PERIODISMO

Así defendieron Delibes, Badia i Margarit y Fontana a Josep Maria Huertas ante la justicia franquista

El fondo donado por su familia incluye la documentación sobre el proceso a que fue sometido y sus ocho meses de encarcelamiento

Josep Maria Huertas Claveria, tras salir de la cárcel.

Josep Maria Huertas Claveria, tras salir de la cárcel. / archivo

Ernest Alós

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El fondo del periodista Josep Maria Huertas Claveria ha ingresado en la Biblioteca de Catalunya, tras ser donado por su viuda, Araceli Aiguaviva. “Estará mejor aquí que en mi casa”, ha dicho, recordando que se ha elegido este centro por las facilidades que brinda a la consulta de la documentación, durante el acto de donación, presidido por la ‘consellera’ de Cultura, Laura Borràs. Se trata de 4.500 volúmenes de su biblioteca particular, centrada en los temas en torno a los que giraron su obra periodística y sus numerosos libros, la historia de los barrios de Barcelona, del movimiento obrero y del periodismo catalán. Y sobre todo las cajas con la documentación que utilizó. Documentación exhaustiva (llevaba el cómputo de cada artículo publicado en revistas y diarios) y que incluye una parte de especial interés, la relacionada con el ‘caso Huertas’, su encarcelamiento durante ocho meses por un artículo que indignó a los militares y desencadenó la primera huelga de la prensa de Barcelona en décadas.

Hoy estaba expuesta sobre una mesa una pequeña muestra de esa correspondencia. La más llamativa, las cartas de quienes se prestaron gustosamente a dar fe de la buena conducta de Huertas ante el tribunal que lo juzgó por aquel artículo publicado en el ‘Tele-eXpres’ el 6 de junio de 1975, titulado ‘Vida erótica subterránea’, que contenía la frase fatídica: “Un buen número de meublés estaban regentados por viudas de militares, al parecer por las dificultades que para obtener permiso para abrir alguno hubo después de la guerra”.

Los capotes de los académicos

Las filigranas verbales que realizaron para  quitar hierro Antoni Maria Badia i Margarit, en tanto que catedrático de gramática histórica, y Miguel Delibes, que hacía valer su “calidad de académico de la lengua”, son de traca. Badia i Margarit, por ejemplo, destaca que al generalizar en lugar de señalar un caso concreto, Huertas fue “un ejemplo de prudencia y comedimiento” y de “finura y discreción”. Aunque generalizar, argumentaba con una frase digna de un monólogo de Les Luthiers (leída con la voz de Mundstock, podría pasar por uno de ello), Huertas tampoco generalizó. Examinemos, proponía, la expresión 'un buen número de': “Un buen número de meublés no han de ser, gramaticalmente, ni la mayoría de meublés, ni siquiera la mitad de los meublés, pueden ser muchos menos; o muy pocos. Véase, por ejemplo la frase 'Un buen número de Barceloneses suben al Tibidabo los domingos'. Si se comparan con los barceloneses que se van a la playa o con los que se van a otras montañas o, incluso, con los que se quedan en la ciudad o en casa, es evidente que los que suben al Tibidabo son una minoría muy reducida. Esto ilustra sobre el valor modificativo de la expresión”.

Y seguía, con una vis cómica involuntaria o bien marxista (de Groucho) que pocos podían esperar del venerable catedrático: "El segundo elemento gramatical en el que hay que insistir es 'al  parecer'. Con esta expresión se alude a la causa o motivo de algo, dando a entender que no se puede dar por seguro que sea su causa o motivodando a entender que hay quien cree que se trata de la causa o motivo de algo, sin que exista razón suficiente para ello". 

En la mesa también podía consultarse hoy la carta que envió “para la mejor defensa del procesado” el escritor y periodista castellano Miguel Delibes, que mareaba la perdiz en torno al significado de la frase polémica del artículo de Huertas, para ganarse la benevolencia de los jueces. “La frase objeto de la acusación es un tanto ambigua en el sentido de que lo que se pretende con su interpretación es generalizar lo particular, ya que el hecho de que unas determinadas personas se dedicaran a un determinado negocio no implica que lo hicieran una mayoría, ni envuelve, por tanto, ofensa para ninguna institución en concreto. (Personalmente no me sentiría ofendido si en esos términos se hubieran referido a viudas de periodistas sino más bien apesadumbrado por el hecho de que alguien tuviera que apelar a estos procedimientos para capear una época dura e incierta, muy especialmente para las viudas con hijos)”.

"Conducta ejemplar"

Aparte de estos ‘informes de lectura’, otras personalidades destacadas dieron la cara por Huertas. El catedrático Josep Fontana daba fe de la participación de Huertas en sus clases de la UAB como oyente “con un aprovechamiento muy notable y una conducta ejemplar”. El historiador y militante del PSUC se ponía la piel de cordero ante los jueces militares: el acusado era “una persona con tanta valía intelectual como seriedad y corrección de trato, que jamás causó problema alguno ni se mezcló en los que pudieran suscitarse entre los estudiantes, ni mostró ser en forma alguna partidario de actitudes o tendencias que implicaran el recurso a la violencia como forma de actuación personal o social”.

Y el sacerdote Josep Bigordà, buen amigo y rector de Sant Medir, ponía sobre la mesa “la personalidad cristiana de José María Huertas” que “le predispone siempre a actitudes de diálogo y de delicadeza en las relaciones con las personas” (aquí se puede intuir a Bigordà sonriendo mientras escribía la frase; mucho más sincera suena la siguiente , eso sí: “las motivaciones éticas y cristianas que han impulsado siempre a José María Huertas se han inspirado siempre en un sentido de respeto a los demás y en una marcadísima sensibilidad absolutamente ajena a cualquier forma de violencia”). 

Otro apartado es el de los mensajes de solidaridad y adhesión enviados por personalidades de la política y la cultura catalanas (en la mesa, hoy, se exponían misivas o telegramas de Salvador Espriu, Joan Oliver, Nèstor Luján, Josep Tarradellas, Quico Pi de la Serra, Carlos Sentís, Joan Manuel Serrat, Ernest Lluch y Dolors Bramon) y por otras muchas personas sin tal notoriedad, como la Junta Directiva de la Agrupación de Amas de Hogar, la revista ‘Vida Parroquial’ de Arenys de Mar o los “cargos sindicales de la empresa Medir S.A., del ramo del agua”.