No hay palabras para expresar la repulsa por el asesinato de 300 personas inocentes en la denominada zona prorusa de Ucrania. Las primeras víctimas extranjeras de un conflicto que se está alargando y al que nadie parece querer poner fin. Los contrincantes nunca distinguen a los enemigos, pues están cegados por el ansia de la victoria, y la reciente desgracia del avión malayo no es la única que ha ocurrido en estos territorios. En 1983, un jumbo de Corea del Sur fue atacado y abatido por cazas Mig-23 soviéticos y la URSS alegó que lo habían confundido con un avión espía. ¿Error o deseo de mantener una imposición? Lo sucedido hace pocos días recuerda a este acontecimiento. Otra cuestión que convendría aclarar: por herencia de la Unión Soviética, el armamento abunda en las repúblicas que la componían, y es fácil acceder a arsenales por la falta de control de sus gobiernos.
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