exposición

Disparar para fotografiar

El artista Thomas Bachler invita al público del Espai Cultural Caja Madrid a posar como modelo para un retrato que realiza con una pistola y una cámara estenopeica.

Thomas Bachler y una imagen de la muestra.

Thomas Bachler y una imagen de la muestra.

NATÀLIA FARRÉ
BARCELONA

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Aunque Thomas Bachler (Detmold, Alemania, 1961) se dedique a la fotografía, lo que dispara en el Espai Cultural Caja Madrid no es una cámara de fotos sino un arma. Literalmente. Entre hoy y mañana el artista alemán realizará un retrato a todo aquel que quiera (previa cita en el 93 301 44 94), a partir de una cámara estenopeica y una pistola de aire comprimido.

La técnica es sencilla y no entraña peligro. El espectador, modelo en esta ocasión, se sitúa delante de la cámara y Bachler dispara contra esta. La bala impacta sobre la caja oscura construida por el propio artista creando un agujero que permite la entrada de luz y, por lo tanto, la exposición de la figura a fotografiar. Un papel fotosensible y un posterior revelado, in situ, hacen el resto. Al final el resultado es un extraño retrato con efectos visuales borrosos y con la marca de un disparo. Es la segunda vez que lleva a cabo la experiencia. La primera fue el pasado verano en Madrid y sumó 200 retratos entre los visitantes.

La acción, que recibe el nombre dePhotoshooting,surgió de «la reflexión sobre la expresión 'disparar una foto', que puede ser tomada de forma metafórica o literal», explica Bachler. Y es un complemento y presentación -además de «una invitación a hacer algo totalmente radical»- de la exposición que presenta en la sala de la plaza de Catalunya:Escenas del crimen, hasta el 6 de noviembre. La muestra reúne imágenes de espacios comunes: un banco en el parque, el rellano de una escalera, un campo de fútbol... tomadas siguiendo la misma técnica del disparo. Son paisajes normales que el agujero de la bala convierte en lugares morbosos que evocan miedo, posibles escenarios de un crimen.

La serie surgió de la pasión, casi obsesión, del artista por husmear en los archivos de la policía. En ellos, advirtió que la mayoría de imágenes de escenarios reales de actos violentos no decían nada. Solo eran lugares solitarios, vacíos y abandonados que al fotógrafo le parecieron «espantosamente aburridos». De manera que él hizo lo contrario. Convirtió espacios sin historial violento en escenarios criminales a partir de un mecanismo fotográfico. Y así, se convirtió encriminal: «El hecho de disparar con un arma de fuego a una cámara estenopeica, todavía cerrada, me convirtió en el fotógrafo, pero también en el autor del delito».

El experimento con los perdigones no es el primero que realiza este artista «totalmente conceptual», según Christian Domínguez, comisario de la exposición. Anterior a la técnica del disparo es el utilizar su cuerpo transformando su boca en una cámara oscura y sus labios en un obturador. Y el convertir un camión en una cámara gigante en movimiento. Aunque, eso sí, siempre utilizando la fotografía anológica.