Testimonios

Así empiezan el ramadán un tendero, una estudiante, un taxista y un imán de Barcelona: "No siempre es fácil"

Un tendero, una estudiante, un taxista y un imán explican su cotidianidad durante este mes especial para el Islam

¿Cuándo empieza Ramadán 2024? Fecha, horario, qué se puede hacer y qué no

Musulmanes con profesiones muy diferentes inician el ramadán en Barcelona

Musulmanes con profesiones muy diferentes inician el ramadán en Barcelona / Ferran Nadeu

Margot Canavaggia

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Este lunes 11 de marzo empieza el ramadán, el mes más importante del año para la comunidad musulmana de Barcelona y de todo el mundo. Es el nombre del noveno mes del calendario lunar islámico. Se estima que hay más de 660.00 musulmanes en Catalunya, aproximadamente el 8% de la población total, y la mayoría residen en la capital catalana y su área metropolitana.

Durante treinta días miles de barceloneses de confesión musulmana se reunirán a diario en su mezquita de referencia o en hogares particulares, para comer juntos tras el día completo de ayuno. Diferentes fiestas y actividades acercarán esta liturgia al resto de vecinos, para divulgar cómo encajan esta tradición islámica con la vida laboral y cotidiana de una ciudad ajetreada como Barcelona.

EL PERIÓDICO ha accedido a una de las sesiones de oración que tienen lugar en la mezquita 'Ghulamane Mustaffa Catalunya' de Sant Martí y ha podido conversar con algunos de sus fieles. Todos sin excepción esperan con ansias este "momento de conexión con Alá".

El imán Hafiz Quasar, de verde, dirige la oración en la mezquita 'Ghulamane Mustaffa Catalunya' de Sant Martí

El imán Hafiz Quasar, de verde, dirige la oración en la mezquita 'Ghulamane Mustaffa Catalunya' de Sant Martí / Ferran Nadeu

La unión es uno de los pilares doctrinales del Islam y durante los días del ramadán este sentimiento de comunidad se multiplica. Fiaz Raíz lleva un supermercado familiar en Barcelona y es practicante en la ‘Ghulamane Mustaffa Catalunya’, situada en la calle de Bernat Metge. Cuenta que al finalizar el ayuno diario se reúne en la planta de arriba de la mezquita con familiares y amigos para comer acompañado. “Las puertas están abiertas a todo aquel que quiera entrar sin importar la raza, religión, sexo o color de piel”, recalca, con la mano en el corazón. 

Con camaradas o desconocidos cocina “platos abundantes y de lujo” como "estofados de cordero o ternera". Para algunos, es el único momento del año en que pueden gozar de este buffet. Raíz admite que echa “de menos” su país de origen, aunque lleve “más de media vida” en Barcelona. Aun así, expresa: “Aquí me siento muy cómodo. Estoy como en casa y no hay racismo, los musulmanes estamos bien acogidos”.

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Fiaz Raíz, lleva un supermercado familiar en Barcelona y es practicante en ‘Ghulamane Mustaffa Catalunya’ / FERRAN NADEU

Yusra Alami es una joven de 22 años que está acabando la carrera de Periodismo en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. Ella describe el ramadán como “un mes de reflexión espiritual y de conexión con Dios”. Se siente muy unida a su familia y lo que más anhela de este periodo es reunirse con sus prójimos cuando se pone el sol.

Aún así, relata que “no siempre es fácil” porque tanto ella como sus familiares deben “cumplir con las responsabilidades” y obligaciones cotidianas. Su madre, Aicha Marrad, se dedica a limpiar domicilios con un horario muy denso, mientras que su hermano gemelo, Yasir Alami, cursa cuarto de Empresa y Tecnología en la UAB e intenta compaginar sus estudios con un trabajo de repartidor de pizzas para ganarse la vida. “En Barcelona nuestra religión gira en torno a nuestra vida y necesidades, mientras que en una ciudad musulmana la vida gira en torno a la religión”, diferencia Yusra.  

Yusra Alami, estudiante de cuarto de Periodismo en la Universitat Pompeu Fabra

Yusra Alami, estudiante de cuarto de Periodismo en la Universitat Pompeu Fabra / Cedida por Yusra Alami

“Las mujeres no estamos obligadas a acudir a la mezquita para realizar las cinco oraciones diarias”, narra. En cambio, los hombres sí deben procurarlo, aunque, para algunos, como su hermano, “es complicado” hacerlo con el ritmo de vida que lleva en Barcelona. Intenta cumplir con este deber islámico únicamente cuando los horarios se lo permiten. Sin embargo, Yusra recalca que en ramadán, por muy difícil que resulte, uno intenta “intensificar los esfuerzos” y hacer de vez en cuando “sacrificios”.

La joven viajó el año pasado a Marrakech durante esta celebración religiosa, que “por suerte fue durante Semana Santa”, de buen compaginar con los estudios. Se sintió en un mundo completamente diferente, rememora: “Las mezquitas estaban desbordadas todo el día, en algunas no había suficiente espacio y la gente se ponía a rezar en masa alrededor del edificio”. 

Rezo en la mezquita 'Ghulamane Mustaffa Catalunya' de Sant Martí (Barcelona)

Rezo en la mezquita 'Ghulamane Mustaffa Catalunya' de Sant Martí (Barcelona) / Ferran Nadeu

Ayunar entre terrazas, bocadillos y fumadores

Esto no pasa en Barcelona, constata Salid Nazir. Trabaja de taxista en la ciudad y también frecuenta la mezquita ‘Ghulamane Mustaffa Catalunya’. El próximo mes conducirá por las calles barcelonesas con “todas las terrazas y bares” llenos de "gente comiendo todo el día”. Todo un contraste con el ramadán en su ciudad de origen, describe, donde “los comercios abren únicamente al ponerse el sol". Con persianas arriba o abajo, él esperará a que anochezca para reunirse con la familia y "comer todos juntos”. 

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Salid Nazir trabaja de taxista en la ciudad y es practicante en la mezquita ‘Ghulamane Mustaffa Catalunya’. / FERRAN NADEU

En este sentido, Raíz explica que a menudo se encuentra con gente en el metro que devora un bocadillo delante de él, mientras él está en ayuno. En otras ocasiones, se topa con individuos que le tiran el humo a la cara en la parada de bus, y él se tiene que “aguantar”. Fiel a su religión, sostiene que "durante este mes, no hay que hacer ningún mal ni tener ningún vicio”. 

Hafiz Quasar es el actual imán de la mezquita de Sant Martí. Describe el ramadán como “un acto religioso que pone a todo el mundo al mismo nivel”. “La gente con mayor riqueza y lujo debe aprender a saborear el hambre”, apunta. Es una época en la que uno debe apreciar aquello que tiene en vez de lamentar lo que le falta, expone, así como “limpiar el cuerpo y el alma” y recordar "qué es el dolor".

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Hafiz Quasar es el actual imán de la mezquita ‘Ghulamane Mustaffa Catalunya’ en la calle de Bernat Metge de Sant Martí. / FERRAN NADEU

Los niños suelen empezar a practicar el ramadán a partir de los siete años, precisa Nazir, aunque normalmente “están ansiosos por hacerlo antes”. Quieren “imitar” a los mayores y ya de pequeños “intentan” el ayuno durante las fechas más señaladas, aunque son solo “momentos puntuales”. Cumplir la edad no significa, de hecho, un cumplimiento escrupuloso porque la realidad práctica se impone: “En las escuelas de aquí no hay ayuno, así que la mayoría lo hace solo los fines de semana”.