Nucleares, ¿verdes?

El futuro de la energía atómica divide a Europa

Por:
Marta López, Andreu Jerez, Begoña Arce,
Irene Savio, Enric Bonet y Lucas Font

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El debate estaba cerrado y, después del accidente nuclear en la planta japonesa de Fukushima en marzo del 2011, el futuro de la energía nuclear parecía definitivamente sentenciado. Pero en plena escalada del precio de la electricidad y con el horizonte de alcanzar la neutralidad de las emisiones de carbono en 2050, la Comisión Europea ha dado un vuelco a su estrategia con la propuesta, dada a conocer en Nochevieja, de conceder el certificado verde, con condiciones, a toda la energía que no provenga del carbón, y eso incluye al gas y a la atómica.

La propuesta es novedosa y polémica. ¿Puede considerarse verde una energía que no produce emisiones pero sí gran cantidad de residuos tóxicos y con potencial de causar accidentes gravísimos? Y siembra la discordia. Solo 13 de los 27 estados de la Unión producen energía nuclear. Otros la prohíben. Y los motores europeos marchan en direcciones opuestas.
Alemania, con el 11% de la energía que consume con origen nuclear, cerró el año pasado tres reactores y este año hará el apagón total, con la clausura de las tres últimas centrales. En el otro lado, Francia, con el 70% de su consumo energético de origen nuclear y 57 reactores en marcha, invertirá 1.000 millones de euros en una década en la construcción de nuevos reactores.

ALEMANIA:
El apagón total, este año

"Hay consecuencias nucleares. Son absolutamente indiscutibles. Por eso, estos acontecimientos no son solo una catástrofe increíble para Japón, sino también un hito para el resto del mundo, para Europa y también para Alemania". 14 de marzo del 2011, pocos días después de la catástrofe nuclear de Fukushima. Angela Merkel comparece para anunciar un golpe de timón en la política energética: el Gobierno federal, compuesto por la unión conservadora del CDU-CSU y los liberales del FDP, deja entrever un adelanto del abandono de la energía nuclear.

La explosión de la central japonesa tocó de lleno a un país con una sensibilidad histórica hacia los desastres nucleares desarrollada a raíz de la catástrofe de Chernóbil, cuyas consecuencias ecológicas llegó a sentir en piel propia la entonces dividida Alemania. Apenas dos meses después, a finales de mayo de 2011, el segundo Gobierno de Merkel anunciaba su decisión innegociable: Alemania desconectaría las últimas centrales nucleares de su red energética en 2022 con el objetivo de transitar hacia un modelo basado exclusivamente en fuentes renovables como muy tarde en 2050. Ese futuro ya está aquí. Y no llega exento de polémica.

Activistas de Koalla Kollektiv protestan en Fráncfort contra la UE y el intento de convertir en energía verde la energía nuclear, el 11 de enero.

Activistas de Koalla Kollektiv protestan en Fráncfort contra la UE y el intento de convertir en energía verde la energía nuclear, el 11 de enero.

El pasado fin de año trajo para Alemania el principio del fin de la era nuclear

Alemania lleva desmanteladas o en proceso de desmantelamiento 15 centrales nucleares.

Otros 14 reactores nucleares también están parados. Los últimos en dejar de funcionar fueron, el pasado 31 de diciembre, los de Grohnde (Baja Sajonia), Grundremmingen (Baviera) y Brokdorf (Schleswig-Holstein).

En funcionamiento quedan ahora tres reactores, pero están obligados a cerrar en este 2022. Así lo estableció el plan desarrollado por el Gobierno de Angela Merkel en 2011.

El nuevo Gobierno tripartito alemán, conformado por los socialdemócratas del SPD, Los Verdes y los liberales del FDP, quiere mantener esa hoja de ruta. "Las centrales nucleares siguen siendo instalaciones altamente peligrosas que generan basura nuclear muy radiactiva", dijo recientemente en una entrevista la ministra federal de Medio Ambiente, la ecologista Steffi Lemke.

"Energía nuclear. ¿Sí, por favor?"

La coalición semáforo alemana no se mueve ni un centímetro de la defensa del apagón de los reactores. Especialmente duros son Los Verdes, que no dudan en calificar de 'greenwashing' ("lavado verde") los intentos de considerar sostenible la energía nuclear. El vicecanciller y ministro federal de Economía y Protección Climática, el verde Robert Habeck, advierte de que esa decisión frenaría muchas inversiones en el sector de las renovables.

