«Lo presentí. Empecé a llorar antes de que Andrés marcara»

Jessica, la viuda de Jarque, confiesa en el libro de Iniesta que volvió a presenciar un partido el día de la final del Mundial, pero la emoción le impidió ver la dedicatoria

Iniesta celebra su gol a Holanda en la final del Mundial 2010 en Johannesburgo.

Iniesta celebra su gol a Holanda en la final del Mundial 2010 en Johannesburgo. / periodico

EL PERIÓDICO / BARCELONA

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Jessica, la esposa de Dani Jarque, arrinconó apenas unos segundos su profundo dolor (hacía casi un año de la muerte del jugador en plena concentración de pretemporada en Italia) y se plantó delante del televisor. Tardó 11 meses en volver a ver un partido de fútbol y necesitó varios años para revelar lo que sintió en aquel momento. Aquel fue el primer partido para Jessica.

"No veía fútbol, ni siquiera encendía el televisor, necesitaba estar en silencio. En silencio con mi dolor"

"No veía fútbol, ni siquiera encendía el televisor, necesitaba estar en silencio. En silencio con mi dolor. Pero aquella noche decidí ver la final. No me preguntéis por qué, quise verla. Estaba en casa, con mi madre y Martina, mi hija. La pequeña tenía entonces 10 meses. Recuerdo que acababa de salir de la ducha, con el pelo enrollado en una toalla, y me senté nerviosa frente al televisor. Era la final de un Mundial. A Dani le habría apasionado verla rodeado de sus amigos. Por eso, me dije: ‘Lo veo, sí, lo voy a ver’. Mi madre me miraba preocupada y me repetía una y otra vez: ‘¿Seguro que quieres verlo? ¿Seguro, Jessica?’ Ella, lógicamente, me lo preguntaba porque era la primera vez que veía un partido de fútbol desde que Dani nos dejó y he de reconocer que las primeras veces que uno se enfrenta a recuerdos del pasado durante el duelo son muy duras. Se convierten en ‘esas primeras veces’ de una nueva vida. Una vida en su ausencia... ‘Sí, mamá, lo quiero ver. Sí. sí’. Y ahí estaba yo, en el sofá.

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     También es verdad que yo no entiendo mucho de fútbol. Recuerdo que muchas veces Dani me decía: ‘¿Cómo he jugado?’. Entonces, si jugaba fuera, yo tenía mi propio ritual: necesitaba quedarme sola, encendía la tele y prendía unas velas. Me encantan las velas, me transmiten paz y serenidad y, a la vez, me acompañan con su luz. Cuando le decía ‘has estado muy bien, Dani’, él me respondía: ‘Pero si hoy no he dado una, todo me salía del revés’. ‘Ah, pues yo te he visto mucho en la tele’, le contestaba. En la siguiente ocasión me volvía a preguntar: ‘¿Qué tal?’. ‘Hoy, fatal, Dani. Fatal. No se te ha visto casi’. ‘¡Pero si hoy me ha salido todo rodado!’, respondía él.

He de reconocer que mi visión futbolística ha estado y estará siempre muy lejos de la de un profesional y que mi opinión era demasiado subjetiva. Sinceramente, sólo veía los partidos para conectar con él, con sus nervios, con su ilusión, su perseverancia... y, de alguna manera, para compartir, en cada partido, su sueño de niño, el fútbol. Además, intentaba transmitirle energía positiva. Por eso, desde aquello, no había vuelto a ver un partido de fútbol. Ya no había nadie con quien conectar... Y, de pronto, me encuentro viendo la final". 

"Todavía hoy no sé por qué lo hice. Es algo que te lleva a estar ahí, quería conectar"

Jessica y su madre María viendo juntas el partido más importante que hay en el fútbol.

"Todavía hoy no sé por qué lo hice. Es algo que te lleva a estar ahí, quería conectar. Sabía que era imposible disfrutar de lo que veía, pero intuía que algo iba a pasar. Segundos antes del gol lo presentí. Empecé a llorar antes de que lo marcara. Me acuerdo del momento en que le hacen el pase a Andrés y él se queda solo ante la portería. Mete el gol y yo... no quise verlo, preferí taparme los ojos". 

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Interrumpe el relato y calla. Jessica se lleva las dos manos a la cara. Ella, enamorada y apasionada de la luz, por tenue que sea, se queda a oscuras. Como cuando vio a Andrés en esos instantes finales. Como no lo vio después.

"No, no veo nada más, sólo veo a Andrés disparar a gol, pero no veo nada más porque me tapé los ojos con las manos. El gol, pero sobre todo la dedicatoria, emocionó a mi madre y ella gritó: ‘¡Mira, mira, mira!’. Yo no quería mirar porque sabía que él iba a estar ahí. No sé por qué, pero lo sabía. Sí, antes de que Andrés marcara, presentí el gol. Tampoco sé explicarlo, pero sabía que iba a suceder así. Llámalo intuición, presentimiento, destino, lo que quieras, pero Andrés es una persona que le podía dedicar ese gol a su familia, a su mujer, a sus hijos, a tanta y tanta gente. ¡Y se lo dedica a Dani!".

"Cada uno en un lugar diferente, pero todos estábamos en Johannesburgo. La tierra y el cielo se fusionaron en ese gol"

 A Jessica le cuesta encadenar tres frases seguidas. Habla y llora. O, tal vez, sería mejor decir que llora y habla.

 "¿Por qué se lo dedica a Dani? Creo que ese hecho habla de Andrés, pero también habla de Dani, de lo que era y de lo que es Dani, de lo que significó y significará siempre para las personas que tuvimos la oportunidad de compartir momentos de nuestra vida con él. Habla de todo lo que nos enseñó, sus valores y su inolvidable manera de vivir y lidiar con la vida. Veo el gol y no puedo mirar nada más. No veo ni la camiseta que lleva Andrés. Mi madre me repetía: ‘Mira, mira..’. Pero cuando levanté la cabeza, ya estaban todos encima de Andrés y no vi nada.

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Sólo después, en las repeticiones y en el telediario, vi el mensaje que había escrito para Dani. No lo vi en directo. Y me preguntarás por qué no me animé a verlo. Pues no lo sé. Lo he pensado muchas veces. ¿Por qué tenía que estar Dani con Andrés ese día? ¿Porque yo tenía que estar con ellos también desde mi desconexión? Cada uno en un lugar diferente, pero todos estábamos en Johannesburgo. La tierra y el cielo se fusionaron en ese gol".