Sector en auge

El viajero de lujo resucita las conserjerías de hotel en Barcelona

La reactivación del segmento más alto de turismo en la capital catalana reactiva un servicio hotelero esencial para organizar y optimizar la presencia del visitante con más impacto económico

Mauro Torres, responsable de conserjería del Hotel Mercer, organiza una salida para unos clientes.

Mauro Torres, responsable de conserjería del Hotel Mercer, organiza una salida para unos clientes.

Patricia Castán

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El signo más revelador del retorno del turismo de lujo a Barcelona se revela nada más entrar en algún hotel de más de 5 estrellas: los mostradores de conserjería han reabierto tras el parón de la larga pandemia para atender las demandas más exclusivas. A veces, este papel de prescriptor (que ahora anda falto de manos) se asume desde la recepción, aunque no es lo habitual en este circuito de alojamiento de altos vuelos. Otro elemento clave es vislumbrar el pin que simboliza a la red Llaves de Oro, que integra a los grandes 'conseguidores' de esas peticiones, placeres y acaso obstinados caprichos de los viajeros que nadan en la abundancia.

Hace poco, un adinerado huésped mexicano quería celebrar su aniversario de bodas por todo lo alto y quiso que le organizasen un vuelo en helicóptero por Barcelona, con mariachis a bordo. Ni lo uno ni lo otro era posible por cuestión de normativa, explica Mauro Torres, conserje del hotel boutique Mercer (gran lujo monumento, en pleno Gòtic), delegado en Catalunya y vicepresidente en España de Llaves de Oro. Así que se trató de reconducir la petición para "buscar una experiencia aún mejor". Lo importe es evitar un "no", y hacer lo imposible por satisfacer deseos, siempre que sean legales. La solución pasó por organizar un vuelo guiado en helicóptero por la costa barcelonesa, para acabar aterrizando en la pista del puerto, donde aguardaban a pleno pulmón los mariachis, que también se subieron a un barco donde se celebró la efemérides privada mientras navegaban por el litoral.

Preparativos a mediodía en el restaurante Lasarte, de Martin Berasategui, con tres estrellas Michelin, en Barcelona.

Preparativos a mediodía en el restaurante Lasarte, de Martin Berasategui, con tres estrellas Michelin, en Barcelona. / Ferran Nadeu

Parece una anécdota, pero son frecuentes las ambiciosas demandas de huéspedes que celebran una ocasión, o que viven con intensidad su vuelta a la normalidad después de dos años de contención, moviendo indirectamente otros muchos proveedores de servicios, desde transporte a cultura. "Hay viajeros que ahorran para viajar bien, pero hay muchos que no han gastado nada en dos años y ahora no reparan en nada", resume. De hecho, las solicitudes no se suelen acompañar de presupuestos previos, simplemente se gestionan, con la gastronomía casi siempre como protagonista. Si comer bien ya era una excusa para disfrutar la capital catalana, ahora se ha convertido en una plena motivación de viaje. "A veces saben donde quieren ir, pero otras simplemente desean un restaurante con estrellas Michelin", relata.

Redes de contactos

Se activa entonces el ritual de los contactos, clave en una profesión que durante años ha sido autodidacta pero que en la actualidad ya cuenta con masterclases en las escuelas de Turismo . Donde hay lista de espera de semanas, un conserje (sobre todo con el distintivo de esas "llaves que abren casi todas las puertas") despliega recursos para hacerse con alguna mesa. Entre los más reclamados figuran el Disfrutar y Lasarte (de Martín Berasategui), pero no faltan las incursiones en el resto del territorio.

Torres, que aprecia que tras la pandemia el turista de lujo muestra más impaciencia por cumplir deseos (acaso por si llegan nuevas restricciones...), ha confeccionado --por ejemplo-- estos días la intensa agenda de un matrimonio de EEUU que se alojó cuatro noches. Pidieron coche a disposición, rutas exclusivas en Barcelona y fuera de ella, nada de grupos. No faltó una visita a Girona, el Museu Dalí y un ágape en el Celler de Can Roca, por el que casi todos se pirran.

Un empleado ofrece un refresco a los clientes que guardan cola frente a Chanel, en el paseo de Gràcia.

Un empleado ofrece un refresco a los clientes que guardan cola frente a Chanel, en el paseo de Gràcia. / Ferran Nadeu

Margot Kampá, que ostenta el pin dorado de la red (la misma que protagonizaba la película 'El Gran Hotel Budapest') y lidera la recepción del Hotel Alma, constata la mejora cualitativa del viajero en los últimos meses. "Quieren visitas sobre Gaudí, pero privadas, vienen mucho en familia, disfrutando de ese tiempo conjunto, quieren vivir experiencias cueste lo que cueste", explica a este diario. Algunos vienen con ideas fijas, otros planifican sus peticiones con meses de antelación y no pocos dedican una hora a su llegada a relatar sus expectativas para que el profesional organice su estancia, con visitas culturales o compras de lujo con cita previa.

Planes de película

Hace unos días un cliente israelí --entre las nacionalidades "más 'demanding'" o que reclaman más servicios organizados-- pidió que un criador acudiese al hotel con tres o cuatro cachorros para elegir uno que comprar. Obviamente, este era un servicio inviable, pero se logró organizar una visita inversa, del huésped a varios criadores, para elegir el perro que se llevó a su país. Otro quiso ir a Andorra en helicóptero, imposible por el tema fronterizo, y hubo que disponerlo todo para llegar por aire al límite territorial y reservar allí un transfer.

Tras la conserjería del lujoso Monument, en Mallorca con paseo de Gràcia, despunta Xavi Castells atendiendo a esa liga de turistas minoritarios con tanto impacto económico en la ciudad. Pese a su discreción profesional, apunta para el anectodario que el nivel de demandas es tal que en una ocasión en otro hotel le llamó un cliente estadounidense millonario para que le organizase un 'cross dressing'. Quería llegar como hombre a Barcelona, pero que le vistiesen y maquillasen como mujer, para inscribirse con un nombre femenino y ser tratado como tal. Pidió hasta cenas en clubes especializados... y cuando se logró atar todo un plan de película, finalmente canceló el viaje.

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