Viernes, 31 de octubre del 2014 Cristina Gutiérrez (Sta. Maria Palautordera)

En la granja escuela donde trabajo vemos situaciones sorprendentes. Como unas madres que interrumpieron la cola de unos niños de quinto que subían al autocar para subirse ellas y ver dónde y con quién estaban sentados sus hijos. O cuatro madres de Terrassa que lloraban sin consuelo al ver que sus hijos de 5 años marchaban de convivencias, y los pequeños, al verlas con esa desesperación, se asustaron tanto que lloraron todo el trayecto. O esos padres y madres que hacen los deberes de sus hijos (os chivo que los maestros saben exactamente quiénes son), o esa otra madre que le daba Dalsy a su hija de 8 años cada vez que le lavaba el pelo, por miedo a que se resfriara. O una niña que vino de colonias con 7 fuets, porque no le gustaba nada más (y doy fe de este "nada más"). 
Tengo una duda: ¿ya habéis descubierto que la vida está llena de dificultades? Porque si es así no lo entiendo. No entiendo que se engañe a los críos y construyamos su vida basados ​​en un mundo que es mentira. ¿En qué momento tenéis previsto que aprendan que en la vida las cosas no siempre serán como uno quiere? ¿Cuándo toca entrenarlos para las pequeñas adversidades del día a día, esas piedras del camino que los padres tendemos a quitar por miedo a que sufran? ¿Sabéis qué pasa? Que cada día vemos que los chicos sobreprotegidos están cargados de más miedos y de una temible baja autoestima... y eso sí que los desprotege. Nuestros pequeños se merecen estar entrenados y saber cómo superar las piedras de su camino. Y si los sobreprotegéis, los desprotegéis. Hay dos tipos de padres; los que preparan el camino para el hijo, y los que preparan al hijo para el camino.

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