Pero el apagón tiene opositores. Uno de los argumentos blandidos por la ultraderecha de AfD y parte del conservadurismo alemán para defender el mantenimiento de la energía nuclear es el precio final que paga el consumidor y un abastecimiento garantizado para hogares e industria. "El apagón de las seis centrales nucleares que quedan en Alemania no supone problema alguno" para el abastecimiento, responde un informe del Instituto Alemán para la investigación Económica (DIW) publicado el pasado noviembre.

En Alemania, el debate sobre la energía nuclear viene de décadas. En la imagen, una protesta contra la planta de Neckarwestheim, en marzo de 1998.

En Alemania, el debate sobre la energía nuclear viene de décadas. En la imagen, una protesta contra la planta de Neckarwestheim, en marzo de 1998.

A pesar de reconocer un leve aumento tanto de las emisiones como del precio a corto y medio plazo tras el apagón de los reactores que quedan en funcionamiento, el reporte del DIW proyecta una red energética garantizada por las fuentes renovables, complementadas con la importación de gas y petróleo. Y añade que Alemania está en disposición de abastecer su red eléctrica con medios exclusivamente renovables para 2045.

El apagón de los últimos tres reactores no acabará, sin embargo, con las "consecuencias nucleares" advertidas hace una década por Merkel. En primer lugar, la central de Gronau seguirá enriqueciendo uranio para su exportación, como denuncian organizaciones ecologistas. Y en segundo, el poder político alemán tendrá que decidir hasta 2030 dónde situar el cementerio en el que depositar de manera segura los 27.000 metros cúbicos de basura nuclear. Allí tendrán que pasar "más de un millón de años" antes de que dejen de ser contaminantes, advierten los expertos del DIW.


LA SITUACIÓN DE LA ENERGÍA NUCLEAR EN OTROS PAÍSES

FRANCIA:
El abanderado del átomo

El presidente Emmanuel Macron lidera la apuesta de Francia por el sector nuclear. A contrapelo del apagón culminado por Alemania este año, la Administración gala considera esencial la energía del átomo para reducir sus emisiones de dióxido de carbono. El dirigente confirmó esta opción en un discurso televisivo el 9 de noviembre: «Vamos a reimpulsar la construcción de reactores en nuestro país (…) para garantizar la independencia energética de Francia (…), el suministro de electricidad de nuestro país y alcanzar nuestros objetivos, en concreto, la neutralidad carbono en 2050».

El Ejecutivo francés contempla la construcción de seis nuevos reactores de tercera generación

En concreto, el Ejecutivo centrista contempla construir seis nuevos reactores de tercera generación y muy potentes, conocidos como «EPR2». Con esta medida, se quiere renovar el envejecido parque nuclear del país vecino. Supone, sin embargo, un giro en la política de los últimos gobiernos franceses, que intentaron reducir —a paso de tortuga, todo sea dicho— el peso de la energía del átomo en Francia, donde esta fuente produce del 70% de la electricidad. El mismo Macron anunció en 2019 el cierre de la central de Fessenheim, en Alsacia.
Pero en los últimos tiempos se ha vuelto predominante en las altas esferas macronistas la idea de que la energía nuclear resulta imprescindible para llevar a cabo la transición ecológica. Esta convicción se debe al pronóstico de que la reducción de las emisiones de CO2.

ESPAÑA:
Reactores en el punto de mira

El parque nuclear español está formado por siete reactores en funcionamiento en cinco emplazamientos que generan cada año entre 55.000 y 60.000 GWh -más del 20% de la electricidad consumida en el país, según datos de Red Eléctrica de España en 2020-. Es, desde hace una década, la primera fuente de producción del sistema eléctrico pese a que las renovables han batido récords de crecimiento. El pasado mes de abril, el Parlamento aprobó la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, con el objetivo que las renovables alcanzaran el 74% de la producción y actualmente, dos centrales nucleares se encuentran en proceso de desmantelamiento (Vandellós I y José Cabrera) y una más en proceso de predesmantelamiento (Santa María de Garoña).

El Gobierno se alinea con la decisión alemana de prescindir de la energía del átomo

El Gobierno se ha mostrado alineado con la decisión alemana de prescindir de la energía del átomo y la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha vuelto a mostrar su rechazo al borrador de la CE. «No hay que caer en errores», ha asegurado Ribera que ha destacado que se debe evitar «proporcionar señales equivocadas». El presidente español, Pedro Sánchez, por su parte, ha afirmado que frente a las tensiones de los precios mayoristas del gas y la electricidad, el Gobierno va a seguir apostando, en lo estructural, a la mayor penetración de las energías renovables «que además de ser baratas son limpias».

