Las denuncias por violencia machista aumentan cuando pierde el Barça

La frustración por la derrota, a menudo combinada con el consumo de alcohol, funciona como carburante para maltratadores habituales

G. S. / BARCELONA

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A veces se tiende a imaginar que los asesinatos de violencia machista son el epílogo a una relación tormentosa, el trágico desenlace de una pelea pasional motivada por un abandono o la sospecha de una infidelidad. Situaciones que llevan al límite las emociones tanto del agresor como de la víctima. Sin embargo, el infierno cotidiano de las mujeres maltratadas suele ser más cruel, por arbitrario y gratuito.

En el imaginario social se ejemplifica la absurdidad del calvario que viven subrayando que algunas palizas caen cuando pierde el equipo de futbol de su maltratador. Parece una exageración, pero eso es precisamente lo que ha constatado un estudio de los investigadores Daniel Montolio y Simón Planells, del Institut d’Economia de Barcelona (IEB) de la Universitat de Barcelona (UB).

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Se trata de un segundo trabajo, todavía en fase revisión académica, que, a diferencia del primero, cuyas conclusiones también publica hoy EL PERIÓDICO, se basa en parámetros temporales para medir la criminalidad en relación con un acontecimiento tan pasional como un partido de futbol, en concreto, del F.C.Barcelona.

“En las horas posteriores a una derrota del Barça", independientemente de si el equipo de Luis Enrique juega en el Camp Nou o fuera, "los Mossos d'Esquadra reciben más denuncias de mujeres de Barcelona que aseguran haber sido agredidas por sus parejas”, avanza Montolio.

Esta afirmación, que ya conocía la sabiduría popular, tampoco extraña al catedrático en Psicología de la UB Antonio Andrés Pueyo, quien recuerda que ya existen estudios similares publicados en Estados Unidos que han conseguido relacionar los resultados de los equipos de futbol americano o los estrenos de 'blockbusters' de cine de acción con un incremento de la violencia doméstica en los hogares estadounidenses.

La agresión física puede originarse “a partir de una chispa mínima”, subraya este responsable del Grupo de Estudios Avanzados en Violencia (GEAV). La derrota de un equipo de futbol a un hincha le provoca un estado de crispación que a menudo se conjuga con un consumo de alcohol superior al habitual. Ambos son "antecedentes" que, en el caso de los maltratadores, les animan a descargar su frustración en casa, sobre todo contra su mujer.

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No se trata, por lo tanto, de agresores necesariamente fanáticos que actúen como 'hooligans' nublados por la devoción radical hacia su equipo. Sino que son hombres que maltratan a sus parejas y a los que algo tan alejado de la responsabilidad de las víctimas como un mal partido del Barça les lleva a “pagarlo con estas”.

Pueyo remarca que lo interesante de este estudio es que tiene en cuenta las horas posteriores a los partidos y no únicamente aquellas que tienen lugar durante el choque. “Se produce un efecto desplazamiento” que provoca que el disgusto por el mal resultado deportivo actúe como un carburante de la violencia doméstica. Hasta un buen rato después del silbido final.