EL PELIGRO DE LA PSEUDOCIENCIA

Pseudociencia: así actúa la "secta" del curandero del autismo

EL PERIÓDICO se infiltra en los grupos cerrados de Facebook en los que el curandero Gregorio Placeres predica a más de 10.000 personas cómo tratar el autismo

Una mujer observa la página de Facebook del presunto químico Gregorio Placeres.

Una mujer observa la página de Facebook del presunto químico Gregorio Placeres. / periodico

Valentina Raffio / Olga Pereda

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Bajo la falsa promesa de que el autismo se puede curar, muchos padres y madres confían en la pseudociencia. A partir de ahí entran en un mundo sectario de la mano de charlas, conferencias, reuniones, grupos cerrados en las redes sociales y canales de televisión propios.

"Actúan como una secta 2.0. Se trata de grupos que pueden operar a gran escala en internet y, en el caso de estas pseudoterapias, aprovechan la vulnerabilidad de los padres para lavarles el cerebro", explica Emilio Molina, vocal de la red de prevención sectaria y de abuso de la debilidad (RedUNE) y vicepresidente de la Asociación para Proteger al Enfermo de las Terapias Pseudocientíficas (APETP). Todo empieza con incularles la idea de que la medicina no es fiable, las farmacéuticas nos quieren matar y todo es fruto de una gran conspiración. El mensaje va calando poco a poco hasta que, quienes lo aceptan, cambian incluso su manera de expresarse. 

Comparten dudas y fotos

Lejos de esconderse en un lugar remoto, las sectas pseudosanitarias se forman alrededor de grupos cerrados de Facebook y WhatsApp en los que los curanderos del autismo explican los pasos a seguir para "recuperar" a los niños. En esos foros, los padres (básicamente madres) se retroalimentan, comparten experiencias, despotrican de la medicina científica, muestran fotos de sus hijos cuando, por ejemplo, sufren erupciones cutáneas, y hacen llamamientos al curandero de turno para que les aclare sus dudas con la pseudoterapia.

El autismo de sus hijos convierte a los padres en personas extremadamente vulnerables

Según ha podido comprobar EL PERIÓDICO infiltrándose en el grupo de Facebook liderado por el puertorriqueño Gregorio J. Placeres [uno de los principales impulsores del MMS (clorito de sodio) como método para "recuperar" el autismo] el mensaje de los curanderos ha captado a más de 10.000 padres y madres. Convencidos de que el presunto químico podrá ayudarles, confían ciegamente en sus indicaciones.

Dependencia emocional

El autismo de sus hijos convierte a los padres en personas extremadamente vulnerables. Se agarran a un clavo ardiendo con tal de creer que existe una cura. El mundo de la charlatanería –añade Emilio Molina- "elimina la posibilidad de una visión crítica" repitiendo hasta la saciedad que a la medicina científica no le interesa sanar enfermos y que el autismo, por ejemplo, está relacionado con parásitos, metales pesados y vacunas.

El discurso anti-ciencia ha calado profundamente entre las madres que forman parte de los grupos de Gregorio Placeres. Una de ellas, por ejemplo, explica que cuando mencionó a su médico que le estaba dando MMS a su hijo, el profesional le dijo que avisaría a los servicios sociales. Llena de rabia, la madre despotrica del doctor y asegura que ella no es "ninguna borrega" del sistema sanitario español. El discurso de otra mujer echando pestes de la medicina científica es aplaudido por el curandero, que, con faltas de ortografía incluidas, le contesta que entiende perfectamente que a su hijo no le gusten los doctores que "quieren lucrarse con el autismo".

"Me hacen sentir una madre de mierda"

"Los médicos sensatos y veraces reconocen que no hay cura para el autismo. Esta gente, en cambio, engañan a los padres para que les administren un falso tratamiento, “cosas”, a sus hijos. Pero además les dicen que ellos son los únicos que pueden ayudarles, con lo que demuestran que, además de ser estafadores, son malas personas sin ningún tipo de conciencia”, subraya el pediatra Alberto García Salido.

Cuando alguna madre muestra sus dudas sobre los escasos síntomas de recuperación de su hijo, el chamán argumenta que –quizá- está dando mal la dosis de MMS, orina, o está cometiendo fallos con la dieta. "Me hacen sentir como una madre de mierda", asegura una integrante del grupo. 

"Los curanderos se escudan en un aura de autoridad y se dan baños de masas"

Emilio Molina

— Vocal de la red de prevención sectaria

Muchos padres y madres de niños con autismo se introducen en el mundo de la pseudociencia pensado que, total, no tienen nada que perder. "Cuando ya han estado invirtiendo tiempo y recursos se niegan a reconocer que han sido engañados y lo defienden a ultranza", destaca el vocal de Redune. En este contexto, cada pequeña aparente mejora percibida en el menor es celebrada como un gran avance. Una mirada, un gesto, una caricia son interpretados como signos inequívocos de "curación" y así haciendo parecer que de verdad el método funcione. Defensores de las pseudoterapias como Gregorio Placeres, Josep Pàmies, Teresa Forcades o Andreas Kalcker hablan con seguridad. Su discurso consigue calar. "Se escudan en un aura de autoridad y se dan baños de masas. La gente piensa: si no fuera verdad lo que dicen estarían en la cárcel, así que será verdad", concluye Molina.

"Abducidos"

Escapar de la secta 2.0 es difícil. "Los que están abducidos, están abducidos. Y los que no lo están intenta salirse pero reciben amenazas muy fuertes", explica Carmen Molina, coordinadora de CEPAMA (Comité de Promoción y Apoyo de la Mujer Autista). 

Consciente del dolor que supone para unos padres un diagnóstico de autismo, la neuropediatra María José Mas insiste que los progenitores "jamás" tienen la culpa de nada. Tampoco los que caen, con absoluta desesperación,  en los cantos de sirena de los curanderos. “Cuando confirmo un diagnóstico de autismo [la doctora Mas tiene larga experiencia después de 20 años de carrera] siempre digo lo mismo a los padres: id casa y romped una vajilla. Y al día siguiente, empezáis a luchar, comenzáis una nueva vida diferente a la que os habíais imaginado con vuestro hijo".  Pero insiste: el autismo -de momento- no tiene cura.

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