Financiación de la ciencia

El Ministerio de Ciencia amenaza con expulsar de la élite a un centro puntero catalán

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zentauroepp44510329 iciq180810132540 / JOAN REVILLAS

Valentina Raffio

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Una controvertida decisión del recién fundado Ministerio de Ciencia amenaza con expulsar al Institut Català d’Investigació Química (ICIQ) de la élite de la investigación española. Desde el 30 de junio, el centro ha dejado de figurar en el programa Severo Ochoa, un sello creado para distinguir a los centros investigadores más destacados en España, pese a que sigue siendo reconocido como uno de los mejores centros de investigación del mundo en el ámbito de la química (avalado por rankings como Mapping Scientific ExcellenceNature Scientific Index y SCIMAGOJR). La situación, según apuntan los responsables del instituto, ubicado en Tarragona, plantea dudas respecto hasta qué punto los “criterios de excelencia” marcados por la convocatoria española reflejan la realidad de las instituciones dedicadas a la investigación.

El programa Severo Ochoa nació en el año 2011 como un distintivo para reconocer los centros de investigación de excelencia del país. Desde entonces, el  Ministerio de Economía y Competitividad (ahora Ministerio de Ciencia, Universidades e Innovación) dedica 40 millones anuales para impulsar a los centros Severo Ochoa (con 4 millones por centro a repartir durante cuatro años) y a las unidades de investigación Maria Maetzu (con 2 millones a repartir durante el mismo periodo). Todo ello en base a unos criterios establecidos por la convocatoria, los cuales son evaluados con un sistema numérico, y un informe emitido por un comité de expertos internacionales, encargados de evaluar aspectos como el resultado y el impacto de las investigaciones realizadas y las líneas estratégicas propuestas para los siguientes cuatro años de trabajo.

Consecuencias de la decisión

En la resolución provisional de este año, con un total de 34 millones asignados, el Institut Català d’Investigació Química (ICIQ) ha quedado fuera de la convocatoria. Una decisión que, según argumenta la dirección de la Agencia Estatal de Investigación (AEI) vía correo electrónico responde a “la evaluación de un panel de expertos internacionales, siguiendo los criterios de excelencia científica fijados en la convocatoria”. En esta misma línea, según expone la AEI: “El informe de evaluación no ha considerado que en el momento actual el ICIQ alcance los estándares suficientes para obtener la acreditación y financiación del programa Severo Ochoa”. Un argumento que, según los responsables del ICIQ, no refleja la realidad de la institución, por lo que ya se han presentado alegaciones.

La pérdida del sello Severo Ochoa, distintivo para los centros de investigación de excelencia del país, equivale a la pérdida de cuatro millones de euros de financiación directa para el centro y catorce becas de doctorado (valoradas en aproximadamente un millón de euros más). Paralelamente, también se desvanecen un conjunto de financiaciones externas, como las otorgadas por la Fundación La Caixa, a las que tan solo pueden optar los centros reconocidos como Severo Ochoa.

“Tenemos la sensación de estar viviendo en realidades paralelas. La misma semana que nos comunican que el Institut está en la cabeza de rankings internacionales, nos deniegan la renovación del sello que reconoce a los centros de excelencia del país”, explica el director del centro, Miquel A. Pericàs.

Balance de género

En el informe remitido por el Ministerio al ICIQ, una de las razones por las que se rechaza la renovación del sello Severo Ochoa es la falta de mujeres entre las investigadoras principales (groups liders) de la institución. “Esto parte de una falsa premisa. Se presupone que tan solo tenemos una mujer liderando un grupo de investigación, cuando en realidad tenemos tres, entre las cuales podemos encontrar los “últimos fichajes” que hemos hecho”, explica Miquel A. Pericàs. Entre los 19 grupos de investigación del ICIQ, 3 están liderados por mujeres. Son los grupos liderados por Núria López (2006), Mónica H. Pérez-Temprano (2015) y Elisabet Romero (2018).

“Está claro que hay un problema con el balance de género entre los investigadores principales de nuestro centro. Pero desgraciadamente esto no es solo un problema que atañe solo al ICIQ, sino que se da en la inmensa mayoría de instituciones científicas”, explica Lluís Solà, gerente del centro. “Aún así seguimos trabajando para revertir esta situación e incentivar la incorporación de más mujeres en el Institut”, concluye Solà. En esta misma línea, Pericàs añade: “El balance de género del ICIQ (19%) es similar al de otros centros Severo Ochoa. Y en este caso, claro está que nadie pone en duda que estas instituciones representan la élite de la investigación del país, no obstante sigan teniendo un desbalance de género en sus grupos de trabajo”.

Poca colaboración interna

Otro de los argumentos remitidos en el informe es la poca colaboración interna entre los investigadores del centro. Un argumento que, según apunta Pericàs, no debería entenderse como un requisito para alcanzar la excelencia. “En el mundo académico, liderazgo internacional va ligado a excelencia y colaboración interna a estructuras piramidales. Es decir, cuando ves que una investigación está firmada por muchos investigadores del mismo centro suele ser porque en este hay una estructura jerarquizada muy definida, lo que no significa que la investigación resultante sea excelente”, explica el director del ICIQ. “Promoviendo la internacionalización garantizas que tus grupos de investigación van a trabajar con los centros líderes de todo el mundo, lo que claramente está relacionado con la excelencia”, añade Pericàs.

“La falta de colaboración interna y la internacionalización de los grupos de investigación se reproduce en universidades tan prestigiosas como Harvard, Cambridge, Oxford, Standford y el MIT y nadie pone en duda que sus centros de investigación son de excelencia”, concluye el director del centro.

Transferencia del conocimiento

Otro de los argumentos utilizados para rechazar la renovación del sello Severo Ochoa es la poca transferencia de conocimiento y tecnología desde el centro a la industria. Es decir, la falta de licencias de las patentes derivadas de la investigación realizada en la institución. Un requisito que, según apuntan los responsables del Institut, no debería considerarse como un argumento para seleccionar los centros de investigación de excelencia del país.

“En un momento dado, el informe critica que es evidente que para el ICIQ el desarrollo de investigación fundamental es la actividad prioritaria y que la transferencia de conocimiento es secundaria. Claro, es que ese debería ser el objetivo de un centro de investigación de excelencia”, reflexiona Pericàs. “El primer objetivo de un centro de investigación no es crear un producto, sino generar conocimiento. Claro está que como institución buscamos tener un impacto a nivel científico”, explica Solà.

De todos los argumentos desarrollados anteriormente, el informe remitido por el Ministerio concluye que no existe una focalización de las líneas de estudio o un programa de investigación estratégico. Es decir, que las investigaciones del ICIQ para los siguientes cuatro años parecen no contar con un “rumbo claro”. Sin embargo, según explican los responsables del centro, en estos momentos el Institut Català d’Investigació Química está “liderando la investigación para luchar contra el cambio climático” mediante investigaciones relacionadas con la fotosíntesis artificial o la modificación química del dióxido de carbono.