El socavón del Carmel en la memoria

Una de sus anécdotas favoritas que no se cansa de explicar pese a lo ronco de su voz es precisamente recordar el momento en el que la perdió. "Estoy así desde el hundimiento del metro. Allí me dejé las cuerdas vocales", cuenta Alfonso Segura sentado en la cafetería del mercado del Carmel, donde este vecino es institución. En una de sus decoradas muñecas luce aún una pulsera de plástico en el que se recuerda la fecha que tiene grabada a fuego: "27 de gener, mai més"; en alusión a aquel 27 de enero de 2005 en el que la tierra se tragó un edificio provocando un socavón de unos 35 metros de profundidad y 30 de diámetro que obligó a desalojar a 1.200 personas. 

Evidentemente el socavón por el que pelea ahora nada tiene que ver con el provocado por la ampliación de la L5, pero está decidido a insistir hasta que se arregle, como ha hecho siempre y a sus 79 años no parece que vaya a cambiar.

"Ya verás, este conductor es nuevo y se lo comerá", señala en la calle Conca de Tremp, frente al agujero en la calzada. Efectivamente, el autobús no ve y "se come" el socavón, que este vecino que se autodenomina "un guerrero",  lleva meses denunciado, tanto en la policía local, como en el 092 y vía instancia. La penúltima, el 28 de mayo. La respuesta por escrito suele ser satisfactoria: "le informamos de que, después de las actuaciones pertinentes, se ha incluido en el listado de incidencias. Se programará la reparación lo antes posible", le respondieron el 13 de mayo. El 2 de julio el agujero seguía allí, así como Segura, quien no duda tampoco en llamar con su perjudicada voz a los periódicos para denunciarlo. 

Topografía difícil

Ciertamente, la topografía del Carmel podría describirse de muchas maneras menos amable, así que los socavones contra los que lucha Segura suponen un fácilmente evitable peligro.

En la carpeta en la guarda las instancias y las repuestas para documentar todo aquello que denuncia, Segura guarda también con orgullo varios recortes de prensa. Una particular hemeroteca, con sus victorias y derrotas. Desde la noticia de una acción en la que construyeron ellos mismos una boca del metro (de cartón) para reivindicar su llegada, hasta la de una recogida de firmas para pedir el regreso de la línea 87 a su antiguo recorrido.