Mirada nostálgica

El álbum de fotos (sobre todo de las olvidadas) de los JJOO de Barcelona

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Precisamente porque no es un aniversario de cifra redonda (31 años han pasado de la celebración de los JJOO, 37 de la votación que designó Barcelona como sede de la cita olímpica de 1992), merece la pena abrir el álbum de fotos de aquella época, sobre todo si se tiene en cuenta un dato: mucho más de la mitad de los barceloneses no eran entonces eso, barceloneses, porque vivían en otras partes de España o de resto del mundo, o, más sencillamente, porque todavía no habían nacido.

La cifra es imprecisa, porque las estadísticas municipales van por franjas, pero de los 1,6 millones de habitantes que tiene la ciudad, solo 803.636 tienen más de 15 años de padrón. Que pueda acreditar 31 y, más aún, 37, son muchísimos menos. Este álbum de fotos no incluye las imágenes recurrentes de cada aniversario de los JJOO, es decir, las que de forma casi inevitable son parte de la memoria colectiva. Va más allá. Es un álbum del que podría decirse incluso que rescata recuerdos borrosos o casi olvidados.

La flecha prendió el gas del pebetero el 25 de julio de 1992, así que el tiempo transcurrido entre aquel emocionante instante y el rato en el que se escriben estas líneas es de 31 años y cuatro meses y medio. En una ocasión, una mujer quiso dar el pésame a Jorge Luis Borges tras la muerte de su madre de un modo que, visto con distancias, resulta ciertamente extraño. Leonor Rita Acevedo de Suárez falleció con 99 años y a aquella plañidera solo se le ocurrió decirle al escritor que qué lástima que no hubiera llegado a los 100. Él, incluso en momentos de gran dolor, no dejaba de ser quien era, un personaje único. “Veo, señora, que es usted devota del sistema decimal”.

Quienes no sean devotos del sistema decimal encontrarán en este número tampoco redondo de fotos una mirada poliédrica de lo que fueron aquellos Juegos Olímpicos, recibidos con alegría en 1986 cuando el Comité Olímpico Internacional prefirió Barcelona antes que París, Brisbane o Belgrado, preparado con una cierta inquietud ciudadana por si no se estaba a la altura (que se inundara el Estadi Olímpic en un ensayo previo de la instalación no ayudó a ganar confianza) y desarrollados finalmente en un clima de camaradería por parte de los vecinos de todos los barrios, que, no obstante, no intuían hasta qué punto aquello iba a cambiar el curso de la historia de la ciudad, para bien y para mal.