En tres minutos // Lucas Vermal, Director de cine

«Nuestra intención no es castigar ni premiar a Marco»

Es el codirector, junto con Santiago Fillol, de 'Ich bin Enric Marco', documental sobre el hombre que se inventó su pasado como prisionero en un campo de concentración nazi.

Lucas Vermal.

Lucas Vermal.

JULIÁN GARCÍA
BARCELONA

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–¿Puede juzgarse a alguien por haberse inventado un pasado falso si con esa decisión ha contribuido a mantener en la memoria el recuerdo y el horror de los campos de exterminio nazis?

–Sí, por supuesto que se le puede juzgar, aunque no sé si tiene sentido darle muchas vueltas a su culpabilidad, cuando se trata de un hombre que ya ha caído en desgracia. Quizá sea mucho más interesante preguntarse por qué cotizan tanto, como diría él, los Enric Marco, especialmente en el circo mediático. Para justificarse, Enric dice que los otros deportados le decían: «Sube a hablar tú, que lo haces mejor, llegas mejor a la gente».

–En el documental, Marco se niega a pedir perdón, pues sigue considerando que, aunque era un embustero, jamás mintió.

–Nunca esperamos que pidiera perdón. Lo que nos interesaba ver era cómo se enfrentaba a su impostura, a sus dos pasados en la Alemania nazi, el verdadero y el falso. En cualquier caso, nuestra intención no es castigar –ni premiar– a Marco.

–¿Cómo lograron convencer a Enric Marco para que se embarcara en este viaje?

–El proyecto era viajar a los escenarios de su verdadero pasado en Alemania, como trabajador en los astilleros del Reich, primero, y como preso durante nueve meses en la cárcel de Kiel, después. Marco decía que quería «redescubrir» su verdadero pasado. Lo que sucede es que, al viajar a los escenarios reales, se topaba una y otra vez con su falso pasado como deportado, algo que en realidad forma parte de su identidad personal en sus últimos 30 años de vida. Por eso el viaje termina en el campo de concentración de Flossenbürg, donde no estuvo realmente. Él mismo dice: «Mi lugar está aquí». No puede renunciar, pero tampoco quiere. Ahí está, curiosamente, su verdadera identidad.

–Se explica de Marco en su filme que era un gran actor y también un gran narrador.

–Sí, lo dicen los periodistas Carme Vinyoles y Pau Lanao, que añaden que «a los medios, Marco nos lo daba todo», así que sus dotes de narrador y actor no serían pocas. De hecho, cuando él visita el penal de Kiel, llega su momento de verdad. Ha regresado, superada la mentira, al lugar donde realmente vivió cosas nunca contadas, quizás olvidadas. Marco camina por el penal y se pone a hablar del pasado, de la lucha antifascista, del sufrimiento. El narrador revive con toda su fuerza, es algo tremendo. ¿Y cuál es el Enric Marco que habla, el resistente de Flossenbürg o el españolito que fue a ganarse el pan a Alemania?

–¿Por qué resulta tan fascinante la figura del impostor?

–Supongo que sentimos un agradable vértigo al imaginar o al sospechar que vivimos o nos hacen vivir encerrados en una mentira; que las máscaras sociales ocultan otras cosas, más tremendas... O quizá más interesantes.