Un vecino de otros bajos evitó que el incendio del bar del Eixample se propagase en la avenida de Roma

El azar tiene a veces efectos devastadores, pero otras veces obra pequeños milagros. Toni Marí, comerciante y vecino de la avenida de Roma, 86, tenía que haber estado en la ciudad de Valencia, adonde se está mudando, pero al final pernoctó en Barcelona y pudo evitar no solo que su local ardiese como consecuencia del incendio del bloque de València, 73, sino que posiblemente se extendiera a pisos superiores de su finca. El frío de los últimos días hizo el resto, porque de no haber estado cerradas tantas ventas sin duda se habría colado en el interior de otras viviendas.

El empresario, que hace 15 años montó la tienda Hifi Studio Roma, de dos niveles, tiene una zona de vivienda en la parte superior, donde se aloja en Barcelona. Actualmente está trasladando su negocio a la comunidad valenciana, pero la pasada noche optó por quedarse en la ciudad. "Escuché un 'boom' sordo como si se viniera abajo un piso, luego silencio, y luego ya vi el destello, caían como bolas de fuego por el patio de luces". Su establecimiento tiene entrada por la calle y una especie de lucernario al fondo que da luz natural al resto del espacio y sobre las que llovió el fuego.

La casualidad podría haber sido fatídica, ya que ese tejado era acristalado, pero tras varias roturas por objetos que se habían caído desde los pisos superiores, la comunidad acabó remplazando la mayoría de piezas por otras de policarbonato. Este martes, la de cristal se mantenía entera mientras el "fuego líquido" y brasas caídas fundieron el resto, colándose a su inmueble.

El hombre estaba despierto, tratando de "batir un récord de tetris" cuando todo se precipitó y tuvo los reflejos suficientes para bajar retirar a toda prisa la alfombra de la planta inferior (bajo el lucernario) antes de que ardiese. "Al sacarla, el fuego que caía sobre el suelo (de balsosas) se extinguió"

Daños en todo el inmueble

Mientras lo hacía, veía esas bolas incandescentes colarse también por el lateral de su escalera interior, también llena de cenizas esta mañana. La pared ha quedado totalmente negra por la humareda y el siniestro. A toda velocidad retiró los costosos equipos de música de la tienda, así como cualquier material textil que pudiera prender. "No podía desalojar sin estar seguro de que esto no iba a arder, habría podido ser muy grave". Finalmente, los bomberos lo hicieron salir.

De no haber tenido la sangre fría necesaria, el incendio se habría podido extender sin piedad por alfombras y muebles hasta arriba, llegando al dormitorio y de ahí a otras viviendas. "El viento ha metido el fuego inicial hacia el interior del patio, pero por suerte como había hecho frío muchas ventanas estaban cerradas y no ha podido hacer más daño". En su local tampoco había nada abierto que pudiera alimentar con corrientes de aire el suelo, convertido en brasero, y que la aseguradora ya ha visitado hoy mismo.

A él tampoco le ha sorprendido el desenlace del bar Champi, porque los problemas que generaba la inquilina llegada hace unos meses eran 'vox populi'. Pero eso no se sabía a las cuatro de la madrugada, cuando tuvieron que salir a la calle y aún no conocían el foco del siniestro. "Estuvimos cuatro horas en la calle, con miedo, pero hay que dar un 10 a todos los servicios de emergencia", remata.

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