BARÇA-MESSI, 20 AÑOS DESPUÉS

20 años de Messi en Barcelona: la historia de amor que casi acaba en drama

Se cumplen 20 años de la firma en la servilleta. Así llegó Messi al Barça

Se cumplen 20 años de la firma en la servilleta. Así llegó Messi al Barça / periodico

Emilio Pérez de Rozas

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Tal día como ayer, hace exactamente 20 años, Lionel Messi aterrizó en Barcelona, procedente de Rosario (Argentina), acompañado de su padre Jorge. Y tal día como ayer arrancó una de las historias más bellas, espectaculares y exitosas del libro del fútbol, que, 20 años después, ha estado a punto de acabar en drama.

La manera en que Messi firmó por el Barça está plagada de anécdotas y protagonizada por mucha gente anónima que hizo lo posible y lo imposible para que aquel niño acabase siendo azulgrana. Eso sí, todo vino de la mano de Josep María Minguella y su amigo argentino, el abogado Juan José Mateo Walter, con la ayuda de Charly Rexach y el ya fallecido Juan Lacueva, mano derecha de Antón Parera, entonces gerente del Barça.

"Yo jamás, nunca en la vida, dejaré de empujar y desearle lo mejor a Lionel Andrés Messi, aunque mi dolor y desolación, durante los últimos 20 años, ha sido tremendo y aún perdura pues, no solo yo, sino muchísima otra gente peleamos tanto, tanto, para enfocar bien la carrera de ese mago del fútbol, que me duele que, acto seguido, sin explicación alguna, Jorge Messi nos despreciase como nos despreció, no queriendo pagar nuestra minuta, nuestros servicios, cuando, siendo su agente, firmé sus primeros contratos con el Barça. Ni Jorge, en marzo del 2001, ni, posteriormente, Leo, cuando ya fue un adolescente, han querido saldar esa deuda y, por supuesto, muy pronto dejaron de hablarnos".

El primer agente de Leo

La voz suena nítida, pero ronca. Es un timbre de abogado, un tono sosegado, de alguien que ha peleado y vivido mil batallas, no solo, en aquella época, desde su despacho en la calle Tuset de Barcelona sino, ahora, en Porto Alegre (Brasil), donde reside. Mateo Walter fue una persona vital, más que importante, que, en aquellos días, contaba, por contrato mercantil firmado por la familia Messi, en Rosario, el 9 de julio del 2.000, con la representación de Leo y, por tanto, su firma figura tanto en el primer acuerdo con el Barça (no en la graciosa servilleta de Charly Rexach, no) del 18 de enero del 2001 como en el definitivo primer contrato del 1 de marzo de ese mismo año como representante y agente de la ‘Pulga’.

Aquellos contratos, hace ya 20 años, han terminado convirtiéndose en lo nunca visto: el mejor jugador de la historia (para muchos), el creador de un estilo único a los ojos de cualquier aficionado. Aquel niño, 20 años después, suma 34 títulos (10 Ligas, 4 Champions, 6 Copas, 3 Mundiales de club, 8 Supercopas de España y 3 Supercopas de Europa), 6 Balones de Oro, 6 Botas de Oro, 7 Pichichi, Fifa World Player, The Best, Balón de Oro del Mundial-2014 y 634 goles vestido de azulgrana, 444 de ellos récord en la Liga.

Mateo vivió aquellos días entre septiembre del 2000, cuando Jorge y Lionel Messi, entonces con 13 años, viajaron a Barcelona para someterse a una prueba con el Barça, pagando Minguella, buen amigo de Mateo, los billetes y su estancia en el hotel Catalonia de la Plaza de Espanya, hasta marzo del 2001 cuando firmaron definitivamente por el ‘més que un club’, con una intensidad inusual, sabedor del diamante por pulir que tenían entre manos. “¿Cuánto me deben?, se lo diría, pero me gano muy bien la vida y no tengo necesidad de que piensen que mendigo lo que no me corresponde. No, no, no es eso, es dolor, desazón, sentirme despreciado, primero por el padre y, luego, por el propio Leo”.

La versión del entorno de Messi

Puestos en contacto con el entorno profesional de Leo Messi para conocer su versión sobre esta denuncia, señalaron a El Periódico que “a este tipo (Mateo Walter) lo vimos dos veces en nuestra vida, ni lo conocemos en realidad, pues sabemos que nos hicieron firmar 20 documentos en aquellos momentos y que, en uno de esos documentos, estaba él involucrado. En realidad”, prosigue explicando el entorno de la ‘Pulga’, “con quién teníamos trato era con Charly Rexach y José María Minguella, que, de hecho, fueron los que se ocuparon de todo directamente con nosotros y por eso, hoy, Leo es jugador del Barça”.

