crónica
El gran sueño de Laura Simó
Con Pedro Ruy-Blas, una 'big band' y una orquesta, la cantante de jazz se regaló un homenaje en el Palau
El espectáculo tomaba el nombre de una canción de Pedro Ruy-Blas,Sueño inmaterial. Pero el sueño era de Laura Simó. La cantante, tras años bregando en los escenarios del jazz, quería regalarse una de esas veladas de lentejuelas y esmoquin al estilo de Las Vegas en las que las estrellas consagradas repasan su carrera, todo el mundo es maravilloso y no se repara en gastos. Y el lunes, en el Palau de la Música, con el apoyo de sus amigos, Laura Simó se organizó su propia noche grande.
El madrileño Pedro Ruy-Blas, voz clave del jazz rock de los 70 y luego figura del teatro musical, fue la pareja de baile de Simó en una puesta de largo que venía con todo. Unabig bandde primera, sección de cuerda, la batuta de Joan Albert Amargós, colaboraciones de Carles Benavent y Carme Canela, y partituras a medida firmadas por lo más granado de los arreglistas catalanes. Por haber, hasta había un equipo de rodaje grabando el concierto para la posteridad y una causa noble, la campaña de Intermón Oxfam a las mujeres refugiadas del Sudán, para la que irán los beneficios del concierto.
El Palau no es el Caesar’s Palace y Ruy-Blas y Simó no son Tony Bennett y Barbra Streisand, pero a pesar de todo, en Sueño inmaterialhabía vocación de espectáculo total. Incluía cambio de vestuario, algunas gotas de escenografía y gags de eficacia dudosa. «Estoy como una rosa», le dijo Pedro a Laura. «Aquí no lo puedes decir, que nos sale lo de Rosa d’abril», le espetó ella. «Pues de abril no, de marzo», respondía él, y la orquesta atacabaAguas de marçode Jobim.
DOS HORAS LARGAS / Además de música brasileña, en las dos horas largas de concierto hubo un poco de todo, servido con buena caligrafía y sin estridencias. Musical, con Ruy-Blas dando lo mejor de sí, clásicos de jazz a dos voces, funk de FM, pop con swing y cierre con Serrat. Del musical alenvelat pasando por el club de jazz con el gusto de Simó y Ruy-Blas como único hilo conductor. Al fin y al cabo, era su fiesta y podían hacer lo que quisieran. El público, caluroso, aplaudió el derecho de Simó a darse el gusto de vivir, por una noche, como una gran estrella. Pero esteSueño inmaterial, que se estrenó en Madrid antes de llegar a Barcelona, aún quiere llegar más lejos. En unos días, el espectáculo viaja hasta el Carnegie Hall de Nueva York, una plaza dura en la que Simó y Ruy-Blas son unos desconocidos. ¿Compartirán los neoyorquinos el sueño de Laura?
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