CONFLICTO de convivencia EN SANTS-MONTJUÏC

Los vecinos de Hostafrancs piden más vigilancia en la plaza de Herenni

El mayor uso que hacen los gitanos del espacio con el buen tiempo crea conflictos

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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Encontrar la plaza de Herenni desierta es una misión casi imposible. En el corazón de Hostafrancs, es el centro de reunión y de inacabables partidas de cartas, de fútbol, y de lo que se tercie, de los gitanos del barrio, que en pocos años han pasado de 200 a 700. «Históricamente, gitanos y payos hemos convivido sin problemas, pero la situación ha cambiado mucho en los últimos años, y a raíz del proceso participativo abierto para decidir la reforma de la plaza se han hecho evidentes importantes problemas de convivencia», explica Jordi Clausell, presidente de la asociación de vecinos de Hostafrancs.

En las papeletas en las que los vecinos debían indicar cuestiones urbanísticas sobre cómo creían que debía ser la nueva plaza, encontraron una gran cantidad de comentarios racistas contra la comunidad gitana, «algo que se intuía pero que quedó reflejado con toda su crueldad», apunta Clausell. Esto hizo sonar todas las señales de alarma en la asociación de vecinos, que decidió formar una mesa de convivencia. Sentar a payos y gitanos hasta encontrar una solución. Y en eso están.

PATRULLAS NOCTURNAS / «Ahora que se acerca el buen tiempo la situación se hace cada vez más insoportable. La solución pasa por poner vigilancia constante en la plaza hasta cansarlos», opina Josep Garcia, vecino del lugar. «Antes todos nos conocíamos y convivíamos a la perfección, pero han llegado muchísimos nuevos, y con estos no tenemos ninguna relación. Al contrario», añade Josep Ortiz, vicepresidente de la asociación. He ahí el origen del problema.

El oncle Amadeu es un gitano de Hostafrancs «de los de toda la vida», con una gran autoridad moral en el barrio, tanto entre los suyos como entre payos. «Antes pasaba cualquier cosa con cualquier chico y sabía enseguida de quién era hijo. Iba, hablaba con los padres y se acababa el problema. Pero ahora a la mayoría de gitanos no les conozco, no son del barrio, y claro, no les puedo decir nada», explica el oncle Amadeu.

Los vecinos identifican claramente los orígenes del problema. Lo que no tienen tan claro es cómo ponerle solución. «El ayuntamiento se tiene que implicar. Por mucho que los vecinos nos reunamos y hagamos 50 mesas de convivencia, si no interviene la Administración es imposible atajar el problema», explica Dolors Ferrer, vecina de la plaza. «Necesitamos mediadores. Que el ayuntamiento contrate a dos o tres chicos gitanos para que estén todo el día en la plaza hablando con los chicos. Que les adviertan de que si dejan el coche en doble fila les multarán, que les expliquen que no pueden meterse a fumar en los portales...», apunta el oncle Amadeu.

De momento, además de insistir en la necesidad de más vigilancia y mediadores, han organizado una cena de hermandad en la plaza entre ambos colectivos para las fiestas.