No deja de ser tremendo que Mateo, cuyos amigos y socios en Rosario, Fabián Soldini y Martín Montero, trabajaron como locos para poder solucionarlo todo y que Leo pudiese ponerse en manos de Minguella para pasar la prueba en el Barça, debiera recurrir a la justicia argentina, haciendo valer su contrato con Jorge Messi, para tratar de conseguir su dinero. “Sé que lo que le voy a contar no se lo va a creer, pero que sepa que el caso, nuestra demanda para poder cobrar aquella gestión, todavía anda en algún despacho judicial de Rosario, bajo, supongo, miles de carpetas. Me temo que, en Argentina, no hay juez que se atreva a juzgar a Leo Messi”.

Respecto a este pleito, al parecer, eterno, que Mateo Walter mantiene con los Messi en un juzgado de Rosario, el entorno del futbolista argentino también quiso matizar ayer que “hace un mes nos dijeron que este tipo está reclamando algo después de 20 años, denunciando que la justicia no le hace caso, será porque no tiene mucho fundamento ¿no? ¿o es que está insinuando alguien que la familia Messi maneja la justicia?. Porque eso esa bastante grave”.

Lacueva, persona clave

Es evidente que ni Mateo, ni Soldini, que, por sus declaraciones a ‘DiarioZ’, de la ciudad de Buenos Aires, en junio del 2014, parece haber perdonado a los Messi (“¿mi relación con Lionel?, un 10; ¿con el padre?, más o menos”), creen que recuperarán la relación con la familia de la estrela azulgrana. “Ya debió de producirse esa aproximación, ese reconocimiento, ese ‘nos equivocamos, aquí tenéis lo vuestro’, ¿no?”, señala Mateo. “Es ahora cuando me doy cuenta de que, tal vez, aquel mismo Jorge Messi que nos hizo aquel feo, aquel desplante, es el mismo que creía tener razón ahora, incluso cuando un contrato con el Barça, como aquellos documentos que firmamos entre nosotros, dice que no la tiene”.

A Mateo le encanta hablar en plural porque, aunque él contaba con la representación y era el agente del niño Messi, lo que llevo a Lionel hasta las puertas del Barça, lo que le permitió firmar su primer contrato, fue labor de un montón de gente. “La lista es interminable, bueno, tal vez no, tal vez las personas decisivas fueron Minguella, por supuesto, Rexach, Lacueva, cómo no, director general adjunto del Barça, que, desde el minuto uno, vio clarísimo que el club no podía perder a esa perla y, por supuesto, Soldini y Montero, que iniciaron todo el trabajo en Rosario, meses antes”. Eso sí, Mateo, que también bromea sobre el ‘contrato’ estampado por Rexach en la servilleta, cogida en una de las mesas de la terraza del tenis Pompeia, la segunda casa de Minguella, asegura que aquel ‘documento’ fue “vital” para convencer a Jorge Messi de que “el Barça iba en serio y lo demostraría en las semanas siguientes a aquel garabato”.

“Nosotros representábamos a Maxi Biancuchi, primo de Lionel”, explica Fabián Soldini. “Un día, Claudio, su papá, me dice: vos tenéis que llevar a mi sobrino, no ‘sabés’ como juega. Y yo pensé ‘mira, otra que tiene a Maradona’. Pero, un día, viendo a las inferiores de Newell’s, ‘la décima’, un enano hizo una jugada maravillosa. De inmediato llamé a Claudio y le pregunté: perdona, ¿tu sobrino lleva el 9? Y, sí, llevaba el 9. Era Leo Messi, con 11 años. Y le pedí una reunión con el padre. Y ahí empezó nuestra relación”.

El primer video de Leo

La relación, por supuesto, estuvo, como todo el mundo sabe, mediatizada por el hecho de que nadie (y mucho menos los Messi, que eran muy humildes) podía pagar el tratamiento de las inyecciones del crecimiento, que era de 960 dólares al mes. Y Soldini y su grupo decidieron correr con parte del gasto “siempre y cuando, Jorge Messi aceptase pasar una prueba con el club, o clubs, europeos que nosotros decidiésemos”.

