Desde hace más de dos décadas la provincia de Tarragona ha sido destino de todo tipo de desechos y residuos que otras provincias, comunidades y países no han querido gestionar. Con la excusa de que el tratamiento principal de estos restos ya ha sido realizado en otros lugares y, por lo tanto, las consecuencias más peligrosas para el medio ambiente han sido eliminadas, los demás territorios aprovechan para librarse de su propia basura y no ensuciar ni contaminar sus parajes.
Tarragona está sufriendo las consecuencias de ser parte de un país ninguneado que, con tal de hacerse un hueco, o de que nos lo presten, en la élite somos capaces de lo que sea. Sin embargo, ¿este es el precio que hemos de pagar por ser un aliado importante de EEUU? ¿Hemos de permitir que nos envíen residuos tóxicos sirios que ellos han ayudado a generar?
La verdad es que hay ciertas propuestas que ofenden, y la que hizo hace unos días el presidente Barack Obama es una de ellas. ¿Qué les parecería a él y a los habitantes de su país que les enviáramos nuestros residuos tratados y decidiéramos colocarlos cerca de un gran parque natural como el Gran Cañón del Colorado? Quizá el Delta del Ebro no reciba tantas visitas anualmente, pero es nuestro territorio y se tiene que defender.
Creo que ya se está sobrepasando el límite: cada cual tendría que cargar con su propio peso, que cada uno se quede la basura que produzca y los residuos que se generen con sus actividades, y asuma las responsabilidad de sus acciones.
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