CONVULSIÓN EN LA 'CIUDAD VIUDA'

Barcelona: dos meses bajo los helicópteros

61 días ininterrumpidos como protagonista de la actualidad internacional: esa es la trayectoria de Barcelona desde el atentado del 17-A

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Carles Cols / Barcelona

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A Barcelona, y es una lástima, hace tiempo que se la ha dejado de llamar poéticamente la ciudad viuda, apelativo estupendo que se supone que se puso a sí misma cuando Fernando I, que estaba hasta la mismísima corona de los barceloneses, se llevó la corte a Aragón. De la ciudad viuda se acordaba aún Manuel Vázquez Montalbán en un artículo del año 2000, "viuda de soberanía política", decía, lo cual se supone que imprime un carácter muy concreto, algo que, más mucho que poco, se ha comprobado en estos dos últimos meses. El reloj de este relato sobre Barcelona y su modo de ser se pone en marcha a las 16.50 horas del pasado 17 de agosto. 13 personas mueren ese día en la Rambla en un atentado yihadista.

El apodo de ciudad viuda se acuñó en el siglo XV, para presumir de que era 'king free', "viuda de soberanía política", decía Vázquez Montalbán

Barcelona, sin ser capital como París, Londres, Berlín, Bruselas o Estocolmo, se sumó aquel día a la lista de blancos del Estado Islámico. Esas otras ciudades son capitales, centros de decisión política. A Barcelona se da por hecho que se la atacó (además de por cuestiones logísticas, como que la célula se formó en Ripoll) por su carácter icónico, por ser ciudad turística en boca de todos, por el efecto altavoz. El atentado fue el 17 y no fue hasta el 21 que el autor de la masacre murió acorralado por los Mossos d’Esquadra. Fueron cinco días de incertidumbre, de 'asesino anda suelto' en los noticiarios de todo el mundo y, sin embargo, el impacto de aquella atrocidad se circunscribió esencialmente a las emociones colectivas. Los barceloneses exteriorizaron su dolor, redecoraron la Rambla con flores y peluches. Proclamaron también que esta es una ciudad de paz, lo cual daría para una larga discusión, pues Barcelona ha sido una de las ciudades más visitadas por la violencia a lo largo de su historia. Lo insólito fue, sin embargo, el inapreciable impacto del atentado en el árbol del maná, el turismo.

El lobi contento

El pasado mes de julio fue estadísticamente de récord. El más turístico de la historia en estas coordenadas geográficas. 10,5 millones de extranjeros visitaron España. Uno de cada cuatro de esos turistas eligió Catalunya. Agosto no fue muy distinto, 10, 4 millones. Lo dicho, el impacto del atentado fue mínimo en este aspecto. Miel sobre hojuelas para el lobi del sector, al que no le quita el sueño que un tercio de los barceloneses ganen menos de 1.000 euros al mes. Si se trata de menores de 30 años, los 'menosdemileuristas' son el 68%. El eco del atentado perduraba en las portadas de la prensa y, pese a todo, la economía local iba como siempre, más o menos como Vázquez Montalbán la definió en aquel referido artículo de la ciudad viuda. "Hoy es posible comer muy bien en Barcelona si se tiene dinero y casi no comer si no se tiene".

Los atentados apenas dañaron el maná turístico, pero el 26 agosto cambió el relato: sin fundido en negro el 'procés' tomó el relevo informativo

La fecha en la que el curso de los acontecimientos cambió el paso fue el 26 de agosto, un sábado de manifestación convocada para repudiar la violencia. Los barceloneses han ido a menudo a convocatorias como esta. Por Irak, por Ernest Lluch… Para Felipe VI, sin embargo, fue su primera 'mani'. Jamás la olvidará. Lo de ciudad viuda es sinónimo como mínimo de poco monárquica y, si es menester, tan antirregia como anticlerical, o sea, de pitote a la vista.

