La ciudad en cifras

Barcelonés con 15 años de padrón, la nueva minoría

El recuento oficial de 2020 resitúa el concepto de 'barcelonidad' y, de paso, revela que hay ocho vecinos que son los únicos representantes de sus países de origen

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COLS / RICARD CUGAT

Carles Cols

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La mitad de los barceloneses llegó a Barcelona cuando Copito, excéntrico icono de esta ciudad durante más de 40 años, ya criaba malvas. Es esta una de las posibles maneras de exprimir algunos datos más del aluvión de cifras que ofrece el último padrón de la ciudad. Una primera y exhaustiva mirada de esa torrencial base de datos estadísticos ya fue ofrecida ayer, con un titular inevitablemente marcado por la incidencia del covid sobre la ciudad en 2020, que disparó la mortalidad y, lo más sorpresivo, hizo caer la natalidad a niveles casi sin precedentes, como si los dos meses de gran confinamiento, marzo y abril, hubieran sido de una estricta castidad reproductiva. Esta segunda entrega de repaso del padrón pretende ir más allá. Sirve, por ejemplo, para subrayar que los barceloneses empadronados con posterioridad a 2006 (51%) por primera vez son más que los que pueden acreditar 15 años como mínimo de residencia en la ciudad.

La barcelonidad es un concepto extremadamente borroso. Se dijo en la anterior crónica, los barceloneses nacidos en Barcelona son minoría por segundo año consecutivo. Son un 48,8% del total de la población. Los nacidos en el extranjero son un grupo en muy rápido ascenso. A 1 de enero de 2021, el 29% de los barceloneses nació fuera de España. Hace 20 años eran el 4,9%. Visto que la fecundidad de las barcelonesas es una de las más bajas del mundo (1,01 hijos por mujer), no sería descartable que en pocos años el número de nacidos en el extranjero sea superior al de nacidos en Barcelona, aunque las predicciones demográficas, todo hay que decirlo, son una escopeta de feria. Desde 1985, solo por zanjar esta cuestión, el saldo vegetativo de Barcelona, es decir, el equilibrio entre nacimientos y defunciones, es negativo. Son 36 años de preocupante infertilidad causada por un milhojas de causas, probablemente encabezadas por la dificultad para acceder a una vivienda por parte de las parejas y familias monoparentales.

El nuevo dato sobre la mesa es el pedigrí de padrón, o sea, cuántos años hace que cada ciudadano es estadísticamente barcelonés. Los empadronados hace menos de un año (a fecha 1 de enero de 2021) son 96.709. Los empadronados con una antigüedad de uno a cinco años son 399.687. Los que tienen entre seis y 15 años de ‘barcelonidad’, 346.158. Es la suma de esos tres grupos la que aporta un punto de vista novedoso. Son 842.554, un 51% de la población. Los barceloneses con más de 15 años de antigüedad son claramente menos, 816.910. Los primeros no conocieron a Copito. Tampoco pueden opinar de primera mano sobre el Fòrum de les Cultures. Más lejos les quedan los Juegos Olímpicos de 1992 y, por lo tanto, una mirada con fundamento de lo que supusieron. Que desde el 14 de mayo de 1982, fecha en que Félix de Azúa publicó su célebre artículo, se venga insistiendo en que Barcelona es un Titánic, hasta les parecerá gracioso, porque de ser así este sería el naufragio más lento de la historia.

Solo a modo de apunte, como en tantos otros capítulos, Ciutat Vella es un caso aparte en comparación con el resto de la ciudad. Dos datos. Un 65% de los 109.672 vecinos de ese distrito han nacido en el extranjero y un 73% del total lleva menos de 15 años en la ciudad. La metamorfosis del centro de Barcelona que parece haber sido grabado a cámara rápida, cuando no ha habido en realidad ningún truco cinematográfico en ello. Ha sido a ojos vista.

Todo esto son solo datos. No hay en las cifras más tesis que la simple estadística. Quienes dicen hablar en nombre de la inmensa mayoría de los barceloneses suelen hacerlo sin tener en cuenta que ese concepto, inmensa mayoría, no existe. Ni siquiera electoralmente. La fuerza más votada en las pasadas elecciones municipales obtuvo 160.990 papeletas. Tiene el respaldo de solo uno de cada 10 barceloneses.

Barcelona es, en resumen, la ciudad más heterogénea de España, más incluso que Madrid. No es fácil adentrarse en los anuarios estadísticos de la capital, impropios del siglo XXI, pero con paciencia se descubre en ellos que la población de origen extranjero es allí del 24%, cinco puntos menos que la de Barcelona. De este modo, no extraña que con la mitad de la población de Madrid, 3,2 millones de habitantes, haya en Barcelona vecinos con pasaportes de 179 países del mundo. Lo habitual es destacar siempre en este tipo de artículos las comunidades más nutridas (Argentina, Perú, Colombia, Venezuela, Pakistán, Ecuador, Italia, China…, según el último padrón) y se pase de puntillas por la existencia de ocho barceloneses que son los únicos representantes de su país natal en la ciudad. Son, para que al menos esta vez quede constancia de ello, barceloneses nacidos en Belize, Las Comores, Corea del Norte, Fiji, Saint Kitts y Nevis, Saint Lucia, Saint Vincent y Grenadines y Sudán del Sur.