Sábado, 8 de octubre del 2011 Doctor Josep Antoni Junqué Gutiérrez (Barcelona)

El próximo 31 de octubre seré despedido de mi hospital. No tengo nada en contra de la dirección del centro, pues he recibido un trato inmejorable, como profesional y como persona. Ellos tienen que hacer su trabajo. En los últimos cuatro años, este hospital fue distinguido en las clasificaciones de los mejores centros sanitarios con un tercer puesto y dos segundos, y el último año quedó segundo de su categoría en toda España, y recibió una mención especial de felicitación por la entonces consellera de Salut, Marina Geli. Al hablar de los recortes, pensaba que el hospital, premiado por su perfecta gestión, no saldría demasiado afectado. Pues, a pesar de esa excelente gestión, el incalificable doctor Boi Ruiz le ha bajado el presupuesto un 9,6%, que en números es 1,2 millones de euros menos. Para el 2012, aún bajará más y la dirección del centro no ha tenido más remedio que prescindir de mis servicios. Esto es la demostración de que el recorte se ha hecho sin criterios de gestión, sin premiar a los buenos gestores. Decir que los recortes no afectarán a la calidad asistencial es como decir que yo no hacía nada. Evidentemente, el trabajo que yo hacía como especialista en la prevención cardiovascular, quedará afectado. Mis compañeros se esforzarán más, tendrán que asumir mis consultas externas (24 pacientes semanales) y aumentará la lista de espera. El Govern no nos puede vender que los recortes no afectarán si tenemos los mismos pacientes y menos médicos y, de hecho, cada año aumenta el número de pacientes. Cuando se habla de la sostenibilidad del sistema, quiero recordar que antes de la crisis España era el país de la UE que hacía el menor esfuerzo en sanidad, medido en tanto por ciento del producto interior bruto; los medicamentos hechos en España eran los más económicos de Europa; los médicos españoles eran los que menos cobraban de Europa (Portugal pega mejor), y Catalunya tenía un gasto por habitante unos 1.200 euros inferior a la media del Estado (Extremadura, por ejemplo, gastaba 1.600 euros por habitante). Si hablamos de recortes, ¿qué hace el Ejército? ¿Cuánto cuestan las tropas que hay en Afganistán y el Líbano? ¿Cuánto nos cuestan los barcos que protegen el negocio privado de la pesca en Somalia?

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