Deporte y maternidad

Cuando ya no resulta imposible ser madre y una estrella del ciclismo

El equipo noruego del Uno-X facilita a la galesa Elinor Barker los cuidados de su bebé mientras ella compite y entrena.

La corredora, campeona olímpica en Río 2016, ganó la medalla de plata en el velódromo de los Juegos de Tokio estando embarazada de pocas semanas.

Elinor Barker aeropuerto

Elinor Barker aeropuerto / Instagram / Elinor Barker

Sergi López-Egea

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Todo fue muy rocambolesco. Elinor Barker (Cardiff, Gales, 1994) se encontraba en Tokio, en plenos Juegos mientras luchaba por las medallas en el velódromo olímpico con el equipo británico. “No me llegaba el periodo y creía que era a consecuencia del covid”, relató la ciclista a la BBC. Se lo explicó al médico y a la vez psicólogo de la selección. Como las medidas que tenían impuestas, a consecuencia de la pandemia, eran muy estrictas, no se le permitió hacer una prueba de embarazo oficial, así que le prepararon una clandestina.

“El médico aprovechó para preparar una habitación privada. Mientras mis compañeros cenaban yo me dirigí a esa estancia, me hice la prueba y, efectivamente, estaba embarazada”. Ganó la medalla de plata de persecución, que añadió al oro que tenía de Pekín y a los otros cinco metales dorados de mundiales y ocho de europeos entre pruebas de pista de persecución y velocidad. Es una de las estrellas británicas del velódromo… también de las carreteras y un símbolo internacional a la hora de compaginar deporte y maternidad.

Elinor Barker entrena durante el embarazo.

Elinor Barker entrena durante el embarazo. / UNO-X CYCLING TEAM

Sin embargo, en otras condiciones, en otros años, cuando las ciclistas ganaban 100 euros al mes para competir en los mejores equipos -principios de este siglo, o sea que no hace tanto- su mundo se podía venir abajo. Tras los Juegos estaba a punto de firmar un contrato con el conjunto noruego del Uno-X… y embarazada. Lo comentó antes de comprometerse. La respuesta no pudo ser mejor: que lo certificara y que cuando naciera su hijo, tras la lógica recuperación, comenzase a entrenar. El parto se produjo en marzo y ya en verano comenzó a competir, casi siempre en compañía de su hijo.

“Cuando volvía en el avión de regreso a Londres desde Tokio estaba super feliz, como si tuviera 15 años, y solo esperaba llegar al aeropuerto para darles la noticia del embarazado a mis padres, que no sabían nada”, añadió Barker a la prensa británica. Ella, para complicarlo aún más, sufría síndrome de endometriosis, un problema en el útero, que dificulta al máximo poder quedar embarazada.

Su pareja es Casper Folsach, uno de los técnicos del Uno-X en la estructura masculina de la escuadra. Es el responsable de aerodinámica y ahora se encuentra concentrado con el resto del equipo noruego en Alicante, mientras las mujeres realizan el campo de entrenamiento en Mallorca. Y, entonces, “¿qué hacemos con el bebé?”.

La cuestión formulada al equipo encontró enseguida una respuesta de los responsables del Uno-X. “Nos dijeron que no había problema y que ellos se hacían cargo de los vuelos, alojamiento y manutención de la cuidadora. Lógicamente, nosotros le pagamos el salario. Es una amiga suya”, cuenta Casper a este diario desde Alicante. La cuidadora se hace cargo del niño mientras ella entrena, recibe las sesiones de fisioterapia, asiste a las reuniones de equipo de pretemporada o desayuna y cena con las compañeras.

Desde 2020 la Unión Ciclista Internacional (UCI) obliga a los equipos World Tour femeninos (la máxima categoría, el resto está por desgracia en la intemperie) a cumplir una serie de requisitos en caso de embarazo. Las ciclistas deben recibir el ciento por ciento del sueldo los tres primeros meses tras el parto y el 50% los cinco siguientes. Las escuadras pueden contratar mientras tanto a una corredora de la cantera como reemplazo.

Barker ha competido llevando a su hijo siempre que su marido no se ha podido hacer cargo del bebé por cuestiones profesionales. “Cuando empiece la temporada de clásicas (en marzo) ella se irá a residir a Bélgica y también la acompañará la cuidadora”, añade Casper Folsach desde Alicante. Será en unas condiciones similares a las que ahora dispone en Mallorca.

Competir, viajar y estar muchas semanas fuera de casa, siempre que haya la complicidad de los equipos, empieza a ser un signo de normalidad, sobre todo para una deportista que como Barker tiene al velódromo olímpico de Saint Qentin en Yvelines en el horizonte para ser una de las estrellas ciclistas en los Juegos de París 2024.

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