mucho esfuerzo personal. Y no solo lo he visto en un deportista, sino en la clínica donde iba yo había muchos tipos de cruzados. Tienes que parar tu vida mínimo 4 o 5 meses, porque no puedes andar, pero además no puedes flexionar, no puedes estar sentado no sé cuántas horas...
¿Desde el primer momento supo detectar que hacía falta ayuda profesional?
Nosotros acostumbramos a trabajar todos con psicólogo deportivo. Yo lo recomendaría. A lo mejor para una persona normal que no se dedica al deporte, puede seguir. Pero para mí fue muy duro porque el 90% de mi vida estaba parada. Es una pérdida de la parte más importante de la vida, sobre todo en deportistas. Todo el mundo tiene que pasar este proceso y pasarlo solo es muy duro.
¿Qué es lo que más le costó?
Aunque tengas compañeros que te entiendan, tú estás allí en medio, y la vida a tu alrededor continúa. Es lo que me costó aceptar, que la vida continuaba. Cada vez que competía alguien estaba en una competición en la que yo tenía que estar. Y lo pasaba fatal.
El proceso de volver se le hizo pesado. ¿Lo peor fueron las expectativas?
Cien por cien. Yo soy una persona muy autoexigente. Yo venía de unas expectativas altas, dado que unos compañeros que se habían roto los cruzados habían vuelto muy bien y pensaba: "Pues, ¿por qué no a mí?". Tú ya lo tienes que creer, que volverás mejor de lo que estabas antes. Porque yo antes no estaba bien con lo cual, tenía que ir a mejor. Pero es verdad que quise correr mucho a la vuelta. Quería estar ya en las mejores competiciones, no quería dar pasos atrás, quería estar en el equipo A, quería todo. Y no se podía, primero, porque yo había perdido el tren y no lo quería aceptar. Mientras yo no estaba, la vida había continuado y me tenía que volver a ganar en mi plaza. Me costó mucho aceptarlo y se me iban rompiendo las expectativas. No he competido tan bien como lo habría podido hacer por estar enfadada con esta situación.
No solo a nivel de deportivo, sino que económicamente también penaliza mucho una lesión.
El deporte es meritocracia y claro, a nivel de becas lo he notado. Tú tienes ciertas marcas y como no tienes los resultados que ellos piden, pues te las sacan. Sin ningún miramiento. No está regulado. El judo, por ejemplo, al ser minoritario, me atrevería a decir que todos vivimos una situación bastante precaria. Si consigues meterte en las becas ADO, o las del Team España, que son las que están para los Juegos Olímpicos, pues es fenomenal, pero son cuatro. Si sumas que esto sea un quebradero de cabeza más durante la lesión, lo pasas mal. La exigencia que hay aquí en España es esta. No está regularizado el deporte y depende del deportista, depende del deporte y depende de la categoría.
¿Qué hizo para mantener la cabeza ocupada?
Intenté potenciar otras cosas en las que antes no había podido ponerme. Estudié un Máster del Comité Olímpico, estuve sacándome al 'Advance' de inglés, intenté quedar mucho más con mis amigos entre semana, que no lo suelo hacer... Yo ya me intenté llenar todos estos vacíos, pero no era lo que yo necesitaba. Estoy contenta de haberme adaptado y de no haberme hundido. A pesar de haber tenido recaídas y momentos difíciles, no ha sido durante toda la lesión que he estado así, sino en momentos puntuales.
¿Cómo le ha cambiado la lesión?
Ahora intento disfrutar de lo que estoy haciendo en cada momento.
¿Se ha sentido sola? Siente que los deportistas, cuando están lesionados, se les deja de lado?
Sí, cien por cien. Tu entorno, no. Pero al final todo el mundo continúa y tú no, ¿sabes? La Federación busca el alto rendimiento. Cuesta un poco cuidar a los deportistas. La soledad de estar en medio de un círculo que no para y tú estás completamente parada. Y aunque tengas el apoyo de tus padres, de tus amigos que te intentan animar, no es gente que esté pasando por lo mismo. Por tanto, es un luto muy personal.
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