JÓVENES INVESTIGADORES

"Mucha ciencia se aguanta por los doctorandos"

Jóvenes investigadores afectados por la incertidumbre sobre el EPIF describen como es hacer una tesis con mil euros al mes y tres años de tiempo.

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Michele Catanzaro

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Buscan nuevos antibióticos e investigan con fármacos antitumorales. Estudian los abusos psicológicos y el bilingüismo. Su trabajo se convierte en artículos científicos y patentes. Sin embargo, son investigadores de segunda.

"Trabajamos codo con codo con un rector o un decano, pero la diferencia de estilo de vida es abismal. Alquilar un piso es muy difícil con un sueldo de doctorando", afirma Lara, investigadora en formación de la Universitat de Barcelona que estudia el abuso psicológico en relaciones entre personas del mismo sexo. A Lara no le ha llegado el incremento salarial prometido por el Estatuto del Personal Investigador en Formación (EPIF). Además, su contrato de tres años se acabó en mayo, pero no defenderá su tesis hasta octubre.

"Mucha investigación que se hace en las universidades se aguanta por los doctorandos, pero sigue siendo un trabajo precario", afirma Jana Verdura, doctoranda de la Universitat de Girona, que investiga el impacto del cambio climático en los bosques submarinos y cómo restaurarlos. A Jana se le acabó el tercer año de contrato en agosto y ahora acabará su tesis con fondos de proyectos de su supervisora.

"Hay una creencia de que solo somos estudiantes y el doctorado va en nuestro beneficio. Pero estamos contribuyendo al conocimiento de toda la sociedad", dice Laura Esteve, doctoranda de la Universitat Pompeu Fabra que estudia como regular la relación jurídica entre los hijos menores y sus padrastros y madrastras. Desde junio, gracias al EPIF y a una huelga, su sueldo ha superado la barrera de los 1.000 euros al mes.

Mil euros al mes

"Vivir con 1.000 euros [al mes] en Barcelona es complicado. No te puedes ni plantear vivir con tu pareja, a menos que tenga un buen sueldo", explica Guillem Prat, doctorando de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) que busca antibióticos contra la creciente amenaza de las bacterias multirresistentes.

A Guillem se le acaba el tercer año de contrato en octubre, pero la UAB se ha comprometido a renovárselo. "Para hacer una tesis en tres años, es normal trabajar 12 horas al día y al menos una mañana cada fin de semana", explica. "A mí me gusta investigar. Pero si has de renunciar a todo el resto y además con una retribución mala, te planteas: ¿quiero seguir?".

"Antes del doctorado, la investigación me ilusionaba. Veía que todo el mundo estaba harto pero pensaba que eso no me ocurriría a mí. Se pasa fatal", constata Almudena Notario, doctoranda de la Universitat Rovira i Virgili que estudia unos compuestos químicos utilizados en fármacos antitumorales, entre otras aplicaciones. Su contrato de tres años se acaba en octubre y el rectorado le ha comunicado que no piensa renovarlo.

Pérdida de talento

"Buscaré trabajo donde salga", afirma María Torres, doctoranda de la Universitat de Lleida que estudia el bilingüismo en castellano y aragonés en el contexto educativo. En noviembre se acaba su contrato de tres años, antes de haber acabado la tesis. "Me iré al paro y la acabaré desde casa", constata.

Muchos doctorandos dicen sufrir desgaste psicológico. "Hay una inversión de energía psicológica y emocional para que salga una tesis de calidad, con un desgaste en el camino. Los ataques de ansiedad son muy frecuentes entre los predoctorales", afirma Lara. "Yo he pospuesto mi maternidad hasta después de la tesis", añade. "Dicen que somos madres cada vez más tarde, pero en estas condiciones es imposible", concluye Laura.