CIUTAT VELLA

Larga vida al Marsella

El emblemático bar del Raval, adquirido por el ayuntamiento para evitar su desaparición, abrió en 1820

De otra época 8Interior del bar Marsella, con botellas antiguas en sus vitrinas, en mayo del 2016.

De otra época 8Interior del bar Marsella, con botellas antiguas en sus vitrinas, en mayo del 2016.

ANNA ROCASALVA / BARCELONA

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"La absenta es el afrodisiaco del alma", susurraba Drácula a la reencarnación de su amada esposa en la película de Coppola. Este alcohólico elixir se bebe deshaciendo azúcar con agua, un ritual de sobras conocido por Josep Lamiel, propietario del bicentenario bar Marsella, ubicado en la esquina de las calles de Sant Ramon y Sant Pau. "Hay que ser un poco romántico para creerlo, pero la absenta es donde vive el hada de la inspiración -explica Lamiel-. Se dice que para despertarla hay que darle algo dulce, el azúcar, mezclado con un elemento puro, el agua".

En este histórico bar del Raval se sirve absenta catalana artesanal. Su graduación es inferior a la de otras más comerciales (55 grados) pero, aun así, hay que bebérsela poco a poco, saboreándola. Porque la absenta, al igual que el Marsella, no puede acabarse de un trago. Se necesita tiempo para degustarla.

El establecimiento abrió las puertas en 1820 y se ha mantenido intacto, desde el techo desconchado hasta el suelo de baldosas, las lámparas de araña, los espejos pintados y las mesas de estilo modernista. "Todo es original, excepto el frontal detrás de la barra", puntualiza Lamiel.

Pero lo más admirado por la multitud de clientes, la mayoría turistas, suelen ser las antiguas botellas de las vitrinas. "Nos han ofrecido mucho dinero porque están llenas y datan de principios del siglo XIX -comenta el dueño-, pero nunca las he querido vender". Llenos de polvo, estos frascos son testigos de la leyenda del Marsella, un vestigio de aquella Barcelona revolucionaria.

Quizá fuese esa magia lo que enamoró a George Lucas. El director estadounidense vino al bar a grabar una escena de Las aventuras del joven Indiana Jones, en la que Indy se reúne con un viejo amigo, Pablo Picasso, y conspiran contra diplomáticos alemanes. "George Lucas insistió en restaurar la antigua barra de 1820 y puso su equipo a disposición para terminarla en una noche y empezar a rodar a primera hora de la mañana -explica Lamiel-. Salí de figurante y me lo pasé en grande porque el guion era un guiño a nuestra propia historia".

Reuniones clandestinas

Y es que durante cinco generaciones, el bar ha estado relacionado de alguna manera con la subversión. "Cuando el Marsella lo regentaba mi abuelo, se hacían reuniones clandestinas con intelectuales artistas de la época", declara su nieto. Durante la guerra civil el bar estuvo cerrado y parte de la familia se exilió a Francia, donde resistieron contra los nazis. Del franquismo se conservan dos letreros que rezanProhibido estacionarse en las mesas y Prohibido cantar. Este último porque "cuando los grises (la policía de la época) se llevaban a alguien le salía el patriotismo cantando".

En el 2013 el ayuntamiento compró el edificio y desde entonces Lamiel se siente más tranquilo. "Creo que es la mejor manera de que el bar forme parte de la ciudad, para que no se pueda especular y para que tenga una continuidad cuando yo no esté".

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