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Cena de grupo prenavideña en el restaurante Tangana, esta semana.

Cena de grupo prenavideña en el restaurante Tangana, esta semana. / Jordi Cotrina

Patricia Castán

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Desde mitad de noviembre miles de barceloneses ya han llenado algunos restaurantes a golpe de brindis grupales prenavideños. Los más previsores pudieron elegir sitio, pero en la actualidad es complicado reservar en muchos establecimientos que ya han colgado el 'lleno' en la capital catalana, en especial para más de ocho personas. Por otro lado, a la hora de organizarlas hay que tener algunas consideraciones para asegurar el éxito, sean reuniones de amigos de toda la vida, del gimnasio o de empresa. Incluso conviene saber zafarse de algunas de ellas con elegancia, si uno es alérgico a la socialización a ritmo de villancico.

Encontrar mesa a última hora

Los menos previsores o los indecisos sufrirán la semana que viene para hallar mesa. Antes de llamar a la mitad de los restaurantes de Barcelona, lo más práctico es plantearse una celebración en lunes o martes (y no estarán solos) u olvidarse de las noches y elegir los mediodías, donde hay más oportunidades. Esta opción puede rematarse con tardeo en alguna terraza de hotel con infraestructura invernal. Otra puede ser recurrir a portales de reservas como The Fork, donde el buscador realiza un filtrado de restaurantes con disponibilidad según el número de comensales y usuarios. Con suerte, hasta es posible que aparezca alguna oferta en función de alguna franja horaria valle que algún restaurante quiera cubrir.

Buscar opciones alternativas más desenfadadas

Organizar una tarde de 'scape room' que acabe con un aperitivo y copas, o montar una comida en un espacio de 'show cooking' con curso y cata simultáneo, o cenar en casa de un anfitrión profesional de pago (desde plataformas como Eatwith) son algunas opciones para los que odian la fórmula clásica de sentarse a una mesa rodeado de otros grupos desconocidos.

Buscar espacios con privacidad

Si el tamaño del grupo lo permite --en especial en el caso de empresas--, no hay como hacerse con un espacio en exclusiva donde sus integrantes puedan fluir tranquilamente sin preocuparse de dónde han dejado el móvil o el bolso, y donde hasta se pueda perpetrar un amigo invisible sin vergüenza ajena. Hay muchos pequeños restaurantes en Barcelona con aforos reducidos que lo permiten, igual que hay grandes espacios (sobre todo en salones de hoteles) para los más grandes. Se evita así que un local y sus baños mezclen de nuevo a una franquicia de inmobiliaria (llena de jóvenes vendedores con corbata), con medio centenar de dependientas de una conocida marca de lencería, con impresivisibles resultados.

Control de 'sitting' y de alcoholemia...

Dos de los aspectos que pueden marcar el éxito o fracaso de una comida o cena prenavideña es la forma en que se sientan los comensales y el consumo de alcohol. En el primer caso, incluso en ágapes grandes, y por la tipología del encuentro, lo mejor es el libre asiento para que cada cual se agrupe por afinidades y simpatías. De lo contrario, aumenta el índice de deserciones tempranas. Más aún teniendo en cuenta que en estos eventos corre el alcohol, razón por la cual no está de más estirar el presupuesto para evitar vinos baratos con resacas letales. En el mismo sentido, conviene conocer la idiosincrasia del grupo antes de optar por barras libres. Son noches de exaltación anímica, brotes desinhibidos y momentos que grabados en móvil (como sucederá) pueden ser bochornosos para todo el año siguiente.

Menús con más platos a compartir

Salvo en cenas corporativas muy formales, cada vez ganan más terreno los pica-pica extensos para compartir, más un plato principal individual, al estilo boda. De ese modo, cada asistente siempre encontrará algún aperitivo de su gusto y no hay que andar personalizando minutas. A no ser que se trate de un colectivo de apetito XXL, es mejor que el segundo plato tenga al menos una opción ligera porque muchos entre el aperitivo y los brindis llegarán con poca hambre a ese pase. Imprescindible que los menús atados incluyan o contemplen un suplemento cerrado de la bebida de llegada y la copa de cava o chupito final para evitar sustos y excesos en la factura final. A partir de un cierto volumen de asistentes, la mejor opción es el cóctel-bufet de pie que permite interactuar libremente y huir discretamente si uno no quiere apurar la velada.

Mil y una excusas para escaquearse con antelación

No es lo mismo una reunión ilusionante de amigos de toda la vida o que solo se reúnen por Navidad, que una de madres del colegio, o de compañeros de 'spinning' o de taller de macramé, donde uno se apunta solidariamente pero no siempre acude entusiasmado y no sabe cómo zafarse sin quedar mal. Y mucho menos una de empresa, donde unos van dispuestos a darse un homenaje, pero otros sienten repelús ante una velada con el compañero plomo, el jefe que no soportan o la plana mayor de la compañía. Las excusas de última hora (covid, gastroenteritis, robo de moto...) acaban perjudicando al grupo (si había comprometido un determinado número de menús, que a veces precisan de paga y señal no recuperable) y mermando las mesas. Mejor borrarse con antelación, siendo lo más socorrido aducir un plan alternativo, con el máximo de detalles y pruebas que nos eviten quedar mal o ser tachados de asociales. Por ejemplo, otro compromiso que teníamos pendientes y fijamos ese día con premeditación y alevosía. O guardar en la manga para esas fechas una operación, prueba médica o viaje, que sea incuestionable.

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