MALESTAR EN UN sector AZOTADO POR LA CRISIS

El taxi declara la guerra a Uber con la mayor movilización en 20 años

CARLOS MÁRQUEZ / CARMEN JANÉ
BARCELONA

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Solo los veteranos del gremio se acordaban ayer de la última vez que Barcelona vio a tantos taxistas juntos detrás de la misma pancarta. Sucedió en 1994. Por aquel entonces, con una ciudad que padecía los efectos de la crisis posolímpica, pedían que se retiraran licencias porque el pastel no daba para todos. Ayer se repetía el fondo de la cuestión, pero con una ciudad mucho más turística, mucho más moderna, mucho más entregada a las nuevas tecnologías. Tanto, que los conductores consideran que aplicaciones para móvil como Uber son «ilegales y piratas». Y por eso, porque ellos tienen su acreditación, su seguro y pagan impuestos, decidieron tomar las calles.

Uber es una plataforma móvil que ofrece servicios de coches particulares dispuestos a transportar a otras personas cobrando. Nacida en el 2009 como la típica start-up de San Francisco (como Twitter o Whatsapp), la empresa cuenta con inversores de renombre -Goldman Sachs y Google Ventures, entre muchos otros- que ayudan a entender un proceso de expansión tan rápido: 128 ciudades de 37 países en cinco años. La huelga de ayer estaba convocada a nivel europeo, incluso en ciudades no cubiertas por Uber como Madrid. Y en Barcelona se mantuvo pese a que la Generalitat había exigido el cese de la actividad a la empresa.

Fueron cerca de 2.000 los chóferes que se congregaron en Sants a mediodía. Una hora antes empezaba en la plaza de Catalunya la manifestación oficial, convocada por los sindicatos, a la que acudieron cerca de 250 personas. Marcharon hasta Sant Jaume, donde se entregó un manifiesto a la Generalitat. La otra convocatoria llevaba el sello de un grupo que se hace llamar Elite. Surgido hace solo cuatro meses, pretende ser la «voz real» del taxista, explicaba ayer uno de sus miembros.

Nació para combatir las comisiones ilegales que los hoteles pagan a los compañeros tramposos, pero su actividad empieza a tomar una dimensión mucho más amplia. Gracias a las redes sociales y a las radioemisoras que llevan en los vehículos, consiguieron que a muchos se les humedecieran los ojos ante la mayor manifestación del taxi de los últimos 20 años. «No veía esto desde el 94, cuando la reconversión, ese intento de que la Administración retirara licencias», explicó Guillermo ante la sede de Transports, donde la comitiva se detuvo para exhibir con gritos y cánticos su rechazo a Uber o cualquier ingenio que suponga, en su opinión, competencia desleal.

ALGUNAS AMENAZAS / La huelga de 24 horas fue un éxito, aunque no está claro qué tuvo más peso, si el respaldo a la batalla contra Uber o el miedo a los piquetes. A primera hora, algunos taxis fueron atacados cuando se disponían a iniciar la jornada. También a mediodía al menos tres chóferes recibieron la ira de sus colegas. Tampoco Taxi Amic, la única empresa que transporta a personas con movilidad reducida, pudo desempeñar su labor con normalidad, según denunció su presidente, Rudesindo Izaguerri, que explicó que «un grupo pequeño amenazó a conductores y usuarios».

Uber, por su parte, aseguró ayer que no ha recibido ninguna notificación de la Generalitat para que cese su actividad. «Somos una app móvil que ofrece una forma de desplazarse más económica a través del consumo colaborativo. Estamos muy sorprendidos de la reacción de los taxistas porque entendemos que quieren mantener al sector en el inmovilismo», aseguró Ana Aguilar, portavoz en España de la compañía, que opera en Europa desde Ámsterdam.  Ayer, hacían rebajas del 50% en sus tarifas, aprovechando la huelga. Sin embargo, era difícil hallar coche.

«No es cierto que los taxistas sean inmovilistas. Hay que seguir las normas», afirmaba Carles Lascorz, director general de la app Hailo, que usan 3.000 taxis de Barcelona y Madrid para localizar clientes.

INTERMEDIARIOS / Uber llegó a Barcelona a principios de abril, según Aguilar, por la demanda de sus clientes en otras zonas, que querían seguir usando el servicio en la ciudad. «Somos una plataforma de tecnología, no una empresa de taxis. No tenemos coches ni conductores en plantilla, ni les exigimos horarios. Sí controlamos que tengan permisos, que no haya antecedentes penales, que el coche esté asegurado…». También sostiene que, aunque cada conductor tiene su seguro particular, disponen de una póliza complementaria de cinco millones. «No es verdad que seamos inseguros», sostuvo.

La empresa defiende que la regulación del sector del taxi «se hizo antes de que existieran los smartphones», lo que hace que la iniciativa de Uber no sepa «dónde situarse». «La app está pensada para que personas que tienen otras ocupaciones se saquen unos ingresos extras».