ENCUENTRO

Arturo Pérez-Reverte carga contra el elitismo de la crítica

El autor recibirá el sable de honor del Ministerio de Defensa

MERCEDES JANSA
SANTILLANA DEL MAR

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Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, Murcia, 1951) desplegó ayer todo su verbo provocador para reprochar a la crítica su cortedad de miras en literatura. Durante la tercera y última sesión dedicada a este autor en las jornada literarias de la Fundación Santillana, el creador del popular Alatriste cargó contra los que definió como "cagatintas analfabetos" o "parásitos iletrados" que "viven del cuento de contar no cómo son, sino como deberían ser los libros que escriben otros" y que consideran que solo la literatura "difícil y minoritaria" merece la pena.

Desde que Pérez-Reverte publicó su primera novela, El húsar, en 1986, ha vendido 15 millones de ejemplares, de los que seis son de la serie de Alatriste, ha sido adaptado al cine en 11 ocasiones y ha ingresado en la Real Academia Española (RAE). Este fenómeno, apelativo de uno de sus incondicionales, fue alabado por su editora francesa por tres razones que, en su opinión, explican el éxito del autor en países como Francia o Italia: el entusiasmo de la crítica local, el apoyo de los libreros y el amor de los lectores.

En este ajuste de cuentas con los críticos literarios españoles --"pajilleros de la vacuidad inane", otra definición--, el autor apuntó alguna de las causas del desprecio con el que se recibe su trabajo o el de otros inventores de historias (citó por ejemplo a José Luis Sampedro): no pretende adscribirse a modas o camarillas de los suplementos literarios.

"Soy un leal mercenario de mí mismo", aseguró Pérez Reverte, y añadió que le importa "un rábano" el futuro de la novela o la crisis de la creación. Refractario a los actos públicos, no tendrá más remedio en los próximos días que dar lustre a su cara amable para recibir el sable de honor que le ha otorgado el Ministerio de Defensa por su libro Un día de cólera.