Miércoles, 16 de abril del 2014 Agustí Farrés Crespi (Vic)

De estilo mudéjar e impermeable a la ciudad, La Monumental se nos ha mostrado siempre como una caja anacrónica tanto por sus usos como por su arquitectura gratuita. Y, para la mayoría de ciudadanos, siempre ha sido un enorme e incómodo objeto que no ha irradiado en el entorno. Interiormente, de sección continua y un tambor superior porticado, sorprende por su gran capacidad de asientos y una óptima sección para el espectáculo. Por definición es un círculo puro con "sol y sombras", con un decorado/fachada “de Pascua”.

Solo podemos entender su (futuro) uso en el apartado de ocio, deportes y espectáculos. Difícilmente comercial, ya que en ningún caso puede competir con grandes instalaciones de élite como el Palau Sant Jordi. Su futuro pasaría por ser una instalación deportiva (siempre municipal) con multiplicidad de pistas de poco peso y uso diario; no para grandes competiciones, sino para clubs y escuelas de la ciudad, y anónimos ciudadanos deportistas que la agoten las 24 horas los 365 días del año. Arquitectónicamente, el gran tambor circular permitiría la creación (fácil, económica y viable) de un techo horizontal intermedio (gradas actuales superior / inferior) que daría lugar a pistas a dos niveles: las inferiores a cubierto y las de arriba al aire libre.

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