Así fue. El 26 de agosto, como en una carrera de relevos, el testigo de la tensión informativa pasó del atentado al 'procés', porque aquel día el duelo por los muertos fue roto por gritos contra el monarca y a favor de la independencia. El relato de las portadas cambió, sin fundido en negro ni nada, sin una pausa para recuperar el aliento, de golpe. Lo corriente hubiera sido un receso informativo antes de que se aproximara el anunciado Primero de Octubre, el pretendido 'independence day' del Govern.

Las fechas posteriores son, como a tantos gusta decir, históricas. Los días 6 y 7 de septiembre, el bloque soberanista

Tanto frenesí eclipsa los detalles. El edificio en que los guardias civiles quedaron encerrados el 20 de septiembre es de estilo vienés 'sezession'

del Parlament hizo lo que nunca había hecho en siete años de 'procés' de hámster, de día de la marmota, de cinta de Moebius. Le hizo un 'fosbury' a la Constitución, se la saltó. El Onze de Setembre se celebró la Diada. El 14, el Gobierno central intervino las arcas de la Generalitat, algo muy gordo, pero tan rápidos se desarrollaban ya los acontecimientos que la noticia fue un flas fugaz. El 20 de julio, la Guardia Civil detuvo a altos cargos de la Generalitat y, en respuesta, una multitud retuvo a guardias civiles en el número 19-21 de la Rambla de Catalunya, lo que son las cosas, un edificio modernista con influencias arquitectónicas del estilo vienés 'sezession'.

Desnudo en Trafalgar Square

La Mercè fue la calma antes de la tempestad final. El 26 de septiembre, la fiscalía ordena precintar los colegios electorales. El 28, los estudiantes salen a la calle. El 1-O, el gran oxímoron, porras y urnas. Las imágenes sorprenden más allá de las fronteras. En eso, Barcelona tiene una larga tradición. En 1896, aunque solo sea por exponer un antecedente cualquiera, tiene lugar el brutal atentado anarquista de la Procesión de Corpus. Mueren 12 personas. Las autoridades detienen a más de 400 sospechosos habituales. Se obra con desmesura, como en el 1-O. Entre los detenidos y apaleados en Montjuïc está, por ejemplo, Fernando Tarrida de Mármol, ingeniero industrial y conocido intelectual anarquista. Su caso es interesante por un detalle que de él se cuenta en 'Barcelona rebelde', de la editorial Debate. Excarcelado y prudentemente exiliado, Tarrida fue a Londres a denunciar la brutalidad del poder político español cuando su blanco era Barcelona. No hablaba inglés, así que optó por quitarse la camisa en Trafalgar Square y desmayar a la concurrencia. Fue un 'youtube avant la lettre'. La cosa llegó a la Cámara de los Comunes, que se ofreció a mediar.

El oxímoron del 1-O en Barcelona, porras y urnas, no es la primera vez que preocupa al mundo. Ahí está el precedente de 1896, que llegó a la Cámara de los Comunes

Estos 61 días que han transcurrido desde los atentados del 17 de agosto habría que cerrarlos, en buena lógica cronológica, con la fuga de empresas, con el despertar del unionismo el 8 de octubre, y, cómo no, con el pleno del pasado martes, en el que Catalunya fue independiente durante menos de un minuto. Pero puestos a elegir un día simbólico de la ciudad viuda, ninguno mejor que el 3 de octubre. ¿Por qué? Por un detalle que tal vez pasó inadvertido. Aquel martes se llenaron las plazas de media Catalunya. En Vic, en Girona, en Lleida, en Reus... Fueron concentraciones monocolores, 'indepes'. No ocurrió exactamente lo mismo en Barcelona. Aquel 3 de octubre tomaron la Gran Via y el paseo de Gràcia los herederos actuales de la ciudad viuda, cada cual bajo su bandera, si es que la tiene. Las tricolores republicanas ondearon al lado de las secesionistas, de las rojinegras cenetistas y de las descoloridas comunistas del PSUC. Por la noche, 39 días después de que le silbaran en Barcelona, Felipe VI hizo su muy borbónica alocución televisada.

Y ahora, a esperar qué sucede este lunes, quizá el más histórico de los días históricos originados por el 'procés'.