tú y yo somos tres

Un ratón en la cocina

FERRAN MONEGAL

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Ya ha aparecido el ratón dePesadilla en la cocina(La Sexta). ¡Ahh! Gran momento gastronómico, sí señor. El hallazgo del cadáver de un ratoncito, incrustado en el interior del lavavajillas de un restaurante mexicano de Barcelona, ha permitido al chefAlberto Chicoteconstruir una escena televisiva muy impactante y entretenida. Gritaba, en plan descosido:«¡Esto es la hostia! ¡Creí que ya lo había visto todo y no, no lo había visto todo!». Y cuando los camareros le dijeron que el ratón lleva ahí incrustado dos meses como mínimo, Chicotese desgañitaba más todavía. Hombre, visto el desarrollo de este capítulo creo que la comedia, elteiatru, les ha desbordado de manera absoluta. Francamente, a mí me ha parecido que en este capítulo los tres propietarios del restaurante -en particular la sociaCristina- se notaba mucho que interpretaban un guion, y que hasta disfrutaban haciendo de actores, aunque fuese protagonizando su propio caos como profesionales de la restauración. Lo del roedor es más inverosímil todavía. No porque no pueda haber ratones en las cocinas y en los restaurantes, que los hay, y no solamente aquí.

Recuerdo que un fin de año, en una acreditadísimabrasseriede París cercana a la Bastille, un ratoncito estuvo toda la noche circulando por debajo de un sofá que había junto a nuestra mesa, y fue tanta la amistad que llegamos a fraguar que acabamos lanzándole trocitos de las delicias alsacianas del menú, para que disfrutase también de la velada aquella criatura. Pongo por testigos a mi querido amigo y abogadoJosep Maria Loperena, y a su esposa, la actrizGloria Martí, que nos acompañaban aquel día. Lo raro, por tanto, no es la existencia de ratones en un restaurante, figón, taberna o casa de comidas: lo inverosímil es que nos hayan presentado a un ratón muerto haciéndonos creer que es un bobo que se quedó incrustado en el lavavajillas. Los ratones de cocina son ratones muy sanos, muy hermosos, muy listos y muy vivos. Se alimentan que da gusto. Su vida es opípara. Entendamos pues lo que ha debido ocurrir: como que los artífices dePesadilla en la cocinano han encontrado ni un solo ratoncito que haya querido hacer de actor para este programa de TV, se han tenido que inventar un sucedáneo, han tenido que ingeniar una trampita, y han confeccionado con peluche una especie de cadáver de roedor de risa, y lo han ensartado en los cables del motor de la máquina del lavavajillas. ¡Ahh!