La adaptación gradual de un modo de transporte sostenible
Pedalear con tropezones
La bici se porta mal a veces, pero el resto de los protagonistas de la movilidad no se lo ponen del todo fácil. Cuando Barcelona se había acostumbrado a las escurridizas motos y su manía de zigzaguear, cambiar de carril sin poner el intermitente o fregar los retrovisores en los semáforos, llegó el Bicing y los ciclistas empezaron a salir del armario. Ahora, cuatro años después, la convivencia es mejor que en aquel marzo del 2007, pero son muchas las cosas por pulir.
Uno de los principales enemigos del ciclista es el vehículo que aparca en su vial reservado. Suelen ser taxis o furgonetas de reparto. Ponen los warningsy suponen que la bici ya tendrá a bien esquivarles, una maniobra que obliga a meterse en la calzada -no tienen retrovisores y muchos no son muy diestros con la máquina-, con el consiguiente riesgo de ser arrollados por un turismo de una tonelada que circula a sus reglamentarios 50 kilómetros por hora.
Joan Valls, presidente del Bicicleta Club de Catalunya (BACC), añade un problema que atañe a los automovilistas. Asegura que los coches«no respetan el espacio obligatorio que deben dejar para adelantar a las bicis»,lo que genera un elevado riesgo de caída«porque la máquina es mucho más inestable que una moto». «Entre un motorista y un vehículo es normal, pero para nosotros puede resultar fatal. Por eso siempre recomendamos al ciclista que si circula por la calzada lo haga por el centro del carril»,sostiene.
En la escala de peligrosidad, la bici está solo por encima del peatón, el animal más débil de la jungla urbana. Así las cosas, y visto que su lugar es el asfalto, tiene siempre las de perder. Su fragilidad queda demostrada a diario en cualquier cruce del Eixample en el que haya un giro a la derecha que cruce por encima del carril bici. Si el ciclista quiere ir recto, debe cuidarse muy mucho de que el conductor le ha visto, ya que demasiado a menudo da por sentado que el de los pedales frenará para no hacerse daño.
Carriles huérfanos
Otro de los enemigos del ciclista, según señala el presidente del BACC, son los«carriles bici que acaban en zona muerta, huérfanos».Son aquellos recorridos que al llegar a un punto parecen invitar al ciclista a escoger su propia aventura. Sucede en la plaza de las Glòries y en paseo de Gràcia con Diagonal o Gran Via.«El usuario llega al cruce y si no es muy experto y sabe qué hacer, en muchas ocasiones acabará lanzándose a la calzada o invadiendo la acera».O sea, la gente interpreta la salida más segura. Y si resulta que elige mal, seguro que cualquier enemigo hará el resto.
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