LA GALERÍA
Xavier Grau, a golpe de pico y pala
Xavier Grau (Barcelona, 1951) es un pintor raro, en el sentido de que siempre va a la suya, que su presencia entre nosotros resulta intermitente y que siempre investiga en el propio subconsciente. Empezó a exponer en 1974 y su primera individual fue en 1979, en Madrid, para hacerlo al año siguiente en Barcelona. Aquí ha pasado por la sala 491 (1980), Maeght (1982, 1985 y 1987, que también le expuso en París), Salvador Riera (1992) y Taché (l994), para también exponer repetidamente en Miguel Marcos en Zaragoza y Madrid, así como en Barcelona (en el 2002 y ahora, en su sala de la calle Jonqueres, 10). Como se ve, buenos centros de exposición y constancia, con buenas y aún excelentes críticas, pero pese a todo, con incerteza porque los compradores –los tiene entusiastas y se lo merece– en general no saben a qué carta jugar con su obra. Les gusta, pero les desconcierta porque siempre surge lo imprevisible.
Hace años, en noviembre del 2002, dije de Xavier Grau que era como un Tarzán en la selva del arte, ya que exponía con toda libertad su visión del caos y del orden. Ignoro si lo aceptó y tampoco importa, ya que mi objetivo era llamar la atención, dentro de lo posible teniendo en cuenta la atonía en la que vive nuestro arte desde hace decenios, respecto a alguien que rompía con las reglas establecidas sin por ello ignorarlas, ya que se agarraba a las lianas que creaba para salir del marasmo irracional en el que se sabía metido. Un marasmo que tiene como entusiasta seguidor al galerista Miguel Marcos, que le ha sido fiel desde los 90.
Xavier Grau continúa en la presente exposición, tituladaSpout & Coffin(Pico y ataúd, según me dicen), con su fuerza expresiva de siempre, tanto a través de grandes cuadros como mediante pequeños acrílicos. Investiga en medio de las fuerzas contrarias y en constante tensión de movimientos sinuosos y de remolinos que buscan introducirse en los grandes abismos negros de la vida. El color –los azules, los rojos y los amarillos de forma especial– atrae y hace pensar en un mundo mejor, el que el pintor y todos nosotros desearíamos para salir del marasmo de ideas y de pulsiones en el que nos han metido sin pedirlo ni desearlo.
El artista excava a golpe de pico y halla el ataúd. Dicho así parece muy macabro, pero no hay que asustarse. Peor son las películas de terror y las modas góticas. Claro que los cuadros de Xavier Grau causan inquietud, pero nos permiten entrar en nosotros mismos y mejorarnos.
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