reivindicación sobre ruedas

Las bicicletas de la KidicalMass se apuntan un kilométrico éxito en Barcelona

La manifestación, que reclama una ciudad segura para los ciclistas, supera las expectativas y ocupa por momentos el equivalente a siete travesías del Eixample

Carles Cols

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Hasta siete travesías del Eixample, toda la calzada disponible de Aragó entre las calles de Entença y Casanova, ha llegado a ocupar la primera KidicalMass de Barcelona, una jornada reivindicativa de la bicicleta celebrada este fin de semana bajo ese mismo nombre en diversas ciudades del mundo a ambos lados del Atlántico. La demanda es la misma en todas partes. Que las ciudades, y más con las emergencias climáticas y de escasez de combustibles que hay sobre la mesa, sean cada vez más ciclables, pero de una forma segura, para los adultos, por supuesto, pero sobre todo para los niños. Habitualmente el éxito de estas citas se mide en número de participantes, un número que, como se sabe, siempre baila según cuál sea el punto de vista. Hay otras maneras de medir ese éxito. Bastan un par de ecuaciones para echar cuentas. Si un coche (ese absurdo de eficiencia, 1.800 kilos de peso, emisiones contaminantes y ruido que sirve para transportar habitualmente a una única persona) ocupa el espacio de tres ciclistas, esta protesta, traducida a vehículos de motor, hubiera ocupado la distancia que separa Entença de Nàpols, dos tercios de Eixample. Retengan esa imagen para después.

KidicalMass Barcelona

Hay antecedentes de concentraciones ciclistas mayores en Barcelona a la celebrada este domingo, con punto de partida y de finalización en el parque de Joan Miró. En las hemerotecas aparecen crónicas de la Fiesta de la Bici de 2005 con titulares que, si son ciertos, quitan el hipo. 17.000 ciclistas se aseguró que participaron aquel 12 de junio en aquella jornada reivindicativa. La ciudad disponía entonces de 125 kilómetros de carriles bici y sus usuarios reclamaban muchos más. Hoy hay 248 y está prometido que en breve la longitud total serán de 308, pero los organizadores de la KidicalMass barcelonesa, como Rosa Suriñach, invitan a las autoridades municipales a salirse de ese discurso confortable que es el número de kilómetros construidos, meritorio, sin duda, y adentrarse en un debate más complejo, el hecho de que no son suficientemente seguros, por estrechos y porque a veces son invadidos por coches y motos, y, sobre todo, porque su uso cotidiano parece hoy por hoy inimaginable para que los niños vayan solos a la escuela.

La primer KidicalMass de Barcelona, de hecho, ha germinado gracias al éxito creciente de los bicibus escolares, una iniciativa que surgió nació en Sarrià, sin que nadie le prestara mucha atención, pero que cuando fue trasplantada al Eixample adquirió fama internacional. En la manifestación por las calles de la ciudad se han juntado, pues, la decena de bicibus existentes hasta ahora en la capital catalana, una docena más de otras ciudades cercanas y, también una constelación de plataformas de defensa de la bicicleta, como las que periódicamente ocupan de forma sorpresiva túneles de la ciudad, como los de Vallvidrera y la Rovira, para reivindicar que se habilite allí también un carril bici.

Manifestación festiva de todos los Bicibús por las calles de Barcelona

Manifestación festiva de todos los Bicibús por las calles de Barcelona. /

Los bicibús (padres, madres e hijos que se reúnen para ir a la escuela en bici por la calzada central, no por el carril segregado) se celebran solo los viernes y, además, solo por la mañana. Es decir, no son aún un hábito cotidiano, son una forma de llamar la atención sobre que algo no funciona bien, algo que implícitamente ha quedado claro en el manifiesto leído al final de la marcha por la ciudad. Se le aplaude al Ayuntamiento de Barcelona que haya pacificado el entorno de más de 200 escuelas de la ciudad, pero se avisa de que los accesos a los centros escolares, con sus jardineras, bancos, gradas y vallas continúan siendo islas inaccesibles con seguridad si se pretende llegar a ellas en bicicleta y, además, aparcarlas allí de forma ordenada y suficiente.

La orquesta de la manifestación, porque hasta música en directo tenía la KidicalMass de Barcelona.

La orquesta de la manifestación, porque hasta música en directo tenía la KidicalMass de Barcelona. / JORDI COTRINA

“Son saludables, silenciosas, en absoluto contaminantes…”, Suriñach subrayaba lo evidente antes de que comenzara la ruta de la KidicalMass por las calles del Eixample. Una vez finalizado el recorrido, la sensación entre los asistentes era la de haber participado en una suerte de Woodstock de las dos ruedas, una celebración de aquellas que marcan un antes y un después, algo especialmente importante en Barcelona a un año de las elecciones municipales. No está de más recordar que algunos concejales de la oposición municipal, la ahora agotada Elsa Artadi, por ejemplo, llegaron a calificar el carril bici de la calle de Aragó de gesto cara a la galería por parte de la alcaldesa, Ada Colau, y vino a sugerir implícitamente que debería eliminarse.

La cuestión crucial, a fin de cuentas, es esa: ¿quién es esa supuesta galería? Hay que repescar aquí, primero, esa imagen sugerida al principio del texto. Siete travesías llenas de ciclistas equivalen, emisiones contaminantes al margen, a 21 de coches. El tamaño importa, pero en esta ocasión en el sentido inverso de la expresión. Menos es más, aunque parezca lo contrario. El pasado noviembre fueron publicadas  unas interesantísimas estadísticas sobre las formas en las que se desplazan los barceloneses, un estudio realizado (eso hay que subrayarlo) solo entre vecinos empadronados en la ciudad, es decir, algo que excluye a ese más de medio millón de coches que cada día entran en Barcelona. Sin ese efecto distorsionador de los vehículos exógenos, lo más llamativo era que solo un 10,1% de los barceloneses utiliza el coche como medio habitual de transporte. Los usuarios cotidianos de bicicleta y patinete son un 9,3% de los empadronados en la ciudad, un porcentaje, por cierto, al alza. Los usuarios de la moto, pese a lo que pueda parecer, son solo el 7,8%. Con cifras así sobre la mesa, la primera KidicalMass de Barcelona parece menos anecdótica.

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