Rudy conduce el paso de los Gasol a los Hernángomez

Lloraban todos. Hasta el habitualmente hierático Sergio Scariolo estaba emocionado. Cómo no iba a estarlo. La hazaña de este grupo de jugadores y de este cuerpo técnico entra en el lugar más alto de la gloriosa historia del baloncesto español. Comparable, incluso, por lo inesperado a aquel lejano 2006 en que Rudy Fernández se proclamó campeón del mundo en Saitama. Ayer 16 años después, él era el único superviviente de aquella generación gloriosa. En Berlín le pasó el testigo del éxito a una nueva hornada con siete debutantes. Siete. Y, aparte de él, solo los hermanos Hernangómez, dos colosos a quienes felicitó a pie de pista una leyenda como Dirk Nowitzki, estaban como enlace con aquel grupo de los júniors de oro.

Willy recibió del propio Nowitzki el título de mejor jugador del torneo como confirmación de su imparable crecimiento en la selección, mientras su hermano Juancho (el mejor de la final), lloraba a lágrima tendida en el fondo de la pista. La selección ha pasado de tener el protagonismo de los hermanos Gasol al de los Hernangómez con idéntico gen ganador. No en vano la historia del baloncesto español está repleta de sagas familiares.

España corona su fe con un oro espectacular

Las 11 medallas de Rudy

Rudy, con 11 medallas ya en su palmarés como Pau Gasol, fue el encargado de cumplir con la tradición de cortar la red del aro. Él ha sido el líder del vestuario, aparte de Scariolo, de un grupo que ha progresado a lo largo del torneo de forma descomunal. «Capitanear a este equipo ha sido un enorme orgullo, por la humildad que siempre ha tenido. El baloncesto te da a veces estas recompensas», subrayó el capitán. En su caso tuvo una muy personal. «Esta es la medalla más especial para mi, sí. Me faltaba mi gran pilar, mi padre, y sé que nos ha ayudado desde allá arriba», recordó sobre su fallecimiento el pasado mayo. También tuvo otro recuerdo para Sergio Llull, lesionado en la recta final de la preparación. Con su camiseta subió al podio.

En ese «grupo especial, increíble» en palabras de su capitán nadie confiaba en que culminara un éxito de este calibre. Probablemente ni ellos mismos cuando aterrizaron en Georgia. Ganar una medalla ya era un botín. Otra cosa fue el desembarco en Berlín, donde partido a partido fueron derribando muros (Lituania, Finlandia y la propia anfitriona Alemania antes de la final).

Llegar a lo más alto destapó todas las emociones entre los más veteranos y los menos expertos como el trío del Unicaja: Darío Brizuela, Jaime Fernández (el próximo año en Tenerife) y Alberto Díaz, el enorme pelirrojo que suplió la baja por lesión de Sergio Llull y ha sido un pilar fundamental para Scariolo. Como Lorenzo Brown, otro que ni podía imaginar cuando se cerró su polémica nacionalización exprés a principios de julio que iba a conseguir el mejor éxito de su carrera.

Desde el palco de la pista de Berlín un exjugador de baloncesto, del Estudiantes concretamente, como Pedro Sánchez aplaudía satisfecho.

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