Una T-Jove es como el coche de la época de nuestros padres: 90 días de libertad absoluta para utilizar todo el transporte público que uno quiera. Para los que vivimos y estudiamos en ciudades diferentes, es imprescindible. Una T-Jove de dos zonas cuesta 155 euros, y se identifica con el número de DNI porque es un título personal. Pues bien, les cuento mi caso. Soy de Sabadell y estudio en la Universitat Pompeu Fabra, en Barcelona. Hace unos días me robaron la cartera con toda la documentación y también la T-Jove. Llamé a la Autoritat del Transport Metropolità (ATM) para obtener un duplicado y la respuesta fue que lo sentían, pero que no podían hacer nada, y me recordaron que según la norma "ningún título será reintegrado en caso de pérdida o sustracción". Como se pueden imaginar, sentí rabia y pena. Rabia porque solo había amortizado una sexta parte de su coste, y pena por no poder recuperarlo. Es una norma estúpida, que penaliza a los usuarios del transporte público y consigue justo lo contrario de lo que persigue: más fraude y menos uso de la red de transporte público. Y les digo por qué, al menos en mi caso. A partir de ahora, y siempre que pueda, defraudaré y ayudaré a defraudar: si puedo comprar un billete de una zona en vez de dos porque sé que no necesitaré validar al salir, lo haré; si puedo colarme, lo haré; si alguien se cuela conmigo, le ayudaré. Y en cuanto al uso, si algún día tengo la oportunidad de coger el coche, lo haré y contribuiré a contaminar. Señores de la ATM, ya conozco la norma, solo quiero decir que es injusta. Cámbienla.
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