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LA LIGA

Cuento de Navidad de Messi

En un partido de juego más bien rácano, el capitán regala un golazo, el 50 del año, para encauzar una cómoda victoria (4-1) ante un deprimido Alavés

Messi y Griezmann celebran un gol en un partido de Liga.

Messi y Griezmann celebran un gol en un partido de Liga. / periodico

Rafael Tapounet

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En el preámbulo del partido entre el FC Barcelona y el Deportivo Alavés se celebró en el Camp Nou un sencillo y algo desangelado acto de homenaje a los integrantes de la plantilla azulgrana que hace 10 años conquistó un sexteto histórico. Tal vez no fue una mala idea. La presencia sobre el césped de exjugadores como Puyol, Abidal, Keita o Gabi Milito, junto a los seis trofeos levantados en aquella campaña memorable, tuvo un efecto parecido al de la visita del fantasma de las navidades pasadas a Ebenezer Scrooge en el cuento de Dickens: recordarnos, en estos días de racanería futbolística y debates malhumorados, que hubo un tiempo en el que todo era felicidad e inocencia alrededor del equipo. Los de Valverde pillaron la idea solo a medias. Suficiente, en cualquier caso, para ganar (4-1) a un Alavés anémico que nunca pareció creer de verdad en sus posibilidades y que encajó cuatro goles en los cuatro disparos a portería del Barça.

“Él tenía la facultad de hacernos felices o desgraciados”, escribió Dickens a propósito del señor Fezziwig, el primer patrón que tuvo el joven Scrooge. Algo muy parecido podría decirse hoy de Leo Messi. El astro argentino es capaz de iluminar con una sola de sus acciones un encuentro tan sombrío como el que se vio en el Camp Nou. Sin hacer, ni mucho menos, un partido deslumbrante, el capitán justificó 89 minutos de sopor con uno de esos goles suyos que si ya no nos parecen maravillosos es solo porque él mismo los repite una y otra vez con la generosidad de un Santa Claus vestido de corto. Era, además, el gol que le servía para cerrar el año natural con 50 tantos. Doble regalo navideño, pues.

Reforma integral en el centro del campo

No hubo muchos más. Tras el deprimente empate frente al Real Madrid, Valverde decidió acometer una reforma integral en el centro del campo, derribando tabiques y hasta alguna pared maestra como Frenkie de Jong, y alineó de salida a tres jugadores que empezaron el Clásico en el banquillo: Sergio Busquets, Arturo Vidal y Carles Aleñá. De estos dos últimos se dice que están en el escaparate para negociar una venta o una cesión en el mercado de invierno y ambos cumplieron de manera bastante aceptable, aunque no consiguieron que el juego del equipo tuviera un hilo continuo.

La primera mitad se explica con un dato: el Barça remató dos veces entre los tres palos defendidos por Pacheco y marcó dos goles. Ante un Alavés muy desvitaminado, el equipo de Valverde se aplicó en la presión y el control del juego hasta que encontró el primer tanto en un remate de Griezmann a centro de Suárez en el minuto 14 y, a partir de ahí, se dedicó a sestear durante la media hora siguiente. Solo una excelente jugada trenzada por Messi y Griezmann (una sociedad que debería explotar más su cada vez mejor entendimiento) y que acabó con un remate sutil del argentino que se paseó por delante de la raya de gol ante la mirada de Piqué y el inesperado gol de Arturo Vidal en el minuto 44 sacaron al público de su comprensible modorra.

¡Qué bello es vivir!

En la segunda parte, y esto empieza a ser tradición, el Barcelona se partió en dos y dejó que el rival creciera. Como el niño que encuentra al pie del árbol un regalo con el que no contaba, el Alavés lo aprovechó para acercarse en el marcador con un estupendo remate de cabeza de Pere Pons tras un buen centro de Duarte. El 2-1 dio paso a unos instantes de zozobra azulgrana, que no terminó hasta que en el minuto 69 llegó el momento ‘¡Qué bello es vivir!’.

Como si un ángel sin alas le hubiera mostrado cuán desolada sería la vida en el Camp Nou si él no hubiera existido, el hasta entonces alicaído Messi recuperó las ganas de sonreír y se marcó esa jugada tantas veces vista y tan imposible de defender que culmina con un zurdazo con rosca desde fuera del área a la derecha del portero. 3-1. Y aún hubo un cuarto gol, en un penalti por manos de Martín, que Messi, inflamado a estas alturas de espíritu navideño, decidió regalar a su amigo Suárez. James Stewart no lo habría hecho mejor. 

La ficha

FC Barcelona: Ter Stegen (6); Sergi Roberto (6), Piqué (5), Umtiti (6), Jordi Alba (6);  Vidal (6), Busquets (7), Aleñá (6); Messi (7), Suárez (7), Griezmann (8). 

Técnico: Valverde (7). 

Cambios: De Jong (7) por Busquets (m. 79); Carles Pérez (sc) por Suárez (m. 85); Semedo (sc) por Sergi Roberto (m. 85).

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