Y es ahí donde aparece, como simpáticamente dice Minguella, “el pesado de Mateo”. Pesado significa que Mateo se pasaba el día, la tarde y la noche sugiriéndole a su amigo, con quien ya había colaborado anteriormente, que viese “por favor” un video de “un niño único”, que revolucionará el fútbol. Es evidente que Minguella, como Soldini cuando oyó hablar Claudio Biancuchi, pensó “otro que tiene al nuevo Maradona”. Pero eran (son) tan amigos, que Minguella le pidió el video. Soldini se lo envió a Mateo y ambos acabaron viéndolo en el despacho del agente. “Ahora tocaría decir”, explica Minguella, “que, en cuanto vi aquellas imágenes, pensé ‘lo tengo, tengo al fenómeno de las próximas décadas’. No lo dije, pero sí vi al único niño, ¡al único!, que había visto en mi vida que, nada más coger el balón, iba directo a ‘barraca’ como un loco, que encaraba al rival con una determinación que yo jamás había visto”.

A partir de ese instante, se precipita todo. Minguella le pregunta a Mateo si pueden traer al niño a Barcelona. Nadie tiene dinero para traerlo y, mucho menos, el Barça, que, en aquellos tiempos, ni pensaba en niños ni, por supuesto, en gastarse dinero en un chavalito que ni sabía quién era. Por eso Minguella corrió con todos los gastos. Es más, cuando pasadas las semanas y las pruebas, con Messi provocando la admiración de toda la ciudad deportiva, exfutbolistas como José Ramón Alexanko y Miguel Bernardo ‘Migueli’ incluidos, el Barça seguía dudando, Minguella le propone a Parera comprarlo él, personalmente, y cedérselo al Barça infantil.

Paseos por Barcelona de niño

Bueno, el caso es que Soldini y Montero lo prepararon todo, incluso empezaron a insinuarle a Newell’s que, posiblemente, Messi se quedaría en Europa, cosa que, al principio, al club rosarino le era indiferente. Y, en efecto, papá Messi y Leo se instalan por unas semanas en Barcelona. “Mientras se entrenaba con los niños de La Masia, yo lo lleva a comer a ‘Can Lluís’ donde le decía a todo el mundo que iba a ser ‘la bomba’, visitamos el Museo de la Ciencia ¡que le encantó!, bueno, hicimos vida familiar en Barcelona”, cuenta Mateo, que reconoció que el Barça no se decidía.

Hasta que Minguella, amigo personal de Rexach, cogió a Charly a solas y le dijo: "Charly, si no hacemos algo, pero ¡ya!, se lo llevan a otro sitio”. Y es cuando Rexach organiza un partido amistoso “de verdad” con jugadores de la cantera, mayores que Leo, y donde Messi se luce, de nuevo, como siempre. Y aparece la servilleta, una promesa de trabajo para Jorge Messi de 4.000 dólares y una casa para la familia.

Y los Messi regresaron a Rosario. Y Leo siguió entrenándose con las inferiores de Newell’s hasta final del 2000. Hasta que, arrancando el 2001, ahora con toda la familia, mamá Celia María Cuccittini incluida (“a quien pedí que también firmase aquellos contratos”, recuerda Mateo), los Messi viajan, de nuevo, a Barcelona. “En el vuelo de Rosario a Buenos Aires, Leo lloró durante los 50 minutos que duró el viaje. Sabía que dejaba Rosario para no volver”, señala Soldini en ‘DiarioZ’.

“No fue fácil, no”, continúa explicando Minguella. “El Barça, con Joan Gaspart al frente, seguía metido en líos (aún coleaba la reciente huida de Luis Figo al Real Madrid) y, sobre todo, hace 20 años, nadie pensaba en la cantera, nadie quería gastar un duro en un niño. Por eso fue tan importante mi insistencia, la de Charly, la de Lacueva y, al final, la determinación de Parera, a quien Lacueva volvió loco”.

Nada sirve de consuelo

Cuando empezó a normalizarse la situación y se prepararon los contratos de enero y marzo del 2001, que Mateo firmó como representante y agente de Leo (y que aún no ha cobrado), Minguella llevó a Messi a ver al doctor Josep Borrell “con quien había jugado a fútbol en el Universitari y me dijo que, con el mismo tratamiento que le habían hecho a Pep (Guardiola), Leo podía llegar al 1.68. Y, en efecto, mide 1.70. Eso sí, me dijo: no será ‘altote’, pero tiene unas piernas como columnas, tiene un tren inferior impresionante”. El mejor del mundo, ya se ha visto.

Mateo sigue dolido, muy dolido. "Durante un tiempo, tanto Soldini como yo teníamos la sensación de que cuando Leo creciese reconocería su deuda, la sentimental, la afectiva y, por supuesto, la económica. Pero también ahí me equivoqué. Un día me llamó Fabián y me dijo que Lionel le había llamado y le había dicho que su papá le había prohibido volver a hablar con él, con nosotros. Y ahí acabó todo".

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