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Un libro recoge 428 greguerías inéditas de Gómez de la Serna

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MERCEDES JANSA
MADRID

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El impacto de una breve frase y de una imagen se han unido en un libro de ecos poéticos que seguramente hubiera gustado a su autor, el escritor Ramón Gómez de la Serna (Madrid, 1888–Buenos Aires, 1963).Nuevas greguerías, editado por La Fábrica, que reúne 428 textos inéditos que le hicieron famoso, va firmado conjuntamente por este y por el fotógrafo Chema Madoz (Madrid, 1958), que ha prestado su particular mirada narrativa a una recopilación realizada por la hispanista francesa Laurie-Anne Laget (Saint-Étienne, 1979).

TESIS DOCTORAL / «El libro es un hojaldre de ideas» es una de las nuevas greguerías preferidas por Laget, que ha dedicado a Ramón, como le gustaba que le llamaran, la tesis doctoral que acaba de presentar en la Sorbona. Su interés inicial fue centrarse en los juegos de palabras de la poesía de vanguardia y allí se topó con la reivindicación que algunos autores hacían de la obra de Gómez de la Serna. «Creo que tiene un toque muy experimental y no ha envejecido», explica. Sus pequeñas sentencias inapelables –«Etcétera: seudónimo de las palabras» o «La lluvia cree que el paraguas es una máquina de escribir»– parecen «evidentes e inmediatos» y están atravesados un sentido lúdico que transforma lo intuitivo en lirismo.

En 1970, siete años después de la muerte del escritor, un profesor de la Universidad de Pittsburgh (EEUU), amigo de la familia, compró a la viuda de Gómez de la Serna, Luisa Sofovich, los últimos manuscritos, papeles y libros de este. Entre ellos, una caja con 538 folios de greguerías que, a juicio de Laget, descubren una «dimensión más reflexiva, poética y compleja» de su obra. Los temas son los habituales –la muerte, el tiempo...– pero su ironía es más depurada y entra de lleno en la poesía. A Gómez de la Serna le gustaba acompañar sus artículos en la prensa española y argentina (esta última en el exilio) con dibujos propios o ajenos que guardaba en su despacho. Entre los documentos estudiados por la hispanista hay cientos de fichas de papel amarillo que Ramón siempre llevaba en el bolsillo para anotar con tinta roja una greguería que le venía a la cabeza, una palabra que le llamaba la atención o un juego de palabras que le sugería una imagen.

La tradicional definición de greguería –humor más metáfora– no gusta del todo a Laget, que la toma en un sentido amplio porque «no todo son metáforas». En un prólogo iné-

dito de 1962, Ramón definía su estilo como el «ver cosas diferentes y encontrar en ellas misteriosas analogías». Según Laget, la vista es el sentido más activo en la lectura y escritura de las greguerías. De ahí que los 15 trabajos de Madoz realizados a partir del espíritu de los textos son perfectamente «congruentes» con lo que quiere transmitir el escritor. Estas «dos miradas capaces de hacer evidente lo insólito», opina la hispanista, se presentan ante el lector de una forma muy natural y redescubren a un escritor de exagerada personalidad. «Era un hombre espectáculo dentro de un hombre de letras», sentencia Laget.