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Barça: primero Bilbao y ahora Valencia

El conjunto azulgrana repite los errores que comete de visitante y solo suma 7 puntos de 18 fuera

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Joan Domènech

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Regreso al punto de partida. Al lugar donde se vio por primera vez un Barça plano, insípido, indolente y poco ambicioso. Al de Bilbao, donde inauguró la Liga creyendo que el tercer título vendría con la simple recolección de victorias, sin sembrarlas con méritos en el campo. En San Mamés recibió un castigo tardío con aquel golazo de Aduriz en el último minuto que le dejó sin tiempo de respuesta. En Granada, sin embargo, tuvo todo el tiempo del mundo. Lo que no tuvo es fútbol.

Ese es el problema que explica la debilidad del Barça, que solo ha ganado 7 puntos de los 18 que ha disputado fuera de casa. La falta de fútbol condena al bicampeón, además de una perceptible carencia de ilusión. Porque ese déficit también sirve para explicar los empates en Pamplona, más el de Dortmund en la Champions.

Sucesos sobrenaturales

En València, donde el Barça estaba avisado de los sucesos sobrenaturales que a veces le castigan, volvió a carecer de fútbol para imponerse al Levante. Y, encima, acusó la ausencia de un líder que sea capaz de aglutinar a los compañeros, de animarlos o de encorajinarlos. Messi estuvo en modo ausente. Piqué quedó deslegitimado para abroncar a nadie con los errores que cometió, Busquets entró tarde y Rakitic ni está ni se le espera, orillado por Valverde.

"Hay que hablar muchas cosas dentro", dijo Ter Stegen en Praga, sin haberse sacado de encima el susto del cuerpo por el partido que inmerecidamente ganó el Barça. Esa charla no se ha producido después de aquel triunfo tan milagroso como engañoso. Acaso las victorias de Getafe y Eibar y la estabilización del equipo, que había encadenado siete victorias, la han aplazado. Mal aplazada. Como el clásico. Pero parece urgente para que encontrar soluciones.

Débil imagen

Valverde no las ha encontrado aún. "Tenemos que analizar y preguntarnos por qué está pasandno esto", dijo el técnico, como si compartiera su desconcierto por la débil imagen que da el Barça lejos del Camp Nou, donde cuenta sus partidos por goleadas. También compartió su preocupación porque los errores vuelven a producirse. Empezaba a pensar que ya se habían corregido. Y que, en cualquier caso, ahí estaba Messi para subsanarlos, Valverde evitó criticar la actitud de los jugadores y negó que pensara en dimitir, como le preguntaron.

"Cuando perdemos las críticas son muy fuertes y eso nos obliga a reaccionar. Y reaccionamos", comentó, queriendo creer que el orgullo activará otra vez la respuesta del grupo. Pero en el fondo sabe dónde está el problema: "Me preocupa lo que no hicimos antes del empate, no lo que vino después".