Manel, presenta su primer disco, 'Els millors professors europeus', en el Festival de Guitarra

Manel ha conseguido en seis meses lo que a Antònia Font le costó seis años: propagar en capas de público amplias y diversas una propuesta musical única, ligeramente excéntrica y alimentada de un universo lírico propio. Y en catalán. A medio camino entre la artesanía del folk y el brillo ejecutivo del pop, el primer disco del cuarteto barcelonés, Els millors professors europeus, suma nuevas adhesiones cada semana.

Hace casi un mes que agotaron las entradas de Apolo. Actuarán en un formato ampliado, con músicos de cuerda y viento, como en el disco, pero se resisten a darle al concierto un aire de trascendencia. Chicos de talante reposado y relativista, los miembros de Manel tan solo aspiran a que la noche sea «simpática» (según Roger Padilla) y «distraída» (Guillem Gisbert).

ANTE TODO, MUCHA CALMA

El efecto provocado por su primer disco no tiene precedentes en nuestra escena. ¿Aturdidos? «No, nos damos cuenta de la repercusión cuando un concierto se llena. Quisiera ver lo que ocurre desde fuera para poder valorarlo», reflexiona Gisbert. Últimamente, incluso entrevistar a Manel resulta casi tan difícil como a U2. «Ha habido un momento en que hemos dicho ‘basta de entrevistas’, porque ya teníamos suficiente y queríamos recuperar la tranquilidad».

DE LA VERBENA AL CLUB ‘INDIE’

Otra rareza: a Manel tanto se le puede ver en las fiestas de Badalona como en el Circuit Folc o en el festival indie Primavera Club. «Vamos adonde nos programan», resume Padilla, aunque añade: «Pero nuestra propuesta siempre es la misma, independientemente del contexto». Eso sí, su preferencia son los teatros. «Es donde mejor encajamos».

LA MAGIA DEL UKELELE

Su inclusión en el Festival de Guitarra está justificada, aunque su instrumento fetiche es el ukelele. que llegó a sus manos a través de un amigo. «Es similar a la guitarra y fácil de tocar, con acordes sencillos», apunta Padilla. Es un signo distintivo de un sonido acústico que integra señales de la música tradicional, aunque más intuidas que académicas. «Corrandes de la parella estable viene de una idea equivocada de la tradición. La titulamos así sin saber si era una corranda. Luego nos han dicho que no lo es», señala Gisbert.

BÁLSAMO ANTIDEPRESIVO

Hay artistas que construyen una teoría sobre lo que debe ser su música y luego acuden al estudio. Con Manel es al revés: grabaron las canciones y es ahora cuando se preguntan (y solo si se les fuerza a ello) por qué transmiten lo que transmiten. «Lo que importa es cantar y tocar, más que teorizar. Vamos tirando y, si algo no nos gusta, no lo hacemos», sintetiza Padilla.

Queriéndolo o no, el disco posee propiedades balsámicas. Suenan a consuelo anímico ante las adversidades. «Se trataba de no caer en la tristeza por la tristeza, que es un lugar común del pop. El nuestro es un tono... no sé si frívolo. Menos grave. Ya nos está bien», explica Gisbert. «Los Planetas, Herman Düne o Antònia Font no siguen una estética de la tristeza. Hacen canciones ligeritas, agradables...»

¿UNA CARRERA? ¿QUÉ ES ESO?

Una palabra provoca sonrisas en Manel: profesionalización. «¿Qué significa eso?», se pregunta Roger Padilla. «Nosotros ahora solo queremos tocar en el mayor número de lugares posible», replica. No piensan en su segundo disco. No hablan de construir carrera alguna. Su intención es «ir haciendo».

En este punto del diálogo, el entrevistador experimenta vagos indicios de ansiedad. Nada parece sacar a Manel de un estado entre contemplativo e inanimado. Describen la lluvia de críticas positivas como «agradable». No se inmutan por nada. Pero, oigan, ¿esto es normal? ¿Modestia calculada? Por fin reaccionan: los cuatro ríen. «Sí, todo eso no es más que la imagen que queremos dar –ironiza Padilla–. Lo decidimos en una reunión».

Manel

Apolo • Vie 22 • 21.30 h • Entradas agotadas