EDUCACIÓN
Cuando todas las aventuras caben en una mochila azul
El proyecto Chapotea de la Asociación Barró de Vallecas ofrece apoyo educativo y lúdico a niños en situación de vulnerabilidad
La iniciativa ha recibido unas mochilas azules cargadas de material escolar de la mano del programa CaixaProinfancia

Dos niños que participan en el proyecto Chapotea, con las mochilas de CaixaProinfancia cargadas de material escolar.
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“Aquí venimos cada día a jugar y a hacer los deberes”, explica Coral. Aunque rápidamente puntualiza: “Pero nos gusta más la parte de jugar”. Claro, ¡y a quién no! Lo bueno es que, en el proyecto Chapotea de la Asociación Barró, ubicada en el distrito madrileño de Vallecas, ambas cosas van de la mano y así logran que las horas de estudio sean mucho más llevaderas. Este es uno de los centros que, gracias al programa CaixaProinfancia, recibe cada septiembre unas mochilas azules cargadas de material escolar, con el que los alumnos pueden darle el primer empujón al comienzo de curso (y a su vida).
Coral y tres de sus amigas echan una partida al tres en raya mientras el resto de sus compañeros corretean por la sala, hacen construcciones o se esconden en una casita de juguete. En la sala de al lado, otro grupo de niños hace los deberes en silencio con la ayuda de un educador. De lunes a viernes, en este centro siempre hay un rato dedicado al apoyo escolar y otro a la diversión. Los fines de semana son un poco más especiales: a veces toca ir de excursión a plantar árboles, otras a un museo y otras a un parque multiaventura. Y en verano, organizan campamentos.
Habilidades sociales
“A todos les encanta venir. Quizá el primer día están algo más tímidos, pero al segundo ya están como en casa”, cuenta Amaranta Gozalo, coordinadora de actividades en la Asociación Barró. Cada vez que un niño aprueba un examen, pasa de curso o se gradúa, es una gran victoria para el proyecto Chapotea, pero también es fundamental la parte lúdica, ya que con ella muchos niños aprenden a desarrollar habilidades sociales, autonomía personal y autoestima.
“Con un trabajo diario a lo largo de todo el curso, se ven mejoras muy importantes”, apunta Amaranta con una sonrisa orgullosa. La mayoría de los niños llegan al centro de pequeños y muchos pasan aquí varios años, algunos incluso hasta los 18. Ese es el caso de Aruca, que empezó en el centro con 8 años y, ahora que ya ha llegado a la mayoría de edad, continúa en él como educadora. “Soy voluntaria en el centro porque me gusta estar con los niños. Aún no lo sé, pero es posible que me acabe dedicando a esto”.
Noticias relacionadasEl proyecto Chapotea de la Asociación Barró se ha convertido en una iniciativa vital para las familias de Vallecas, ya que ofrece un espacio de ocio educativo y saludable para niños de 3 a 18 años que, por sus circunstancias sociales y económicas, lo tienen algo más complicado que los demás.
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