Cuando la joya es un mural de Casas

La tienda Rabat de paseo de Gràcia luce una conocida pero inédita obra del modernista

Esteve Rabat, junto al mural recuperado de Ramon Casas que puede verse en el primer piso de la que fue Casa Codina y hoy es joyería Rabat.

Esteve Rabat, junto al mural recuperado de Ramon Casas que puede verse en el primer piso de la que fue Casa Codina y hoy es joyería Rabat. / periodico

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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La entrada impone. Doble puerta. Y alguien trajeado que espera al otro lado. Pero superar el miedo escénico que supone entrar en la joyería más grande de España, y una de las mayores, si no la que más, de Europa vale la pena. Pasado el umbral todo es amabilidad. Da igual si uno va a comprar un Vacheron Constantin, los hay de 350.000 euros (y si los hay será porque alguien los lucirá, se supone), o si se va a por algo más asequible, mucho más, de dos cifras, pongamos por caso. Aquí los ceros no borran las sonrisas. Ni la invitación, que va incluida con la entrada. ¿Un café, un botellín de agua, una copa de champagne? ¿Cava? "A Esteve Rabat le gusta mimar y cuidar a la gente", afirman sus allegados. Y lo hace. Así que el presupuesto es lo de menos cuando uno cruza la puerta. "El negocio lo hacemos con todo, podemos tener desde detalles muy sencillos hasta detalles muy importantes, el objetivo es que la gente pueda disfrutar". Palabra de joyero.

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También se puede acceder con la cartera vacía y por amor al arte. Literalmente. Veamos. Lo que se exhibe en las vitrinas tiene condición artística, sin duda. Pero en la tienda hay mucho más: modernismo por doquier y firma de lujo, la de Ramon Casas. No en vano la joyería Rabat ocupa, desde hace casi un año, la Casa Codina. La misma en la que vivió la hermana del pintor y la misma que está junto a la que fue residencia familiar del artista. No solo eso. Al otro lado, pared con pared, se levanta la Pedrera. De manera que todo en el edificio, obra de Antoni Rovira i Rabassa, rezuma formas orgánicas y artes decorativas de antaño. Restauradas, restauradísimas. Por imperativo legal, el que le da la calidad de finca protegida; y por convicción artística, la que tiene Rabat. Se ha recuperado todo lo recuperable: suelos hidráulicos, maderas originales y techos ornamentados. Solo se ha permitido una licencia: girar la escalera principal, aunque es la original, eso sí.

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Así las cosas, uno puede pasearse por la joyería gozando de edificio propio y ajeno. De puertas hacia dentro o de ventanas hacia fuera. Ya que la Pedrera, la parte trasera, la menos conocida, se ve desde diferentes puntos de la tienda. ¿La mejor vista? La que hay desde la terraza-bar. Un fantástico espacio abierto a los clientes y no clientes con reuniones que celebrar. "Incluso se ha hecho algún fichaje de fútbol", afirma Rabat. Punto. Ni una pista del afortunado o su equipo. Ya se sabe que en estos negocios la discreción es norma. La terraza ofrece una panorámica inigualable: la obra de Gaudí por un lado y el que fue domicilio de Ramon Casas, por otro. Edificio que en su día acogió a Vinçon y que en un futuro no muy lejano ocupará Massimo Dutti. Y los dos talleres que el pintor tuvo, uno en su casa y otro en la de su hermana. Este último con reloj de sol incluido que funcionó hasta que Gaudí levantó el edificio de Barcelona que más turistas concentra en su puerta. Y proyectó sombra sobre el conjunto.

REGALO DE BODAS

Con todo, lo mejor no es nada de esto. Sino un mural conocido pero inédito que Casas pintó en el salón principal de la Casa Codina. Fue un regalo para su hermana Elisa cuando esta se casó. Y ella es la protagonista. Vestido verde, fondo azul y rama en mano. La pintura al temple estaba en un estado de semiabandono cuando cayó en manos de Rabat. Ahora, tras la limpieza y recuperación del color, realizadas por Josep Pascual i Peris, vigila el rincón dedicado a Chopard en la joyería. De manera que uno puede entrar con un buen presupuesto, dirigirse al mostrador de la firma suiza y disfrutar de las joyas que más lucen las famosas al tiempo que observa el mural. U optar por la opción más fácil: preguntar directamente por él.

"Me lo piden, sí, pero poco. Dejamos pasar a cualquiera que esté interesado. Es más, desde aquí invitamos a venir a quien quiera verlo", sostiene Rabat. Tomen nota, vale la pena.