Conflicto de convivencia

Malos humos en la escalera

Fincas en las que comunidad y restaurador se ponen de acuerdo conviven sin problemas

El restaurante de Esplugues, cerrado.

El restaurante de Esplugues, cerrado.

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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Los vecinos de la majestuosa finca levantada en el número tres de la plaza de Urquinaona recibieron con recelo la noticia de la apertura de un enormewoken los bajos del edificio.«Temíamos que generara conflictos y olores. El local es enorme»,apunta un vecino. Este miedo, muy común en las fincas no acostumbradas a convivir con la restauración, sea del tipo que sea -en estos bajos en concreto había una tienda de ropa- hizo que los vecinos se movilizaran, pero el diálogo con los propietarios del restaurante logró que llegaran a un acuerdo y hace un año y medio que funciona sin que ningún vecino tenga queja alguna.

«El restaurador se mostró siempre muy dispuesto a dialogar, colaborar y a hacer todas las obras que solicitaba el arquitecto de la comunidad, tanto en temas de insonorización como de sellar las salidas de humo, y el local funciona perfectamente sin afectar al día a día de los vecinos», explica Teresa Villafuerte, portera de la finca, quien asegura que, desde su privilegiada posición en la entrada, si hubiera quejas, las sabría.

Pero no en todas las fincas se establece un diálogo con tan buen resultado como el de esta ejemplar comunidad del Eixample. En ocasiones porque los vecinos se niegan a sentarse a hablar con los restauradores (sean de la nacionalidad que sean), en otras, porque los empresarios -por desconocimiento de la normativa o por dejadez- no hacen las obras adecuadas para asegurar que las salidas de humo -el principal problema- cumplan todos los requisitos legales y sean verdaderamente efectivas.

Charo Martínez, portavoz del Eixample Sostenible, zona que acoge el llamadoChinatown local, asegura que en varias comunidades de vecinos del Eixample barcelonés hay quejas por olores y humos.«Además está el problema de los patios comunitarios, donde muchas veces este tipo de restaurante acumula comida, lo que, además, en verano, genera la presencia de bichos», apunta Martínez, quien también denuncia un caso de apertura sin licencia.«En el paseo de Sant Joan había un restaurante abierto desde septiembre sin licencia, que causaba muchos problemas de malos olores en la finca, además de un cartel ilegal, con una luminosidad que excedía la permitida. Lo cerraron el día 22 de este mes, pero el viernes volvía a estar abierto, y el cartel sigue ahí», revela la líder vecinal, quien subraya que no son conflictos racistas, sino de molestias«reales».

Algunos empresarios extranjeros sí perciben racismo por parte de comunidades de vecinos. Aseguran que las molestias parecen sermásmolestascuando el causante es forastero. Nazir Hussein es un pequeño empresario paquistaní afincado en Esplugues. «Abrí un locutorio hace tres años y medio y el primer día ya me vinieron unas vecinas a decirme qué hacía allí, que no era lugar para inmigrantes», explica Hussein, quien asegura que los vecinos no pararon de buscarle las cosquillas hasta que cerró. «Tropecé dos veces con la misma piedra. Abrí una heladería en la misma calle de Esplugues y estoy allí muerto de asco. Nadie viene porque soy inmigrante», opina.