Aquellos locos cacharros
David nació en 1914 como fábrica de 'down-cars' en un taller del Tibidabo, pero al crecer se mudó al Poblenou En 1931 se asentó en la calle de Aribau donde tuvo una flota de 1.000 taxis
A principios del siglo XX, un grupo de jóvenes se deslizaba pendiente abajo por la cuesta del Tibidado con los llamados down-cars, pequeños vehículos sin motor que los mismos pilotos subían arratrándolos con cuerdas o ayudados de una mula. En 1909 las carreras ya eran reglamentadas y muy competitivas y seguidas por el riesgo que implicaba la velocidad que alcanzaban los conductores pendiente abajo.
José María Armangué (Barcelona 1890-1917) falleció joven en una accidente de aviación, pero antes fundó David, una de las empresas de fabricación de automóviles más punteras en esa época. Se llamaba así en alusión al personaje bíblico, el pequeño pastor que logró vencer al gigante filisteo Goliat.
Armangué estudió Medicina al igual que su padre, pero su afición por la competición automovilística cambió el rumbo de su vida.
A los 17 años, el Centre Excursionista de Catalunya lo seleccionó para participar en la Copa del Presidente de la República Francesa de bobsleighs, que entonces se asemejaban a un trineo de madera. Al no haber nieve suficiente, Armangué instaló al artilugio las ruedas de una bicicleta, imitando lo que en el norte de Europa se conocía como down-car.
Talleres Juanico
Con ese veloz cacharro pasaba horas y horas con sus hermanos en la carretera del Tibidabo. Cansado de arrastrar el vehículo montaña arriba, a Armangué se le ocurrió fabricar un motor de cuatro tiempos, que fue la base del primer prototipo de coches David, empresa que él mismo fundó el 14 de julio de 1914, tres años antes de su trágico accidente.
«Los primeros modelos se fabricaron en los talleres Juanico de la avenida del Tibidabo, pero al aumentar la producción trasladaron los talleres a la calle del Pallars, en el Poblenou. En 1915 ya se producían 100 unidades de down-car», recuerda Andrés Feliu, actual presidente de David, empresa que gestiona el edificio de la calle de Aribau, 230-240, donde se trasladó el negocio en 1931, que en manos de José María Moré se especializó en taxis. No obstante, no abandonó la fabricación de vehículos comerciales. En 1954 obtuvo la patente de los microcoches de tres ruedas, hoy buscados por coleccionistas.
Una rama de la familia siguió vinculada al automovilismo con la Casa Armangué, ubicada en la rambla de Catalunya. Pero el grueso de la empresa se asentó en Aribau, donde el arquitecto Ignasi Mas, autor de la fachada de la plaza de toros de la Monumental, construyó el inmenso edificio con una serpenteante cuesta para coches, que hasta 1958 albergó el taller y el garaje. «La flota de taxis llegó a tener 1.000 vehículos», agrega Feliu.
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