ÉRASE UNA VEZ EN... NAVAS (62)

El barrio de Navas: Tierra de (segundas) oportunidades

En la calle de la Capella número 10, en el distrito de Sant Andreu de Barcelona, se levanta la Escola Municipal de Segones Oportunitats (EM2O), un espacio donde lo que importa es el futuro de los alumnos, no su pasado.

Solo en la ciudad de Barcelona había en el 2018 17.000 jóvenes entre los 16 y los 29 años que habiendo acabado la ESO con o sin el título no habían seguido estudiando.

Angie Puget

Angie Puget / Jordi Otix

Helena López

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Son las 12 del mediodía de un martes pandémico y la plaza del taxi está llena de personas mayores, con la rigurosa distancia requerida entre ellas, haciendo ejercicio, aprovechando el gustoso sol de primavera que brilla sobre sus cabezas. A pocos metros, en la entrada del edificio en el 10 de la pequeña calle de la Capella, una nota: “Aquí no se vacuna! Vacunación en el edificio rojo [ese rojo escrito en letras rojas] entrada calle de Antoni Maria Claret”. 

La escuela, cuyos alumnos no son precisamente el 'target' del programa de vacaciones, como mínimo por ahora, llama la atención por su luminosidad. Nació para ser un espacio seguro y eso se respira en ella entre sus paredes blancas cuyas ventanas y puertas parecen siempre abiertas, no solo por el covid. Jhonny Mancilla, director del centro, resume con una satisfacción que no puede ocultar ni la mascarilla, su éxito con un dato revelador: cuentan con un nivel de asistencia de un 70%. El dato, sin contexto, podría dejar indiferente o incluso saber a poco. Para entenderlo, hay que saber que esta no es una escuela cualquiera. La conocida como EM2O, Escola Municipal de Segones Oportunitats es una escuela que, por un lado, ha vivido la mitad de su historia en pandemia -lo que no facilita, precisamente, la asistencia- y, por el otro, y más importante, su alumnado cuenta con una historia marcada precisamente por el absentismo. Pero si Mancilla tiene algo claro es que no hay que mirar el pasado de los alumnos, sino su futuro, y esa es quizá una de las claves que hacen que los estudiantes se sientan tan bien en este espacio, que "no es como los otros”, como repite Angie Puget, alumna de 17 años que ha pasado por infinidad de centros, así que sabe de lo que habla, hasta encontrar su sitio en esta pequeña escuela en el barrio de Navas.

La ilusión de un buen mascarpone

“Esto es tope diferente. No siento que me juzguen todo el rato, como me pasaba antes. Aquí me gusta venir”, subraya la joven, quien hoy por hoy combina un PFI de cocina en la PES Cruïlla con las pruebas de acceso al grado medio. "El otro día hicimos un brownie riquísimo, y he aprendido también a hacer alioli o crema de mascarpone, que está tope de rica", cuenta ilusionada Puget, quien está descubriendo que la cocina le gusta, aunque su sueño es ser educadora infantil, "cuidar de bebés". "Por eso hago las dos cosas, también el acceso al grado medio", prosigue la joven, alumna de la primera promoción de la EM20, quien llegó al centro animada por sus padres, quienes nunca se conformaron en que su hija abandonara los estudios tan joven, sin ninguna titulación.

La EM2O nació con ese objetivo, evitar el abandono escolar prematuro. Así lo explica, con la misma pasión que Mansilla, Jordi Grau, técnico del IMEB que recibió, junto a su compañera Laia Herrera, el encargo de crearla (sí, es la primera). La idea surgió de otra Laia, la entonces concejala de Derechos Sociales y de Sant Andreu -distrito en el que se levanta-, Laia Ortiz. "El encargo era crear un espacio municipal en el que se ofrecieran oportunidades a jóvenes sin orientación, que venían de experiencias educativas negativas. Había centros así privados, de entidades y fundaciones, pero ninguno municipal", recuerda Grau.

La otra temperatura

Mancilla destaca que lo más importante de esta escuela, además de su titularidad, es que se ofrece una atención individualizada. “Se acompaña a cada estudiante desde una mirada individual”, destaca el director, quien subraya la importancia del equipo, de absolutamente todos los trabajadores del centro. El recepcionista, quien toma la temperatura a los chavales cuando entran, es el primero que les conoce y sabe cómo entran y qué necesitan, más allá de la cifra que marca el termómetro digital.

Antes de crear la EM2O, en el 2018, el consistorio encargó un estudio en el que se constató que, solo en la ciudad de Barcelona, había 17.000 jóvenes entre los 16 y los 29 años que habiendo acabado la ESO con o sin el título no habían seguido estudiando. Cifras que avalaban la necesidad de crear un espacio desde la administración local en el que ayudar a reconducir las trayectorias vitales de esas personas que ya han abandonado el sistema educativo de forma prematura o bien haciéndolas volver o bien dándoles las herramientas mínimas para hacer una inserción laboral

La escuela es 100% municipal, pero está gestionada por una UTE de dos entidades, El Llindar y Salesians Sant Jordi, entidades con una larga trayectoria en este terreno. De hecho, muchas de las prácticas que hacen los alumnos de la EM2O las hacen en escuelas vinculadas a estas entidades -como el curso de cocina de Angie en Cruïlla, espacio gestionado por los Salesians Sant Jordi-, ya que la escuela solo ofrece las clases teóricas y la atención individualizada; las prácticas concretas las hacen en otros centros, a los que son derivados según sus intereses y necesidades.