Nuevo fenómeno
Barcelona estudia una ordenanza para las nuevas macrococinas urbanas
El ayuntamiento estudiará con lupa los proyectos de 'dark kitchen" en marcha, su impacto y creará una regulación
La oposición recrimina que no se paralicen todas las obras al considerar que es una actividad industrial en pleno barrio
Patricia Castán
Periodista
Periodista en El Periódico de Catalunya desde 1996. Ha ejercido de redactora y jefa de sección en Gran Barcelona. Especializada en los ámbitos de economía local, comercio, turismo, vivienda, ocio, gastronomía y tendencias urbanas.
Patricia Castán
El riesgo de que las llamadas macrococinas broten como champiñones en la trama urbana de Barcelona ha llevado al ayuntamiento a ponerlas en el punto de mira para el control de los proyectos en marcha y su regulación específica, que podría articularse incluso como una ordenanza. Las quejas vecinales en la Verneda, donde siguen las obras de un local con 19 cocinas de alquiler para hacer comidas a domicilio, y en Les Corts, donde se estaba configurando otro para 40 (los trabajos se han paralizado por exceso de volumetría), han puesto este tema sobre la mesa del área de Urbanismo. Su teniente de alcalde, Janet Sanz, prometió el martes en comisión un "plan de choque".
El ayuntamiento se ha visto sorprendido por la irrupción de un fenómeno también conocido como 'dark kitchen' (cocinas oscuras), dado que se gestó en grandes metrópolis donde los alquileres de locales son tan caros que algunos restaurantes ampliaron su capacidad de cocinar arrendando espacios que podían estar en sótanos o hasta contenedores específicos. También surgieron allí marcas creadas solo para el reparto a domicilio, que no precisan un local tradicional. En Barcelona, ya funcionaban espacios con ese fin aunque en pequeño formato. Y también uno con 11 cocinas de alquiler, concebido inicialmente como vivero gastronómico para emprendedores y necesidades de cátering. La clave es que la pandemia ha acelerado esta tendencia, al disparar el consumo de 'delivery' para comer.
Pero ha sido la evolución en cuanto a tamaño y ambiciones lo que ha desatado las alarmas. Por ello, la comisión de Ecología y Urbanismo trató el tema, con objeto de regularlo con la máxima celeridad. Según Sanz, la actividad es nueva (en este formato) y el gobierno municipal "busca cómo abordarla y la estudia jurídicamente". A su juicio, como tal no queda recogida en la actual normativa urbanística, y aunque los dos locales que han trascendido no tienen viviendas encima, sí las tienen al lado, con las consiguientes potenciales molestias denunciadas por los vecinos: afectación a la movilidad en la zona (de cara al reparto), humos y olores, trajín de proveedores, residuos...
Licencias complejas
Todo ello está en estudio en el departamento de licencias, aseguró, y el consistorio ha pedido a los dos operadores que aporten la máxima documentación sobre sus proyectos y dimensión. Sanz dijo saber también de "algún otro caso" que están analizando. Las acciones que anunció son inspecciones para el cumplimiento de las normativas actuales (obras y licencias), regulación de la actividad mediante un grupo de trabajo creado para ese fin, análisis de los efectos en el entorno, y determinar cuáles han de ser las condiciones para su posible implantación urbana.
En resumen, el ayuntamiento "estudia hacer una ordenanza que incorpore la actividad", también modificar la ordenanza medioambiental al respecto e incluso modificar "planes de uso para su ubicación", anunció.
Algunos grupos de la oposición se mostraron inflexibles con el tema, al considerar que no sería una actividad de restauración sino industrial, y por lo tanto se debería abordar como tal y descartar en las tramas urbanas con densidad de vecinos. Para ERC, "las 'dark kitchen' son a la restauración tradicional lo que Amazon al comercio de proximidad". Pero consideran que el consistorio dispone de instrumentos jurídicos para paralizar las obras por su carácter industrial y "regular su implantación con fórmulas más adecuadas".
Según JxCat, lo anunciado por Sanz "no es un plan de choque" porque no ofrece soluciones rápidas ni drásticas como detener los proyectos. Lamentan que afectará a la convivencia vecinal por sus efectos colaterales, por lo que hay que "proteger las zonas residenciales" al respecto.
Todos los grupos coincidieron en la urgencia de regularlo antes de que sea tarde, para que no acabe sucediendo como con otros fenómenos como el de los pisos turísticos, que se ordenaron cuando la actividad ya estaba disparada.
En la actualidad, el proyecto de la calle de Felipe de Paz, 10 (Les Corts) está parado porque incumplían la licencia de obras al construir otro nivel sobre la planta baja, mientras que el de la calle de Puigcerdà, 204 sigue adelante porque solo había tramitado un comunicado de obras que se está acatando hasta la fecha. Tiene pendiente presentar el proyecto para la licencia de actividad. En este barrio, una plataforma vecinal lucha ahora para evitar su implantación.
En la mayoría de nuevos casos, son las plataformas de reparto a domicilio las que contratan cocinas, donde crean platos que solo ellas distribuyen.
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