REGENERACIÓN URBANA
La última frontera de BCN
Las posibilidades de convertir las azoteas de Barcelona en un inmenso pulmón ajardinado son enormes, pero la complejidad y el alcance de la empresa también. "Es un proyecto de vida", llega a decir el concejal de Medio Ambiente, Joan Puigdollers, es decir a largo, largo plazo. Y añade que es asimismo un modelo que con los años cada vez será más necesario implantar por puro imperativo medioambiental en metrópolis densas. No es exagerado afirmar que una última frontera de la gestión urbanística renaturalizadora y sostenible de este siglo recién iniciado, la también llamada 'quinta fachada', incluye la incorporación de las azoteas y otras cubiertas y partes de los edificios al 'metabolismo' capitalino. Serán espacios verdes, ecológicos y con un renovado uso social y comunitario.
Los 8.000 inmuebles que pueblan la capital catalana suman un total de 1.764 hectáreas de azoteas llanas, con ligera pendiente, y transitables, indican los datos municipales. Es el 67% de la superficie de cubiertas existente (las ligeras que impiden el paso son el 20% y las inclinadas de tejas, el 13%). Si este inmenso y dispar mosaico llegara a estar un día ajardinado, formaría un espacio equivalente nada menos que a un centenar de parques como el de la Ciutadella (17,4 hectáreas). Un "gran activo social, ambiental y energético, a pesar de que este último entendido como la ubicación de placas solares para la producción de electricidad se ha vuelto por ahora inviable por la ley sectorial española del 2013", explica Puigdollers.
DECADENCIA / El ayuntamiento quiere dar valor y recuperar el uso vecinal, adaptado a los nuevos tiempos, que habían tenido hasta los años 70 las partes de ese enorme conjunto. Allí se celebraban verbenas, jugaban los niños, por ejemplo izando sus cometas, se tendía la ropa, se tomaba el sol o el fresco, se mantenían palomares, se hacían actividades comunitarias o se almacenaba agua en depósitos. Con la llegada del suministro directo y el desuso de estos recipientes y también con el fin de los tendederos, las azoteas se fueron cerrando y se convirtieron en trasteros o lugares inhóspitos con nuevas instalaciones que dificultaban el acceso y el paso.
El plan municipal para explotar este, por el momento, último recurso urbano tiene numerosas implicaciones. Una es que a partir de ahora, y como ya se ha hecho en varias obras, el consistorio se obliga a que todos sus proyectos, de equipamientos o viviendas, incluyan la reutilización de las azoteas. Puigdollers reconoce que la iniciativa "es más complicada en inmuebles con comunidades de propietarios". Añade que el plan promoverá también cambios en la normativa metropolitana para fomentar el uso de las cubiertas en la obra nueva y en las grandes rehabilitaciones.
Las ayudas económicas municipales, el asesoramiento y apoyo técnico así como la divulgación son cuestiones esenciales para que la iniciativa tenga éxito. Cuando se lanzó el plan en septiembre se fijaron dos líneas. Una, subvenciones para obras de rehabilitación de hasta el 50% con un máximo de 60.000 euros. Dos, dinero específico para la renaturalización con unas cantidades y condiciones similares a las anteriores. Se exige en este caso el riego automático y un año de contrato de mantenimiento para asegurar la supervivencia del espacio. Ambas ayudas no son excluyentes pueden sumarse y tras este último trimestre del 2014, en el que por ahora aún no se han presentado peticiones, tendrán continuidad el próximo año, según detalla el concejal.
Col.legi d'Administradors de Finques
La coordinación con los administradores de las comunidades es otro aspecto destacado del plan. Lorenzo Viñas, gerente del Col·legi d'Administradors de Finques de Barcelona i Lleida, afirma que para el sector "la medida es magnífica, multiplicará la actividad económica, de rehabilitación y de mantenimiento sano de edificios". La entidad "recomendará las mejoras y hará de puente" con la sociedad, detalla.
Viñas continúa señalando que estos espacios deberán tener un "reglamento de uso como los de las piscinas o los jardines comunitarios" de nueva construcción a nivel del suelo. En cuanto a la compleja cuestión del acuerdo preciso de los propietarios, recuerda que para lo que se consideraría una "innovación no necesaria u obligatoria" (distinta de una reparación ineludible como una gotera que exige solo mayoría simple) hacen falta las cuatro quintas partes de los votos.
Además, a quien no esté de acuerdo ni pague no se le puede impedir la entrada a la azotea porque es un espacio común. Para que la recuperación de la cubierta avanzara dice que "podría revertirse el acuerdo como una cuestión vinculada a la rehabilitación del inmueble".
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