REINO UNIDO:
Apuesta por los minirreactores

El Reino Unido tiene un programa en marcha para impulsar la energía nuclear como fuente de electricidad. La iniciativa forma parte de la lucha contra el cambio climático y el fin es alcanzar emisiones netas de carbono cero en 2050. Ese objetivo se lograría, según el plan del gobierno, combinando la energía nuclear, las renovables y esquemas de «captura y almacenamiento de carbono» (CCS) adjuntos a las centrales eléctricas.
La renovación del sistema de energía nuclear es, a juicio de las autoridades británicas, imperativo. Antes de que trascurra una década, seis de las siete centrales del Reino Unido dejarán de funcionar. La séptima, Sizewell B, se apagará en 2035.

Un consorcio liderado por Rolls Royce está al frente de la construcción de minicentrales

Actualmente se está construyendo una sola gran central nuclear, Hinkley Poin C, que está sufriendo retrasos y un aumento en espiral de los costes.
El Gobierno británico está tanteando otra opción, nueva, diferente, en principio más flexible y menos costosa, consistente en construir hasta un total de 16 minirreactores nucleares en el plazo de 20 años en todo el país. El primero de ellos podría estar funcionando para 2030 y a partir de ahí se construirían dos cada año. Se espera que cada de las minicentrales produzca 470 megavatios, lo suficiente para proporcionar electricidad a 1,3 millones de viviendas. A cargo de este proyecto, aún en fase inicial de evaluación, hay un consorcio con Rolls Royce al frente.

ITALIA:
Un debate abierto

La opinión pública italiana, en otros tantos asuntos anestesiada, utilizó dos veces, en 1987 y 2011, la herramienta del referéndum para rechazar el uso de la energía nuclear en Italia. La primera vez fue después del trágico accidente de Chernóbil (Ucrania), que había provocado una gran conmoción en el país. La segunda, cuando el entonces primer ministro Silvio Berlusconi lo intentó nuevamente, representó una gran victoria para el movimiento ecologista, con unos 30 millones de ciudadanos que acudieron a las urnas para decir ‘no’ a cualquier programa nuclear.

El ministro de Transición Ecológica la energía atómica de última generación

Pese a ello, la política no se ha rendido. Tanto es así que, en coincidencia con los debates sobre cómo ejecutar la llamada la transición verde, por la que Italia ya anunció el cierre de todas sus centrales de carbón para 2025, desde el Gobierno italiano se han alzado nuevamente voces a favor de que se baraje la opción de utilizar este tipo de energía. Y, paradójicamente, el más férreo sostenedor de esto ha sido precisamente el ministro de Transición Ecológica, el físico Roberto Cingolani, quien volvió a decir que el nuclear de última generación es «la solución para todo».
Unas ideas que han enfurecido al movimiento ecologista, al Partido Democrático y al Movimiento 5 Estrellas, que se oponen a que se lleve adelante cualquier plan que contemple el nuclear, mientras que el actual primer ministro del país, Mario Draghi, no se ha pronunciado.

PORTUGAL:
Apuesta por las renovables

Portugal nunca ha contado con centrales nucleares en su territorio, aunque sí importa una pequeña parte de la energía producida en España o en Francia -en el último trimestre de 2021 representó el 2% de la energía consumida en el país-. El único reactor que hubo en tierras lusas fue inaugurado en 1961, en plena dictadura de Salazar, con el objetivo de desarrollar proyectos de investigación, que eventualmente podrían ser el paso previo a la construcción de una central nuclear. Sin embargo, este proyecto nunca salió adelante y el reactor fue finalmente desmantelado y devuelto a Estados Unidos en 2016.

La energía eólica y fotovoltaica están en pleno crecimiento en el país

La ausencia de energía nuclear en Portugal ha determinado la apuesta de las autoridades lusas por las energías renovables, principalmente la eólica y la fotovoltaica, dos sectores en pleno crecimiento en el país. En un evento al margen de la cumbre por el clima celebrada en Glasgow el noviembre pasado, el Gobierno luso firmó una declaración junto a Alemania, Luxemburgo, Austria y Dinamarca en contra de la financiación europea de la energía nuclear. «No es segura, no es sostenible y cuesta mucho dinero», aseguró entonces el ministro de Ambiente y de Acción Climática, João Pedro Matos Fernandes.
Las organizaciones ambientalistas han aplaudido la decisión del Ejecutivo, aunque critican su posición menos tajante con otras energías no renovables, como el gas natural, que supone casi un tercio del consumo.


Este reportaje se ha publicado en EL PERIÓDICO en enero de 2022

Textos:

Marta López, Andreu Jerez, Begoña Arce, Irene Savio, Enric Bonet, Lucas Font

Fotos:

Lukas Barth (Reuters), Kai Pfaffenbach (Reuters) Stephane Mahe (Reuters), Ronald Wittek (EPA-EFE), Joan Puig, Dan Chung (Reuters).