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Cervera, el almirante que predijo que defender Cuba sería un desastre

Pascual Cervera

Pascual Cervera / EL PERIÓDICO

Toni Sust

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Cuando al almirante Pascual Cervera Topete le ordenaron que comandara la flota que debía acudir a Cuba a enfrentarse a la de los EEUU, propuso no irRecomendó a sus superiores reforzar la protección de las Canarias y de la península, por si la fiesta cambiaba y eran los norteamericanos quienes decidían atacar España. No le hicieron caso. Así que, disciplinado, acudió a perder la batalla que había anunciado que no podía ganarse.

La escena debió de ser impactante. El mar frente a Santiago de  Cuba, los barcos españoles saliendo de puerto y siendo torpedeados, uno tras otro, por los estadounidenses: más de 300 marinos españoles muertos, por solo un norteamericano. Y unos 2.000 marinos españoles, que serían hechos prisioneros, ganando tierra a nado. Entre ellos, el almirante Cervera: un marino y su hijo Ángel Cervera, que iba embarcado con él, le ayudaron a llegar a la costa.

Todo ello sucedió el 3 de julio de 1898. El desastre acababa de consumarse. España veía perdida su última colonia americana 406 años después de que Colón pusiera un pie en el continente. Filipinas había caído poco antes.

Una isla, una calle

Más de un siglo después, Cervera Topete (Medina Sidonia, Cádiz, 1838) ha perdido este domingo una calle en Barcelona, la que en adelante llevará el nombre del actor Pepe Rubianes. No es un caso similar al de la plaza de Antonio López: la retirada de la estatua del primer marqués de Comillas fue también un acto de rechazo a su figura, considerada un símbolo del comercio de esclavos. En el caso de Cervera, lo que ha primado es el homenaje a Rubianes.

Cervera Topete, hijo de un oficial del ejército que combatió a las tropas de Napoleón en la guerra de Independencia, ingresó en el Colegio Naval a los 13 años y con 19 hizo su primer viaje a Cuba. A los 21 años era alférez de navío. Poco

Juzgado por la derrota, había vaticinado: “Buscan a la pobre víctima que expíe las culpas”

después fue enviado a Filipinas. Conocía bien las colonias que iban a perderse. Fue gobernador del archipiélago filipino de Joló, donde contrajo la malaria, y comandante militar de Marina de Cartagena. Llegó a ministro de Marina con Práxedes Mateo Sagasta como presidente. Cervera solo duró cuatro meses en el cargo, de diciembre de 1892 a marzo de 1893: presentó su dimisión porque, contra lo que le habían prometido, el presupuesto de Marina se vio reducido. Nombrado jefe de la comisión naval en Londres, allí pudo conocer con detalle la evolución de las principales flotas y constatar que había guerras que ya no se podrían ganar.

Puesto en su contexto histórico, más bien era un personaje moderno para la época. En la península primaba la idea de que era imposible que un país sin apenas pasado pudiera aplastar al que había sido el imperio español. Incluso había voces que apostaban por invadir Estados Unidos: el informe de un agregado militar español juzgaba fácil una incursión española por el Mississipi para capturar Nueva Orleans.

Cartas premonitorias

Intuyéndose un chivo expiatorio en potencia, Cervera escribió a un primo una carta profética y le pidió que la guardara: "Seré paciente y cumpliré con mi obligación, pero con la amargura de saber que mi sacrificio es en vano. (...) Buscan a la pobre víctima que expíe las culpas cometidas por otros". En la misiva decía también sobre un potencial choque con EEUU: "Cada día estoy más convencido de la idea de que resultaría en una gran calamidad nacional". El famoso 3 de julio de 1898, Cervera, obligado por sus superiores, acaba sacando de Santiago a los barcos que fueron al desastre. Descarta combatir en mar abierto para evitar la destrucción de los barcos y la muerte de todos los marinos.

Uno a uno, los cruceros Cristóbal Colón, Infanta María Teresa (en el que iba Cervera), Vizcaya y Almirante Oquendo y los destructores Plutón y Furor reciben el fuego estadounidense. Solo el Plutón es hundido. El resto de naves, maltrechas por los ataques, son embarrancadas en la costa, lo que sin duda facilitó que se salvaran muchas vidas. Cervera es criticado por la operación: algunos recomendaban que saliera de noche o de una manera distinta.

Agasajado en EEUU, juzgado en España

El comandante del Iowa, al que el almirante es llevado desde el Gloucester tras ser apresado, le recibió con la frase: "Es usted un héroe". Trasladado a Annapolis (Maryland), los estadounidenses le ofrecieron un buen trato y le reconocieron el que había dado antes a sus propios prisioneros. Distinto fue el trato que recibió al regresar a España, donde fue juzgado por la derrota. Acabó absuelto y fue senador en sus últimos años.

Pascual Cervera, bisnieto de Pascual Cervera, participa junto a muchos de sus descendientes en la defensa de la figura del almirante. No comprende que su nombre se borre de la Barceloneta. Escribió a la alcaldesa, Ada Colau, para recodarle que su antepasado tiene bustos en Santiago y La Habana, y que incluso Fidel Castro elogió su ejemplo. Y razona sobre la ya extinta vía de Pascual Cervera: "Seguro que en esa calle han vivido catalanes que descendían de marinos que se salvaron gracias a la prudencia del  almirante".