El Barça se derrota a sí mismo

Quiso el Barça regalar más de media Liga en Cádiz. Quizo el Barça dar otra exhibición de su alma caritativa regalando el triunfo al honrado equipo andaluz. Honrado y sorprendido equipo de Álvaro Cervera. No esperaba que el conjunto de Koeman le regalara un gol:el 1-0 aprovechando la endeblez de Mingueza. Pero lo que no podía imaginar nadie, ni siquiera el técnico holandés, es que un saque de banda a favor acabara siendo el origen del gol de triunfo gaditano. ¡Qué caos!

Tiene una extraña y terrible capacidad el Barça para complicarse la vida. No hace falta siquiera que los rivales marquen. Lo entrega el equipo de Koeman. Va repartiendo paquetes allí por donde pasa. Así ocurrió, por ejemplo, cuando De Jong cometió un penalti innecesario en Getafe. O la noche en que Neto y Piqué se enredaron en Vitoria con el balón entre los pies para que el Alavés se lo pasara bomba. Sin olvidar, claro, el día en que Piqué y Ter Stegen se hicieron otro monumental lío para que el Atlético descubriera un latifundio para abrir un boquete en la Liga. Y en Cádiz, fiel a su tradición de equipo bondadoso, el Barça completó un catálogo de errores. Tanto en el saque de esquina que concedió de manera absurda Dest, prólogo de otra desgraciada acción en que Mingueza cabeceó hacia la portería de Ter Stegen para que Álvaro marcara el tanto más fácil de su vida. A puerta vacía y sobre la línea de gol. ¿La jugada?

Muy simple. Esas que se hacen desde hace décadas y décadas. Balón al primer palo, el central rival, en este caso Fali gana el juego aéreo a Griezmann tras despistar previamente a De Jong, antes de que Mingueza saliera en la foto final del caos. Y el Cádiz encontró el tesoro que le permitió amurallarse, y con acierto, ante Ledesma. Tenía el botín que llenó de frustración al Barça. 

Plano y sin recursos

Y eso que los azulgranas tuvieron un par de buenas apariciones ofensivas, pero ni Braithwaite, que topó con el pie de Ledesma, ni Coutinho, que tiró el balón a las nubes, aliviaron al equipo de Koeman. Entonces, se fueron apagando los azulgranas, ahogados por la impaciencia y, sobre todo, por la falta de contundencia. Tenían que erosionar al Cádiz y, en realidad, se estaban erosionando ellos mismos.

El plan de ataque del Barça, repleto de medias puntas (Messi, Griezmann y Coutinho), tampoco lo reactivó. Alba, además, no se asomó como acostumbra por la banda izquierda, quedando solo Dest en el otro flanco, el derecho, como única amenaza. Poco. Demasiado poco. El balón transitaba lento. A la velocidad de la tortuga, lo que favorecía la ordenada defensa gaditana. No había tampoco precisión en el pase. Ni regate. Ni, por supuesto, desborde. 

El campo se hacía cada vez más estrecho, transformada el área andaluza en un atasco monumental. Koeman se lo miraba preocupado. Tanto que hizo calentar a Dembélé y Pedri cuando aún quedaban 10 minutos para acabar la primera mitad. Retrato de la impotencia del Barça. Actuó el técnico en el descanso quitando a Mingueza, retrasando a De Jong al eje de la zaga y enviando a Coutinho a la ducha. Con un extremo, tenía a Ousmane pegado a la cal de la banda izquierda, y un lateral, Dest, en la otra punta. En la derecha. Yasí encerró al Cádiz aprovechando que la fortuna le sonrió en el tanto del empate de Alcalá, en propia puerta.

Pero no estaba contento el lBarça, quien aumentó su desastre con un saque desastroso de  banda de Jordi Alba que terminó en el 2-1 de Negredo. El lateral sacó a la pierna derecha de Lenglet, que se enredó con la pelota, provocando que Ter Stegen se uniera al caos que desquició a Koeman. Y a todo el barcelonismo. No le ganó el Cádiz porque fue el propio equipo que se derrotó con dos errores lamentables que delatan la gravedad de la crisis.

Suma solo 14 puntos de los 30 posibles. Ni el 50% suma el Barça en una Liga que ya ni siquiera con prismáticos puede divisar al Atlético de Simeone. Está tan y tan lejos que ni Messi, a la espera de que algún día vuelva a ser Messi, puede arreglar los imperdonables desperfectos ocasionados atrás.